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Inicio/Opinión/La mente, la inteligencia emocional y la Vinotinto

Opinión
La mente, la inteligencia emocional y la Vinotinto

lunes 15 septiembre, 2025

Hogan Vega y Dorli Silva

En la vida de un ciudadano, tener una experiencia negativa es sacar a relucir la fortaleza mental y la inteligencia emocional, conocidas esas dos habilidades como la capacidad de respuesta que sale del interior de cada uno de nosotros para contrarrestar el instante exacto de la frustración, especialmente cuando se pierden resultados y la confianza empieza a tambalearse, ya que no son conceptos abstractos, sino herramientas prácticas para manejar ese momento crítico.

Por consiguiente, es necesario hablar de la inteligencia emocional, a través de nuestra capacidad de reconocer y gestionar esas emociones, que se presentan en el momento de la frustración, la cual les permite un autoconocimiento, al identificar la emoción que se está sintiendo (“estoy frustrado”, “me siento decepcionado”) en lugar de dejar que esa emoción controle las acciones. Por otro lado, con la autorregulación, al lograr calmarse conscientemente antes de actuar, con tomarse un instante y realizar una respiración profunda o alejarse por un momento para no tomar decisiones impulsivas, se trata de darse una motivación intrínseca, al encontrar la fuerza para seguir adelante a pesar del resultado. La motivación no viene de ganar o de un resultado externo, sino del deseo de mejorar y dar lo mejor de sí mismo, sin importar las circunstancias.

Por otra parte, la fortaleza mental es la capacidad de resistir la presión y la adversidad, ya que no se trata de no sentir frustración, sino de no dejar que esa emoción lo paralice, en ese instante debe florecer tu yo interno, el cual se manifiesta en la resiliencia y la disciplina, de ahí que, por ejemplo, para un atleta con fortaleza mental, al fallar un tiro libre, no se queda pensando en el error, él inmediatamente cambia su atención a la defensa o a la siguiente jugada. Su mente está entrenada para recuperarse rápidamente del revés; en ese instante de frustración, la fortaleza mental es la que le dice: “Sigue adelante, no te rindas”. Y la inteligencia emocional es la que le permite hacer precisamente eso, gestionando el dolor y la decepción para que no se conviertan en un obstáculo insuperable, ambas habilidades son el escudo y la brújula para navegar a través de los momentos más difíciles y convertirlos en oportunidades de crecimiento.

A diferencia, si una persona no tiene fortaleza mental y la inteligencia emocional bien condicionada, se expone a sufrir las consecuencias de no asumir la realidad de lo que sucede, y entra en un estado emocional que le hace perder la concentración de lo que hace y se dispersa en pensamientos que lo descontrolan y pierde los objetivos trazados, desvirtuando la realidad a la que se enfrenta y los resultados son catastróficos. Es decir, cuando la frustración golpea, la mente puede caer fácilmente en un ciclo negativo, la pérdida de un partido, un proyecto fallido o un error en el trabajo puede generar una reacción en cadena, iniciando por la frustración, el resultado no es el esperado, creando una emoción intensa de enojo, tristeza o decepción. Por lo tanto, hay pérdida de confianza, donde esa frustración se traduce en dudas, y la persona empieza a cuestionar sus habilidades: “No soy lo suficientemente bueno”, “nunca lo lograré”. Seguidamente, hay una pérdida de control, la mente se centra en el fallo, lo que dificulta la toma de decisiones lógicas o el enfoque en el siguiente paso.

En efecto, la situación que se describe, donde el manejo de las emociones y la búsqueda de resultados desencadenan una pérdida de control y desconfianza, es un fenómeno psicológico muy común, especialmente en el ámbito deportivo y en cualquier actividad de alto rendimiento. Tal como sucedió el día martes 9 de septiembre en el estadio de Maturín, en el juego de Venezuela y Colombia por las eliminatorias al mundial del 2026, donde al finalizar el primer tiempo con marcador empatado 2 a 2, pero en otro juego el resultado en el descanso entre Bolivia y Brasil terminó 1 por 0 a favor de Bolivia, resultado que condiciona el juego de los jugadores venezolanos, y determina un cambio de estrategia en la búsqueda de un resultado positivo solo de ganar, y la búsqueda de ese resultado saca a relucir la fortaleza mental y la inteligencia emocional de cada jugador venezolano.

