Alejo García S.
De lo alto de la cumbre y la neblina viajaban los turpiales a sus nidos viajaban en amores confundidos en busca de su vida peregrina (Pablo Mora)
Volvamos a rememorar aquel lamentable y recordado accidente del bus del Liceo Militar Jáuregui de La Grita, el cual acabó con la vida de treinta y cuatro alumnos de esa excelente Institución el sábado 9 de junio de 1984, en horas de la mañana en el puente Las Pavas de la carretera que conduce desde La Grita a La Fría. Ese acontecimiento irremediable en nosotros los padres, familiares y amistades nos privó definitivamente de nuestros queridos descendientes que acostumbraban todos los sábados a pasar el fin de semana con nosotros, que “viajaban los turpiales a sus nidos, pero de pronto un viento tropezó en raudales y en brusco giro truncó su canto, su vida, su ternura y su alborada”.
En esa oportunidad sus padres, familiares, las comunidades tachirense y nacional fuimos avisados y sorprendidos a través de las informaciones de los medios de comunicación social del doloroso suceso del autobús con estudiantes de esa institución militar. Desde entonces en nuestros corazones y conciencia permanecen para siempre un sentimiento de veneración, tributo y enaltecimiento por los 34 soldaditos en formación de la patria y del conductor del vehículo desaparecidos de imprevisto.
A partir de ese entonces el padecimiento de dicho accidente ha mermado por la desgracia irrevocable de nuestros queridos y recordados hijos. Sin embargo, no ha borrado la rememoración de ese desdichado acontecimiento ni las vivencias inquietas de los niños separados de repente de su seno familiar a temprana edad. Como secuela, recuerdo y testimonio a nuestros hijitos, los padres y parientes de nuevo realizamos un paréntesis en las labores cotidianas para tributar un homenaje póstumo a los 34 soldaditos, que en una mañana irremediable su destino fue bruscamente alterado.
De nuevo mi enaltecimiento, admiración y veneración por los 34 soldaditos infantiles de la patria ausentes de imprevisto y al conductor del vehículo que los traía hacia San Cristóbal. En el caso de mi hijito Joel Gregorio García Márquez, invoco al Todopoderoso que, en unión de los demás compañeros de la desdicha, quienes “soñaban con sus sueños escondidos y en un vuelo de cóndores zagales consiguieron a Dios en pleno llanto, llorando por su tierra destrozada”.
A los 34 soldaditos peregrinos sin retorno, conjuntamente con los padres y parientes afectados por dicho accidente trágico, elevamos al ser supremo un sinnúmero de plegarias. Paz a sus almas y un recuerdo perpetuó a: Luis Alberto Pacheco, Giovani Alexis Peñuela Villamizar, Sergio Isaac Arias Guzmán, Lot Edison Arias Guzmán, Oswaldo Castro Jaimes, Henry Adolfo Rui Jaimes, Lisset Dinora Arias Contreras, Marly Karlith Eslava, Rigoberto Gutiérrez Villamizar, Omar Enrique Gámez Vera, Hugo José León Monsalve, Yeuny Geledia Ostos Quiroz, Lunet Peña Oliveros, Joel Gregorio García Márquez, Reinaldo de Jesús Milano Calzadilla, Javier Sánchez Zambrano, Antonio José Mendoza Guerrero, José Gregorio Moreno Arciniegas, Dixon Sandia Escalante, Santiago Sandi Mendoza, Tomás Lewis Useche Quintero, Jorge Ariza Amado, Luis Alberto Correa Guevara, Rafael Ángel Colmenares Ruiz, Javier Leonardo Contreras Acevedo, Domingo González Claro, Néstor Luis Morán Rodríguez, Alexis Antonio Moreno Navarro, Ramón Alexis Rodríguez Colombo, José Gregorio Zambrano Márquez, Zabdy Bethaida Jiménez Romero, Pedro Manuel Padrón Patiño, Nyman Rosales Cardozo y Manuel Ramírez Torres. Del mismo modo, a Acacio Ramón Labrador Guerrero, conductor del vehículo.
Como ha sido tradición y devoción siempre “Turpiales peregrinos cuyo viaje es infinito”, tus padres y deudos nunca te descuidamos, te recordamos a cada momento y siempre ansiamos estar juntos a ustedes en el más allá, al ausentarnos del mundo terrenal.
A los queridos desaparecidos en aquel fatal día, el mejor homenaje, testimonio y admiración que le rendimos en el comportamiento y acciones saludables que practicamos en nuestro quehacer diario.
Al evocar los 41 años de la tragedia del Liceo Militar Jáuregui, el tiempo ha suavizado nuestros sufrimientos y a la vez nos ha permitido asimilar con resignación y paciencia ese desenlace infarto imprevisto de los 34 alumnos del Liceo Militar Jáuregui de La Grita, quienes a la posteridad serían la ilusión, regocijo y felicidad de iguales Hogares venezolanos.
Hasta luego hijitos adorados: Infausto recuerdo a tu partida/ por eso nuestro sentimiento/ es arduamente sentido /porque siempre tenemos sufrimiento.
Al evocar los 41 años de la tragedia del Liceo Militar Jáuregui, el tiempo ha mermado nuestro sentimiento y asimilado pacientemente ese final irremediable imprevisto en los 34 estudiantes de esa excelente institución. /[email protected]