Opinión
…Arquitectura y medio ambiente II. Lo que se planifica y lo que se hace
16 de abril de 2018
Dándole continuidad al tema iniciado la pasada semana, me gustaría plantear dos campos concretos de acción, de los profesionales creadores, y transformadores, del medio intervenido, de manera racional, inteligente, y simbiótica con su medio:
Las alteraciones al medio físico natural con el desarrollo de nuevas áreas urbanizadas.
Las alteraciones al medio físico modificado, desarrollando áreas vacantes en zonas ya urbanizadas.
En el primer caso, es realmente difícil concebir áreas vírgenes, áreas no intervenidas por el hombre. De una u otra forma, ya sea a través de obras de ingeniería (vialidad, drenajes, embalses, etc.) y/o la explotación de los recursos naturales, el hombre ha modificado la mayor parte de la superficie nacional.
Esto es sumamente importante, ya que la naturaleza no puede ser simplemente objeto de contemplación, sino de utilización, pero de utilización racional. Y no es justamente una intervención racional, las que se han venido dando, en diferentes sectores de nuestra ciudad y de sus alrededores. Y cuando hablo de ésta intervención no me refiero a la realizada por los empíricos, constructores del pueblo, familias invasoras que por necesidad e inconsciencia invaden y construyen en lechos de quebradas, ante los ojos de los organismos responsables; me refiero a todos aquellos profesionales que intervienen en las edificaciones que se proyectan, construyen, y permisan, que deben respetar retiros, tener en cuenta el entorno, el clima y la topografía; aquellos profesionales que no deben permitir la descarga de las aguas negras directamente a las quebradas, o la incorporación de las aguas negras a los recolectores de aguas pluviales, aquellos profesionales que deben buscar la rentabilidad máxima de los proyectos sin olvidar las áreas comunes vitales para el desarrollo social de la comunidad que habitará esos espacios, y que deben proteger la vegetación existente incorporándola lo más posible para evitar la degradación de los suelos, manteniendo el confort climático. Aquellos profesionales que al manejar de manera interdisciplinaria consciente, la actividad de la planificación, del diseño, construcción y permisología, eviten movimientos de tierra costosos e inútiles al saber trabajar con pendientes y desniveles, y todo esto porque se haya generado la práctica, la vivencia, el contacto directo con ese elemento que debemos transformar, en una ciudad como la nuestra. No estoy proponiendo que nos sepamos todos los nombres de la flora y fauna andina, ni que hagamos estudios día a día de la pluviosidad y la temperatura de la zona, pero sí que conozcan y manejen las variables que determinarán el diseño, implantación y construcción, para ser más reales, que se visite el sitio y se entienda la topografía del mismo, subiendo y bajando una y otra vez, a fin de conocer donde es posible modificar haciendo menos daño, reduciendo costos y produciendo mejores efectos. Visualicemos en el sitio cómo quedará implantada esa edificación, a fin de sacarle máximo provecho a las visuales, esas visuales extraordinarias que tiene nuestro territorio, y de mantener toda aquella flora existente que amortiguará los efectos en la elevación de índices de temperatura, ruido, desgaste y erosión de los suelos, disminución de los cauces de agua, etc.
Propongo un fortalecimiento de la relación interdisciplinaria de todos aquellos profesionales que intervienen en el desarrollo y construcción de nuestra ciudad: planificadores, arquitectos, ingenieros, sociólogos, economistas, cronistas, historiadores, ambientalistas, comunidades, políticos, etc., desde las carreras en nuestras universidades y tecnológicos, a fin de que los estudiantes se vinculen con la realidad multidimensional que necesita la ciudad, y requieren sus ciudadanos. Proyectos humanos, vivibles, y también lógicos. Las intervenciones a las que me refiero y que podemos ver cuando transitamos por la ciudad, se encuentran en todos los sectores de la ciudad: en pleno centro, en Barrio Obrero, en la Concordia, desarrollos que perfectamente imaginados con otra mirada, hubieran cumplido con los requisitos comerciales y mercantiles necesarios para su soporte y financiamiento, pero también aportando calidad de vida a sus habitantes y confort humano a la ciudad.
Propongo una revisión de las funciones de la alcaldía, que empiece por pasear a sus profesionales, a sus dirigentes, y a sus comunidades por la ciudad, entendiéndola, dialogando con ella, para que puedan comprenderla.
Invito una vez más a esos dirigentes a que sensibilicen su visión de ciudad. Podemos ser prósperos, eficientes, amables, y tener una buena vida, en una hermosa ciudad.
Invito al alcalde, si no tiene quién le ayude a realizar su trabajo, a que ese trabajo, sea pasear por esta ciudad que lo eligió, abriendo sus ojos, sus oídos, su nariz, viendo, escuchando y oliendo a San Cristóbal y a sus comunidades.
Definitivamente, y desde hace mucho tiempo, no existen planes ni proyectos que no requieran necesariamente, la intervención interdisciplinaria e intersectorial para lograr los objetivos que nos planteemos.
Abramos nuestra mente, involucrémonos, conozcamos sobre nuestra ciudad y necesidades reales y armónicas, y dispongámonos a entender que todos somos generadores de saberes, por lo que es necesario que nos escuchemos, que participemos, pero también que asumamos la responsabilidad de ser ciudadanos, de ser líderes, de ser comunidades, de crear y sentir ciudad.
La solución es de todos o no hay solución. (Julieta Cantos)
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