En consecuencia, la derrota de Venezuela frente a Colombia, a pesar de tener todo a su favor, es un claro ejemplo de cómo la presión por el resultado puede ser contraproducente, donde la presión por la victoria genera un estado de ansiedad y miedo a fallar, este estado emocional puede llevar a un bloqueo mental, donde los atletas no pueden ejecutar sus habilidades de forma óptima, y por tal motivo se pierde la fluidez y la espontaneidad, y las decisiones se toman desde el miedo, no desde la confianza. En todo caso, es importante evaluar el papel de las emociones y la mente en el rendimiento, ante un bloqueo mental, la ansiedad por el resultado (la victoria o la derrota) inunda el cerebro, dificultando la concentración y la toma de decisiones, es como si la mente se “congelara” en el peor momento.

Sin duda, se inicia con la pérdida de control, cuando los atletas se obsesionan con el resultado, dejan de enfocarse en el proceso de la actividad, en lugar de jugar cada jugada o dar cada paso con confianza, se preocupan por lo que “podría pasar si fallan”, esta pérdida de control sobre el presente es lo que lleva a cometer errores. Para tal efecto, surge la desconfianza, cuando los errores empiezan a acumularse, la desconfianza se instala, el jugador empieza a dudar de sus propias habilidades, lo que genera un círculo vicioso: la desconfianza lleva a más errores, y más errores refuerzan la desconfianza.

Esta situación, era responsabilidad del cuerpo técnico y su equipo psicológico en enfocarse en el proceso, no en el resultado, donde la clave está en cambiar el enfoque de “tengo que ganar” a “voy a dar mi mejor esfuerzo en cada momento”, esto implica, saber el manejo de la ansiedad, mediante técnicas de respiración o mindfulness o atención plena (es una técnica de meditación que consiste en prestar atención de forma intencionada al momento presente, observando pensamientos, sensaciones y emociones sin juzgarlos ni aferrarse a ellos)  para mantenerse en el presente y no dejar que la mente divague hacia el futuro (la victoria) o el pasado (errores previos). Al mismo tiempo, aceptar la incertidumbre, a través de entender que no se puede controlar todo, aceptar que el resultado final es incierto y concentrarse en las cosas que sí se pueden controlar: la preparación, el esfuerzo, y el enfoque.

A pesar del esfuerzo, en la búsqueda de fortaleza mental, o lo que es lo mismo, entrenar la mente para ser resiliente y reponerse rápidamente de los errores, y poder ver los fallos no como derrotas, sino como oportunidades de aprendizaje. En síntesis, la desconfianza y la pérdida de control no surgen de la derrota en sí misma, sino de la forma en que las emociones se gestionan o, más bien, no se gestionan, ante la presión por el resultado. La verdadera victoria, en muchos casos, es ser capaz de mantener la calma y la confianza,  incluso cuando las cosas no van como se esperaba.

 Sin embargo, la derrota de Venezuela ante Colombia es una experiencia más y solo debe cerrarse la página como resultado, y empezar un ciclo para el Mundial 2030, en la búsqueda de confianza a sabiendas de lo ocurrido, por tanto, la confianza no es ciega; se construye sobre la aceptación de los errores, la resiliencia y la certeza de que, a pesar de los tropiezos, el esfuerzo y la preparación darán frutos. En esencia, la búsqueda de la victoria no es solo un esfuerzo físico o estratégico, sino una lucha interna, el verdadero crecimiento ocurre cuando la mente se vuelve lo suficientemente fuerte para aceptar la derrota sin desmoronarse, utilizando cada revés como un peldaño en el camino hacia el éxito, es un proceso de aprendizaje continuo y una muestra de madurez emocional. Daniel Goleman dijo: “El logro real no depende tanto del talento como de la capacidad de seguir adelante a pesar de los fracasos”.

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