Noche de Ronda
23 de junio de 2025
Freddy Omar Durán
“Un corazón valiente” es el más reciente libro de la escritora tachirense Mireilli Chacón, cuyo objetivo principal es motivar a aquellos que necesitan esperanza cuando su vida entra en una etapa de crisis, especialmente bajo amenaza de una enfermedad crónica.
Una miocardiopatía hipertrófica no solo ha marcado un destino personal, llevándola al borde de la muerte, sino que ha involucrado por generaciones a una familia, habiendo sido la causa de muerte de su padre, y casi la de uno de sus hermanos, quien literalmente resucitó luego de recibir el luctuoso parte médico.
Como nos dice la autora, invitada especial al programa Perfiles de Mi Tierra de La Nación Radio, a pesar de todos los episodios trágicos que en el libro se plasman, incluyendo una separación, su intención es positiva, la de realzar que la lucha es posible frente a las más duras pruebas.
“Yo siempre he dicho que un corazón valiente no es aquel que no tiene miedo, porque todos vamos a tener miedo en algún momento. Es aquel que siente miedo, pero decide continuar cada día y seguirse levantando con fuerza y decir: ‘OK, tengo este diagnóstico, tengo miedo, pero voy a decidir luchar para seguir en pie, para seguir adelante’”.
Ya conocía dentro de su entorno familiar de Peribeca, en el municipio Capacho Nuevo, el efecto mortal de esa anomalía cardiaca; no obstante, lejos estaba de sospechar que a ella algún día le tocaría asumir sus riesgos.
“La primera vez que sentí esta anomalía en mi corazón, yo estaba caminando por una avenida y empecé a sentir latidos irregulares, que están fuera de ritmo totalmente, es como un tambor que estaba descontrolado dentro de mi pecho, y desde ese momento supe que algo no andaba bien y que debía acudir rápido a un cardiólogo. Le comenté el episodio por el que había pasado y me hizo un eco, y entonces supe que el músculo del corazón creció unos 13 milímetros. Lo normal, cuando una persona tiene su corazón sano, está entre 7 y 10 milímetros. Yo lo tengo en 13, mi hermano lo tiene en 33, ya es una miocardiopatía hipertrófica más fuerte. Al siguiente día que tenía el holter, por prescripción clínica, se registró una anomalía otra vez en mi corazón y fueron 280 latidos por minuto. Y ahí, el doctor dijo: ‘Por un lado bien, que ya sabemos qué tipo de arritmia es y qué medicamentos puedo mandar’”.
Hace cinco años le cruzó por la mente la idea de plasmar sus ideas sobre el papel, y que alimentaría con la amplia investigación. Pero cuando le sobrevino un infarto que puso ante sí el umbral de luz del más allá, decidió no posponer más su proyecto literario, en tanto era necesario para ser leído por toda aquella persona abatida por una enfermedad, y que cree que por ella todo se ha acabado, y la vida ya no le brindará provechosas oportunidades.
Para Mireilli Chacón la honestidad va por delante, y reconoce que las dudas no se cansan de abrumar a aquellos que padecen una condición patológica crónica.
“Normal que baje autoestima, que haya tristeza, que hayan depresiones. Me pasó todo eso. Incluso escribí en el libro que llegué a sentir hasta envidia por aquel que tenía un corazón sano. Yo decía, por qué ellos sí pueden disfrutar la vida y yo que tengo esta condición, no. Y ahí me fui dando fuerza, yo misma me empeñé en levantar mi moral, a decir no puedo dejarme derrumbar porque simplemente tengo un corazón diferente a todos los demás”.
Al tratamiento farmacológico recetado de por vida, así como el alimento de lo espiritual, se ha incorporado la escritura como parte de su terapia.
“Escribir, sana; hablar, sana, y no me quería quedar callada. Hay mucha gente con un diagnóstico que prefieren callar o no quieren ir ni siquiera a un médico porque saben que de repente les van a decir algo que no les va a gustar escuchar. Fue terapia porque sané, volví a vivir muchas cosas sí, pero sin duda alguna me desahogué y pude sanar”.
