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12 de julio de 2025
Muro de Bretaña (Francia), jul (EFE).- Las maniobras de Visma de Jonas Vingegaard se están estrellando contra la forma insultante del esloveno Tadej Pogacar, que domina con mucha solvencia el Tour de Francia, camino de su cuarta victoria en París, la segunda consecutiva.
El equipo del danés, subcampeón el año pasado tras haber ganado los dos anteriores, busca la forma de sembrar dudas en el equipo UAE del esloveno, pero su superioridad está haciendo vanos esos esfuerzos.
Vingegaard, que sobre el papel emerge como el principal rival de Pogacar, trata de insuflar moral al equipo, mueve las fichas sobre la carretera sin que tenga por el momento resultados.
El terreno ha sido más propicio para el esloveno, que se ha apuntado ya dos victorias en este Tour y que lidera la general con de ventaja sobre el danés.
Una renta que ha conseguido básicamente en la contrarreloj de Caen del pasado miércoles, y por las bonificaciones. Aunque en el mano a mano, Pogacar ha demostrado más contundencia en los finales escarpados que ofrecía esta primera parte del Tour.
El plan del Visma
El Visma presume de tener un plan y alimenta la expectativa asegurando que el Tour es todavía largo.
Esa es su baza, ir desgastando a un corredor que a día de hoy parece intocable, obligarle a gastar toda su energía para asestarle un golpe mortal.
Lo hicieron en 2022 cuando el esloveno parecía imperial camino de su tercer Tour y acabó doblegado por una estrategia conjunta que le dejó sin respuesta.
Al año siguiente, Pogacar llegó justo de forma tras una caída que le impidió entrenar con normalidad y el año pasado fue el danés quien no tenía todas sus armas para vencerle, después de haber pasado casi cuatro meses postrado en una cama por una caída en la Vuelta al País Vasco.
La relación de fuerzas también aparece favorable al esloveno en esta edición, con una temporada en la que ha dominado todas las carreras en las que ha participado.
Una superioridad que le hizo llegar al Tour con la condición de claro favorito, que ha ido confirmando a medida que pasan las etapas.
¿Se le hará demasiado largo? Esa es la apuesta de sus rivales, sobre todo del Visma, que no pierde la mínima ocasión para ir desgastándole un poco.
Una táctica que, por ahora, no ha dado frutos, pero solo el tiempo dirá si sirve.
En el Muro de Bretaña endurecieron la primera subida al puerto bretón y, en el descenso, lanzaron a Wout van Aert. Pero Pogacar estuvo bien respaldado, con compañeros como Marc Soler y Tim Wellens, que colocaron la carrera donde él quería.
Una caída de Joao Alemida le privó de su mejor lugarteniente, pero emergió el ecuatoriano Jhonatan Narvaez, para lanzarle en el ‘esprint’ definitivo en la montaña bretona.
«Creo que hemos hecho una técnica casi perfecta», dijo el esloveno, que consideró que cuenta con un equipo bien armado para resistir a los ataques de sus rivales.
Almeida, con importantes heridas tras su caída a 6 kilómetros para la meta, atravesó la línea de llegada y fue enseguida trasladado a un centro médico para ser sometido a exámenes complementarios que determinarán si puede seguir en carrera.
Su estado de forma aparece como el único punto negro del UAE, que por ahora tiene dominada la carrera.
Pogacar afronta con el maillot amarillo las dos próximas etapas, de transición, en las que tendrá el desgaste añadido que acarrea el liderazgo.
El director de la carrera, Christian Prudhomme, reconoció que el favorito «lo es más que nunca», pero advirtió de que «todo está por decidirse».
«La meta del Muro de Bretaña puede verse de dos maneras, que Vingegaard no puede con Pogacar o que Vingegaard aguanta a Pogacar en su terreno favorito», asegura.
La respuesta empezará a verse el próximo lunes, día de la fiesta nacional francesa, cuando se afrontará el Macizo Central.
El danés no parece estar desesperado, pese a que no logra por ahora recortar tiempo al esloveno.
«La primera semana ha sido dura, pero solo he tenido un mal día, el de la contrarreloj. Creo que podemos marcar la diferencia en la segunda y la tercera semana», aseguró Vingegaard, que no pierde la esperanza. EF
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