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Una rezo a la Virgen de Consolación: Su maternal bendición sobre nosotros

viernes 15 agosto, 2025

Una rezo a la Virgen de Consolación: Su maternal bendición sobre nosotros

Hoy es 15 de agosto y la iglesia universal celebra, según el Santoral Romano, la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo. De modo especial, la Iglesia que peregrina en el Táchira se desborda en ríos humanos que desembocan en la basílica menor de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, para rendir homenaje a la madre, a la señora, a la Reina del Cielo.

“La Perla del Torbes” recibe a miles de fieles que se acercan desde todos los rincones de la geografía tachirense a venerar a la madre del Señor que cumple 425 años desde que la tablita que contenía su imagen se restauró milagrosamente, según cuenta la historia.

Hay algo que diferencia a la fe católica de muchas otras creencias o religiones; es el sentirse cobijado por un amor maternal que sobrepasa todo entendimiento. Es que Dios, nuestro Padre creador, para dejar establecido el modelo de familia, quiso darnos en aquella humilde mujer de Nazaret la figura de una madre que ama y consuela.

Esta es la voz de aquella que en Caná de Galilea dijo a los servidores: “hagan todo lo que Él les diga” y María del Táchira está allí, en su basílica, recordándonos que Jesús “es el camino, la verdad y la vida”.

Es, sin duda, un 15 de agosto con un sabor distinto. Marcado por dos acontecimientos que renuevan la fe de este pueblo. En este día los fieles escucharán por primera vez, en la avenida uno de Táriba, la voz de un nuevo pastor diocesano: monseñor Lisandro Rivas Durán, sexto obispo de la Diócesis de San Cristóbal, y recordarán, además, con sentido agradecimiento, la voz de aquel que se hizo gocho por adopción y tomó a la Consolación como madre para siempre: monseñor Mario Moronta, obispo emérito de San Cristóbal, cuya pascua al encuentro con el Rostro Sereno y con su Santísima Madre ocurrió el pasado cuatro de agosto.

Una madre que reza a la madre del Señor  

Dilia Velasco es una tachirense que emigró a Manta, una zona costera de Ecuador, hace algunos años. Ella es una mujer de 63 años que, debido a la situación del país, buscó nuevos caminos en tierras lejanas y que, pese a la distancia, reza todos los días el Santo Rosario y lo finaliza con la oración a Nuestra Señora de la Consolación de Táriba.

— “En el día, en la noche, en el trabajo, en el descanso, en la salud, en la enfermedad, en la vida, en la muerte, en el tiempo y en la eternidad”. Todos los días – dice Dilia – pido a Dios y a nuestra madre Santísima que nos ayude, que nos bendiga. Siempre he sido devota de la Virgen de la Consolación.

Esta piadosa mujer narra, con lágrimas en sus ojos, con voz quebrada, que hace tres décadas le prometió a la Virgen que si su segunda hija nacía bien – ya que Adrián, su hijo primogénito nació con una condición en las piernas que le dificulta la movilidad – el día que cumpliera sus quince años, los celebraría con una santa misa de acción de gracias en la Basílica. Y así fue.

Hace unos meses, a esa misma hija le detectaron cáncer de cuello uterino. Dilia Volvió a poner su confianza en Dios y en la intercesión de la Consolación, pidió y ofreció rosarios de rodillas para que la madre buena escuchara sus ruegos y los llevara a Jesús. Pedía que su hija al ser operada le extirpara el cáncer totalmente. Así ocurrió. Anyury, de 34 años, fue intervenida quirúrgicamente en Ecuador y logró salir con éxito de la cirugía. No hay rastro de células malignas en su cuerpo. 

Dilia agradece a Dios, a la Virgen de Consolación y a los médicos, que su hija pueda seguir hoy criando, con buena salud, a sus tres nietos. Y sigue rezando, esta es una actividad que no cesa, ya no para pedir sino para agradecer que cuenta con una madre generosa que no se olvida de ellos, aún estando tan lejos de casa.

Una tablita traída a Táriba por los padres agustinos

A tono con la nueva realidad de la iglesia católica gobernada desde la Santa Sede en Roma, por León XIV, el papa agustino, es necesario recordar que fue precisamente en 1560 cuando los misioneros de la orden de San Agustín trajeron a Táriba la imagen de la venerable Virgen María.

Con el paso del tiempo, la tablita que contenía la imagen de Nuestra Señora se desdibujó y fue a parar al granero de la familia Álvarez de Zamora.

El sitio Virgendeconsolacion.com, dirigido por César Omaña, ofrece en su apartado “Documentos” diversas publicaciones dedicadas a la Virgen de Consolación, en ese texto se asegura que, en el año 1600, Juan Ramí­rez de Andrade, el Alférez y En­comendero de Pamplona, llegó a Táriba a visi­tar a su amigo Álvarez de Zamora. “Un día, después del almuerzo, los hi­jos de este último, Pedro, Gerónimo y Antonio, organizaron una partida de bo­los. Al partírsele una de las paletas, usuales en el juego, fueron a la des­pensa en solicitud de una tabla que les pudiese servir para reemplazarla, y al encontrar la que tenía la imagen borrosa la tomaron, como apropiada, no sin antes tratar de quebrarla para adaptarla a la necesidad requerida. Muchos golpes le dieron contra una piedra o quisieron romperla con un cuchillo, pero en vez de lograr su ob­jetivo se dieron cuenta que percutía como un tambor”, señala el sitio web.

La esposa de Álvarez Zamora rescató la tabla y la volvió a colgar en la despensa donde horas después ocurrió el portentoso milagro de la restauración milagrosa de la tablita. Los colores volvieron a aparecer y la imagen de María volvió a dibujarse. Desde entonces, hace 425 años, Nuestra Señora de la Consolación camina con los tachirenses quienes muestran respeto y agradecimiento a la madre buena que acompaña nuestros dolores y nos consuela en las penas.

Un santuario de Adoración Perpetua que nace a los pies de la Consolación

Monseñor Lisandro Rivas Durán, desde la cuenta en Instagram de la Diócesis de San Cristóbal, invitó a los fieles a participar desde las cuatro de la mañana de este día en la santa misa que se celebra en la Iglesia San José, donde se leerá “A los pies de nuestra madre el decreto de erección canónica del Santuario de Adoración Perpetúa. Inmediatamente después nos pondremos en camino, como peregrinos de la esperanza, hasta Táriba para celebrar, en la primera avenida, la Eucaristía Pontifical donde honraremos a nuestra madre bajo este título tan especial de la Consolación”, señaló el prelado.

La misa central se celebra a las diez de la mañana y será concelebrada por gran parte del clero tachirense.

Por su parte, el padre Jesús Duque, párroco de la Basílica de Nuestra Señora de la Consolación aseguró, en días pasados, que todo estaba listo para las festividades en honor a la Virgen Santísima.

El día de ayer se realizaron las vísperas solemnes a las siete de la noche y luego la serenata en honor a la madre de Dios.

María tiene muchos nombres: Chiquinquirá, Rosario, Coromoto, Mercedes, Luján… Pero especialmente Consolación. Un clamor, un grito, un pedido en medio de una realidad que golpea al tachirense y al venezolano en general. “Consuela a tu pueblo, María. – dice Dilia – Consuela a tus hijos que lloran lejos, cerca, dentro o fuera del país”. Finalmente, sigue siendo María de la Consolación la flor más bonita del Táchira y la perla de más valor a los pies del Torbes.  

Moisés Sánchez / Bogotá, Colombia.