“Evocando a mi pueblo”, con ese nombre del vals del maestro José Pablo Mendoza, se tituló el concierto que ofreció el pasado domingo en el Salón de Lectura-Ateneo del Táchira el maestro Jhonny Mendoza, un peregrino que navega por todo el mundo acompañado de su fiel amigo, el violín, pero su pecera la encuentra siempre en el terruño que lo germinó y cuyo tallo se fortaleció en ella y en ella se hizo firme y floreció: la ciudad de San Cristóbal y el estado Táchira.
Cuatro condecoraciones con mucha humildad lució sobre su pecho durante gran parte del “conciertazo”, en el que nadó junto a sus otros peces, entre ellos sus íntimos amigos y su familia. En una mañana y tarde musicales, bañadas de emociones que iban y venían de principio a fin, con un Jhonny Mendoza desbordado de amor, radiante en su interpretación y entregado totalmente a su público. Con ese toque espiritual proveniente de Dios, a quien le entrega toda su gracia y talento.
La Orden de las Artes Culturales, Marco Antonio Rivera Useche, en su primera clase, le fue otorgada por la Gobernación del estado Táchira, impuesta por representantes de la gobernadora Laidy Gómez; la Orden Aurelio Ferrero Tamayo, en su primera clase, ofrecida por la Alcaldía de San Cristóbal y entregada por el mismo alcalde de la ciudad, Gustavo Delgado, quien de inmediato lo nombró Embajador Musical del Táchira, y el Concejo Municipal le entregó la condecoración especial “Horacio Cárdenas Becerra”.
Entre lágrimas y reconocimientos de afecto en cada obra musical interpretada y siempre dando gracias al Señor, Jhonny Mendoza recibió con verdadero sentimiento estas menciones conferidas por su trayectoria musical, su amor incólume por su tierra natal, su evolución como ser humano y profesional, y también por esa entrega en el escenario en el que sueña, flota , baila, ríe, llora, abraza, conversa, cuenta su vida sin filtro y nada sin buzo ni máscara, porque el oxígeno viene de Dios; así lo siente y lo expresa profundamente este artista tachirense, a quien su padre le dijo un día que “no quería vanidades en su vida, solo humildad; puedes saber mucho, estudiar mucho; pero la humildad y el servicio a los demás por delante”, aconsejaba José Pablo Mendoza.
“En mi tierra me siento como en una pecera”, es la frase que caracteriza cada visita del maestro Jhonny Mendoza a San Cristóbal, luego de estar residenciado durante dos décadas en Estados Unidos.
“Yo estoy ahora sí en mi pecera, con mis peces. Porque a veces estamos en una pecera y todos los peces no fluimos de la misma manera. Estoy muy motivado, muy lleno, muy agradecido de estar en mi tierra, y que el Señor me dio el permiso para poder entrar aquí con humildad. Vine acompañado de mi esposa Neira, a quien llamamos la jefa, porque ella se encarga con mucho amor de toda la organización, y en este caso la de aquí -sonríe con picardía y cariño al hablar de su compañera de vida y el amor que lo acompaña en todo momento-. Vinimos a hacer este encuentro musical por el centenario del natalicio de mi papá, para enfocar el corazón y lo humilde que era él, y uno trata de imitar un poco lo que él hacía y realizó como músico en esta tierra, y por supuesto por los 457 años de la ciudad de San Cristóbal, mi ciudad amada y querida, la amo”.
El concierto, con un programa sin titubeos, en cuanto al repertorio a presentar en un escenario por el que han pasado los grandes maestros del arte musical y de otros contornos del arte en general, comenzó a las 11:07 minutos de la mañana, en un domingo cubierto con los rayos del sol y un Ateneo a casa llena, donde un alfiler se queda corto al saber que no hay especio para él.
Cuerdas Andinas
Los músicos fueron presentados por el cronista de la ciudad, el maestro Luis Hernández, quien como siempre, con su sobriedad, elocuencia y dinamismo, fue el célebre orador de orden. Allí estuvieron los integrantes de Cuerdas Andinas, agrupación fundada en 1975 y que ha tenido en su vida artística 18 cuerdas que la han representado con el corazón. En este enlace musical representado por Jonathan Colmenares, en el contrabajo; Geby Méndez en el cuatro y Leoncio Ontiveros en la guitarra, reconocidos por su camino musical en diferentes agrupaciones y de manera individual.
Ellos le dieron entrada a Jhonny Mendoza, quien esperaba ansioso por saludar a su gente con la que su alma se alimenta. La emoción no se hizo esperar, con un público de todas las edades que recibió al tenaz y noble artista, quien abrió sus brazos y sollozó de la emoción, lo cual enalteció a los asistentes, quienes no paraban de aplaudir.
La música del maestro José Pablo Mendoza, su padre, le llevó a los más íntimos recuerdos de su niñez, adolescencia y mayoría de edad a este violinista, quien entre una obra musical y otra narraba anécdotas jocosas con carácter sabio de las enseñanzas de su progenitor.
“Migajas”, “Bodas”, “Raúl Leoni”, temas del maestro Mendoza con arreglos de Jhonny y la interpretación de Cuerdas Andinas, en los que utilizó su violín acústico, el violín eléctrico y un instrumento muy particular, el cavanquinho (un instrumento portugués de cuatro cuerdas, familia de la guitarra y el tiple, y antecedente directo del ukelele).
Con arreglos de Jhonny Mendoza y la magistral interpretación de Cuerdas Andinas, el concierto prosiguió con la presencia de los hermanos Gerson y Édgar Moreno y la soprano Floraly Avendaño, quienes departieron con los presentes entre los cantos y las historietas. Los temas vocalizados por este trío fueron: “Mañanitas”, “Recordando el Ayer” y “Recuerdos”, “El Zarando” y “Evocando a mi Pueblo”, uno de los temas icono del maestro José Pablo Mendoza.
Momento familiar
Un momento sublime del concierto fue la intervención de los hermanos Mendoza Rodríguez en piezas musicales perfectamente seleccionadas: Pablo (guitarra), Manuel (contrabajo), Marva, Ángel (trombón) y el homenaje a su hermano Carlos “Calica” Mendoza con el valse “Calica”, compuesto por otra de sus hermanas, Marleny.
El bautizo de un CD con los temas grabados y de la autoría de su padre, y las condecoraciones creadas por Jhonny Mendoza y su equipo, todo en nombre del maestro José Pablo Mendoza, con las que condecoró a su familia y fue también condecorado, fortalecieron la unión y la compenetración que debe existir en toda familia.
La cúspide de este encuentro con los tachirenses, luego de casi tres horas de música y emociones, fue justo con el “Entreverao Llanero”, una recopilación de música recia del folklore venezolano, donde con su violín Jhonny Mendoza bajó del escenario y recorrió cada rincón del auditorio, con un público gozoso de contemplar cada vez más a este danzarín violinista, quien encantado por las notas musicales y su interpretación se mezcló como uno más entre sus paisanos.
Abrazado, entre aplausos, algarabía y gestos de satisfacción, culminó su apasionado encuentro musical junto a sus Cuerdas Andinas, con su salto acostumbrado con este ritmo característico venezolano que lo llevó a la cumbre de esta tertulia musical, que quedará en los buenos recuerdos de todos aquellos seguidores y los nuevos prospectos musicales, como ejemplo de sensibilidad y profesionalismo, en una entrega total a su tierra y a su gente, un encuentro y vuelta a casa, con un gesto espiritual de corazón para la gloria de Dios.
María Teresa Amaya