En el corazón de Mireilli, a la carga misma que representa la enfermedad, se le han sumado muchas penas las cuales en vez de debilitarla, la han hecho más fuerte.
“A pesar de la enfermedad pasaron muchas otras cosas que llevaron a que mi corazón colapsara. El pánico, los nervios, un divorcio del que escribo en el libro. Todo eso condujo a que mi corazón ya entrara en caos, con arritmias, y ahí fue donde podría decirse que me empeoré. A mí me funcionó mucho la oración. Yo sentí que en medio de ese torbellino de nervios, de miedo, la oración fue la que me calmó, la que me sustentó porque sentí claramente cuando Dios me dijo: ‘No tenga miedo, yo estoy con usted’ y ahí fue donde empecé a agarrar fuerza y a darme ánimo a mí misma leyendo la Palabra y yo dije, tengo que seguir porque Dios está conmigo y no va a pasar nada malo, nada de lo que mi mente imagina que va a pasar”.
Una disciplina personal que afecta cada aspecto de su rutina ha sido fundamental para contener los estragos en su salud.
“Fue muy difícil, porque me di cuenta que ya no podía ser mi vida normal como cualquier persona. Ya me costaba hacer algunas cosas, como agacharme; de hecho recojo las cosas con los pies. Tampoco puedo subir mucho los brazos, no puedo tomar café ni comer un montón de cosas. Yo creo que lo más fuerte para mí ha sido que al comer, no puedo quedar llena, ni pararme de la mesa a hacer cualquier actividad, pues debo esperar un rato, de lo contrario me dan arritmias”.
La madre, la otra heroína de la historia
Esta historia tiene muchos protagonistas, y una de las principales es la señora Nancy Carvajal, quien acompañó con mucho orgullo a su hija Mireilli Chacón, así como lo haría la hija de la escritora. Hace 16 años su hijo tuvo “muerte súbita” –así diagnosticada pero afortunadamente nunca consumada- al arribar a la casa de su señora abuela, cuando tenía 20 años, y el año antepasado, su hija sufrió un infarto casi fulminante, y quien solo atinó a despedirse con las palabras: “Cuídeme mucho a mi hija, me estoy muriendo”. Fueron dos milagrosas resurrecciones, las cuales le agradece mucho a la intercesión divina.
“Mi hijo llegó al Hospital Central, sin signos vitales. Y ya mi hijo tenía ahí aproximadamente la hora ya de haber muerto y le entregaron las pertenencias a mi hermana. Lo iban a trasladar para la morgue, cuando llegó un médico muy joven y le pidió a la doctora que estaba de guardia que le permitiera volver a darle los electroshocks, y la doctora le dijo al principio que no, porque ya no había nada que hacer, que había que llevarlo a la morgue; y luego fue tal la insistencia, que accedió. Las enfermeras dijeron que ese doctor empezó a orarle a Dios. Solo a la tercera vez que lo intentó, lo revivió”.
Ahí no paró la tragedia en tanto las perspectivas de recuperarse eran escasas: Primero, señalando que no sobreviviría al ser desconectado a los tubos de respiración, luego le diagnosticaron vida vegetativa, luego al reaccionar al cuarto día, una recuperación de al menos 6 meses. En la actualidad el paciente va por su cuarto cambio de desfibrilador.
“Los muchachos estudiantes de Medicina querían conocerlo. A ese sobreviviente de muerte súbita le decían Lázaro. Son cosas que no quiero volver a experimentar en mi vida, como cuando mi hija estando en la casa, comenzó a temblar con una botella de agua en la mano, y alcanzó a tomarse su pastilla, lo que la salvó”.
“Un corazón valiente” puede ser adquirido a través de la plataforma Amazon, y próximamente se espera un acto de presentación ante el público lector, siendo su entrevista en La Nación Radio, el lanzamiento oficial de esta obra, la cual se encuentra disponible en
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