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“Ángeles del Viaducto”: 397 páginas con todos los detalles de un True Crime
28 de abril de 2025
El para ese entonces investigador del CTPJ Jesús Alberto Berro expone magistralmente y con detalles la investigación sobre los dos niños que lanzaron por el viaducto en San Cristóbal en 1989
Omaira Labrador M.
“Al entrar, me sorprendí en una especie de rueda alrededor del comisario Solano. Estaba la jefa de investigaciones, inspectora Rubia Margarita; el jefe de la brigada, inspector Emilio Pabón; mis compañeros Leonardo y Alfredo –éste último venía del lugar de los hechos– y además, técnicos en criminalística y ciencias forenses.
—¡Señores! —increpó el comisario—, nos declaramos en estado de emergencia. El muerto del Viaducto no es un muerto, son dos, ¡y ambos niños, un varón y una hembra! Así que arránquense para allá y apoyen a la comisión que allí se encuentra, esto a va a conmocionar a la ciudad.
La narración está en la página 51 del libro titulado “Ángeles del Viaducto. El cártel de Sinaloa en Venezuela”. Quien escribe es el doctor Jesús Alberto Berro Velásquez, quien para 1989 formaba parte del Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ), hoy con el nombre del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).
El suceso conmocionó tanto que aún hoy se habla de lo sucedido en el mes de julio de 1989 —hace 36 años— y en el texto el doctor Jesús Alberto Berro Velásquez, como investigador del caso se adentra en lo sucedido, con detalles de uno de los casos que en un principio se pensó sería “cangrejo policial”.
Ahora que por la televisión streaming están de moda las series y películas sobre True Crime —crímenes reales—, el texto de 397 páginas es en definitiva una pieza que pueden leer los amantes de este tipo de géneros.
El caso que a nivel de medios de comunicación social se conoció como “el Monstruo del Viaducto”, para hacer referencia al autor de tan abominable crimen, el hoy exjuez y exCICPC decidió enfocarlo en las víctimas como los “Ángeles del Viaducto” y en el mismo explica con un atractivo, no solo la antesala del inicio de la investigación, sino datos de la criminalidad para la época en el estado Táchira, sin dejar por fuera las descripciones de la ciudad de San Cristóbal para ese momento.
Narrado, como debe ser, desde la primera persona porque era el líder de la investigación, expone los hechos, los avances, los roces con las autoridades policiales nacionales, el suceso que felizmente
fue resuelto policialmente, develando que a los niños inocentes asesinados, los involucraron como parte de un entramado del temible Cártel de Sinaloa en Venezuela y pagaron con sus cortas vidas la venganza hacia su madre.
“Llegamos a la cava y aún se mantenían flores, estampitas milagrosas y hasta velones; era la forma de las personas expresarse religiosamente, y a pesar que exigimos que no sucediera, aquello parecía inevitable. Ni modo, teníamos que aceptarlo. López abrió la cava, destrabó el encarrilado de la camilla rodante y extrajo los cadáveres. Allí quedaron a la vista los cuerpecitos con rostros serenos. Él con sus ojitos cerrados, ella entreabiertos. Juntos para siempre. Es imposible no conmoverse ante este dramático escenario”, se describe en la página 115.

Con abundante descripción y detalles, con los nombres de quienes llevaron la investigación por el CICPC, el profesor Jesús Alberto Berro en el libro lleva al lector a no perder detalle, pero no de forma escabrosa sino respetuosa con los angelitos que protagonizaron un suceso que aún muchos recuerdan y otros se interesan por conocer.
Sin ser un caso fácil, pero guiado por un investigador como lo era el comisario Berro Velásquez, se va avanzado. Los “sabuesos” investigadores van conociendo –no sin pocos tropiezos por la falta de información- quiénes eran los infantes, y así atan los cabos sueltos.
En el texto de 16 capítulos, el lector encontrará toda la información sobre este True Crime, además que contiene fotografías exclusivas que hacen más interesante y entretenida la lectura.
En el capítulo VIII, titulado La aprehensión, se encuentra con detalles que solo el inspector investigador Jesús Berro puede recopilar el encuentro con el asesino: Clavel Moreno.
—Luego que me deshice de la mamá, me traje a los chamos conmigo, los lleve a mi casa aquí en Caracas, le dije a mi familia que tenía que llevárselos a su mamá en San Cristóbal. Me arranqué con ellos en mi carro y ya iba dispuesto a lanzarlos por el Viaducto…
A través de la escritura hay un seguimiento a todo el proceso de detención de Clavel Moreno y la vinculación con el narcotráfico.

“La estridente y famosa melodía de la Rastreadora acompañaba aquella caliente noticia: Clavel Moreno se había fugado del penal de Santa Ana del Táchira (…) Lo habría hecho junto a otros reos. Los mismos fueron abatidos en las proximidades del lugar. El cuerpo de Clavel Moreno quedó en una rivera de la quebrada llamada La Ratona. La fuga se produjo en un camión que utilizaron como medio de transporte, pasando con violencia los portones, puesto de control y mecanismos de seguridad haciendo uso de armas de fuego…” se lee en la página 374, pero para llegar a este hecho han pasado muchos episodios que terminan con la vida de quien mató a los dos angelitos.
Es un libro de lectura obligada para los amantes de estos temas, ya que está escrito desde las entrañas de la investigación y por quien lideró el caso, como lo es doctor Jesús Alberto Berro.
El libro lo pueden adquirir directamente con él, en su oficina como litigante que es actualmente.