Las religiosas Carmelitas Descalzas, del Monasterio Santa María del Monte Carmelo, organizan un Bingo Familiar, para culminar la construcción del columbario, invitando a toda comunidad a participar en las diferentes actividades, el próximo 26 de octubre

El silencio es lo primero que te golpea al llegar al Monasterio Santa María del Monte Carmelo. Un silencio que se esconde entre los pinos altos y frondosos y un muro blanco que en su interior protege a las carmelitas descalzas.

Subiendo por La Cueva del Oso, cerca del páramo, se encuentra este lugar donde la fe se teje en cada costura y se cocina en cada galleta o postre para el sustento comunitario.

Junto a la capilla de oración, una fachada de cemento gris, con una ventana puesta de vitrales para iluminar su interior y una puerta de madera es el mudo testimonio de un sueño que lleva al menos once meses paralizado. 

“Desde noviembre pasado tuvimos que paralizar la construcción del columbario. Se paró todo porque no había más recursos, ni cómo pagar trabajadores y tampoco material”, afirma la madre María Lucía de Cristo Rey, explicando cómo ha afectado la falta de fondos para su culminación.

Este pequeño espacio destinado para ser el descanso de las cenizas de los difuntos, resulta ser un proyecto mayor a solo una construcción, y es también parte de la misión espiritual de las hermanas carmelitas descalzas. “Es mejor tener las cenizas  en un camposanto, que tenerlo en una sala o llevarlo de viaje”, explica la Madre María Lucía enfatizando el ideal de la Iglesia Católica, que a pesar de que permite la cremación, lo mejor es que las cenizas o el cuerpo del fallecido reposen en un sitio de oración y reverencia.