Opinión
Más allá del lamento: el desafío de cambiar nuestra mentalidad
martes 23 septiembre, 2025
Ninoska García de Morales
Introducción
En la vida personal, profesional y social, es frecuente que, ante resultados adversos, la reacción instintiva sea buscar responsables fuera de nosotros mismos. Esta tendencia a desplazar la culpa hacia factores externos o decisiones ajenas resulta más sencilla que asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponde. Sin embargo, esta mentalidad, tanto a nivel individual como colectivo, limita la autocrítica, perpetúa la pasividad y retrasa el verdadero cambio.
El peso de la mentalidad colectiva
En muchos contextos, la mentalidad colectiva se orienta a esperar que otros resuelvan lo que nos corresponde enfrentar directamente. Es común que, ante retos decisivos, se confíe en que factores externos facilitarán el camino, en vez de asumir la responsabilidad de hacer todo lo posible —y aún lo imposible— para alcanzar la meta. Esta actitud puede surgir incluso cuando las circunstancias son especialmente favorables y existen elementos concretos a nuestro favor.
Este fenómeno no es exclusivo de la vida cotidiana; se observa también en ámbitos como la educación, el derecho y el deporte. Por ejemplo, en el caso de un estudiante que enfrenta dificultades académicas, es común que atribuya sus bajas calificaciones a la dificultad de las materias, a la falta de recursos o a métodos de enseñanza poco efectivos. Sin embargo, existen casos en los que, al adoptar una mentalidad de crecimiento y asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje, el estudiante logra desarrollar nuevas estrategias de estudio, buscar apoyo adicional y transformar su rendimiento académico. Así, demuestra que, con disciplina y disposición al cambio, es posible superar obstáculos que parecían insuperables.
Renovar la mente: de la pasividad a la acción
Una mente renovada no delega su destino a lo que otros hagan o dejen de hacer. Por el contrario, se disciplina para identificar oportunidades, derribar fortalezas mentales de dependencia o pasividad, y enfocar toda su energía en la acción y la fe activa. Así, en vez de esperar que el resultado venga de fuera, se asume el protagonismo y se movilizan todos los recursos internos y espirituales para conquistar el objetivo.
Este principio es aplicable en cualquier ámbito de la vida. Cuando la mentalidad se alinea con la convicción de que el resultado depende de nuestra preparación, enfoque y determinación, se abren posibilidades que trascienden las limitaciones naturales. La transformación comienza cuando dejamos de esperar que otros hagan lo que nos corresponde y decidimos, con disciplina mental y fe, dar el paso decisivo hacia la victoria.
Rompiendo esquemas de resignación colectiva
La verdadera renovación mental exige romper con viejos esquemas de resignación colectiva y desafiar aquellas voces internas que susurran: “se los dije”, “otra vez nos eliminaron”, “siempre ha sido así” o “nada cambiará”. Es allí donde la disciplina de la mente se convierte en el recurso más valioso, permitiendo enfocar la visión no en los errores del pasado, sino en las posibilidades que surgen cuando cada individuo asume su rol protagónico y se rehúsa a ceder el control de su destino.
En el ámbito educativo, por ejemplo, la adopción de metodologías innovadoras —como el aprendizaje activo, el trabajo colaborativo y la integración de tecnología— ha demostrado ser un catalizador para el cambio de mentalidad. Estas estrategias fomentan la resiliencia, la creatividad y la capacidad de adaptación, elementos esenciales para superar la adversidad y transformar la realidad.
El peligro de la celebración prematura
Muchas veces, una señal temprana de éxito lleva a la ilusión de que todo está resuelto, generando un ambiente de celebración prematura. Tanto en la sociedad como a nivel personal, es común que, tras un avance inicial, la atención se desplace hacia el orgullo y la satisfacción momentánea, dejando de lado la concentración y el esfuerzo sostenido que aún se requiere para alcanzar la meta final.
Esta actitud revela una fortaleza mental de confianza excesiva o de dependencia en circunstancias favorables, que debilita la determinación y el sentido de responsabilidad. La mente renovada, en cambio, reconoce que el verdadero logro sólo se confirma cuando se ha completado todo el proceso, y que la celebración genuina debe ir acompañada de vigilancia, sacrificio y enfoque constante hasta el último momento.
El cambio profundo: disciplina, perseverancia y compromiso
El cambio profundo ocurre cuando superamos la tendencia al conformismo y al triunfalismo anticipado, y asumimos la disciplina de mantenernos atentos, perseverantes y comprometidos hasta el final. Es entonces cuando la transformación mental nos permite sostener la fe activa y la acción decidida, sin ceder a la distracción, para conquistar los objetivos que verdaderamente nos pertenecen.
En el contexto venezolano, tanto en la educación como en el derecho, la transformación de la mentalidad es una necesidad urgente. Adoptar una mentalidad de crecimiento, resiliencia y responsabilidad puede ser la clave para superar la crisis, innovar en la práctica docente y legal, y defender los derechos humanos en escenarios adversos.
Conclusión
Más allá del lamento, el desafío de cambiar nuestra mentalidad es, en esencia, el desafío de asumir el control de nuestro destino. La transformación comienza en la mente: cuando dejamos de esperar que otros hagan lo que nos corresponde, y decidimos, con disciplina y fe, dar el paso decisivo hacia la victoria. En tiempos de incertidumbre y adversidad, la mentalidad renovada es el recurso más valioso para quienes aspiran a ser protagonistas del cambio.
Por un Derecho vivo, crítico y humanista
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