Así arranca la semana en la frontera colombovenezolana
16 de junio de 2025
La vida me sorprende permanentemente, con énfasis en lo que somos como venezolanos y en particular como tachirenses. Eso me obliga a elegir entre escribir sobre ese mundo al revés que todos los días explota en forma inhumana y parcializada, o este que es la otra cara de la moneda: Creativo, solidario, humano, tolerante. Empecemos…
1. A raíz de mi artículo de la semana pasada, un muy querido amigo me contó sobre la venida –en el año 1980- de Humberto Fernández Morán a San Cristóbal, para reunirse con los integrantes de la 1ª Promoción de Ingenieros Agrónomos de la UNET, en La Mulera. Él lo describe como algo memorable: Un privilegio el estrechar su mano y oír sus consejos para encarar la nueva vida que les esperaba como profesionales. Recuerda que al regresar a San Cristóbal en uno de los autobuses de la Universidad, entrando a la ciudad, a la altura de la redoma del Educador, Fernández Morán señalo hacia las instalaciones del Seminario de Palmira y sentenció que “ese lugar sería perfecto para crear un Centro de Investigaciones Científicas”. Para considerarlo.
2. El pasado 9 de junio se presentó en el Ateneo del Táchira la muestra itinerante de la XIV Bienal Venezolana de Arquitectura, organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV), con el agregado que por nuestra condición de frontera asistieron tres (3) universidades colombianas: La Francisco Paula de Santander, la Pontificia Javeriana y la Gran Colombia. A nivel regional participaron la Universidad Nacional del Táchira (UNET) y la extensión San Cristóbal del Politécnico Santiago Mariño. Soy arquitecta graduada de la UCV, y tengo una hija egresada de la UNET, por lo que siento un particular interés por este tipo de eventos. Revisé cuidadosamente cada proyecto presente en ésta muestra y puedo decir que los trabajos de los egresados de la UNET, en relación a los de las otras universidades eran mejores. Y me refiero a todo. Desde la selección de los proyectos, el desarrollo de los mismos, la metodología, la calidad espacial. Eran proyectos pertinentes para la ciudad. Ubicados en tiempo y espacio. Me sentí y siento orgullosa. Esto no significa que no hubieran otros proyectos interesantes, pero carecían, para mí, de muchos de los indicadores señalados. Una vez más nuestro orgullo tachirense presente a través de nuestros profesionales y docentes.
3. El pasado viernes 13, en el teatro principal de la UNET, se entregaron varias distinciones honoríficas en un acto académico protocolar. En lo particular, disfruto el reconocimiento hecho, en vida, a los profesores Pablo Mora y Rubén Rivas, a quienes les fue otorgado el Doctorado Honoris Causa. Pablo Mora, amigo entrañable de larga data, escritor y consagrado poeta, compositor de la letra del himno de la UNET, quien logró siempre pulsar las teclas de la creatividad exaltando el deseo de ser distinto. Rubén Rivas posee una formación académica impresionante, pero lo que quiero reseñar, más que su formación, es su pasión natural por la música, y en particular sus esfuerzos por consolidar en el Táchira esa pasión. Dirigió la Orquesta Filarmónica del Táchira y ha realizado conciertos con grandes solistas. Se desempeñó como director del Coro Universitario de la UNET, y fue el compositor de la música del himno de esa institución. Su mayor compromiso, para mí, ha sido ser autor del Proyecto de Carrera Licenciatura en Música para la UNET, otorgándole a la universidad “con la creación de esta carrera el elemento esencial para la formación de un ser humano sensible que colaborara con la construcción de una nueva sociedad”. Rubén es el amigo, el músico que expresa su solidaridad para apoyar cualquier evento que signifique dignificar y divulgar la música.
Una semana con múltiples eventos que nos llevan a celebrar la vida versus la muerte y la indiferencia.
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