Regional
Humanidad y ciencia presentes en la historia del Hospital Central
lunes 29 septiembre, 2025
“El hospital siempre ha sido un apoyo para el tachirense. Es el lugar donde podrá encontrar médicos y enfermeras dispuestos a ayudarlo”, reflexionó Raiza Useche, médico del Servicio de Oncología y conocedora de la historia del centro de salud



El Hospital Central de San Cristóbal surge en la mitad del siglo XX como una obra de majestuoso tamaño. Era muestra del progreso alcanzado durante la modernización de la medicina venezolana. A nivel arquitectónico, cada lugar fue pensado para ser funcional, sin perder relación con la estructura urbana de la ciudad. Suele ser definido como un símbolo de salud y, sobretodo, de vocación al servicio y cuidado de la vida tachirense.
Durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, la división de instituciones médico asistenciales del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) impulsó el desarrollo del proyecto. La construcción del centro de salud estaba planeada dentro de una política de creación de una red de hospitales a nivel nacional.
El diseño fue concebido en 1946 por el arquitecto español Fernando Salvador y el ingeniero Pedro Ortiz. Buscaban una estructura simétrica y sencilla, pero imponente debido a su tamaño. El edificio, de 10 pisos y tres alas (Oeste, Este y Sur), contaba con servicios de emergencia pediátrica y de adultos, nueve quirófanos, laboratorio, laboratorio de anatomía patológica, morgue, admisión, áreas de consulta y de hospitalización.
Comenzó a construirse durante el año 1953, sobre un terreno de 100.000 metros cuadrados, en La Concordia. La edificación de 40.000 metros cuadrados duró cuatro años en construcción, reunió los aportes de ingenieros, arquitectos y especialistas de la medicina, para lograr una estructura simple pero funcional. Estaba desprovista de elementos decorativos; no obstante, buscaba responder a las necesidades tanto de los pacientes como del personal médico.
― El Hospital Central estaba listo para funcionar a finales de 1957. Marcos Pérez Jiménez lo iba a inaugurar; no obstante, no tuvo tiempo, fue derrocado en 1958 y el majestuoso centro médico quedó en la planicie, sin ser usado― relató la doctora Raiza Useche, del Servicio de Oncología y conocedora de la historia del hospital―. Su vinculación con el depuesto presidente casi lo condena al abandono. Se aceleró su puesta en funcionamiento gracias a la presión de un sacerdote.
De acuerdo con lo investigado por la doctora Useche, el hospital tiene dos fechas de inauguración: el 14 de julio y el 12 de agosto de 1958. En la primera fecha se realizó un acto discreto, con la bendición de la obra por parte del entonces obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Alejandro Fernández Feo. En este acto estuvieron presentes: Espíritu Santo Mendoza, ministro de Sanidad y Asistencia Social de Venezuela; Juan Pablo Llinás, titular de Salud Pública de Colombia; y Santiago Ochoa Briceño, gobernador del estado Táchira.
El Hospital Central inició oficialmente operaciones el 12 de agosto de 1958, después de una campaña comunitaria dirigida por el párroco de la Unidad Vecinal, Antonio Arellano Durán. Los primeros pacientes fueron trasladados del Hospital José María Vargas –se conserva su fachada en la plaza Antonio Ríos Reyna, conocida como plaza Los Enanitos- al Hospital Central, luego de recibir la aprobación de su director, el doctor Alfredo J. González.
El último director del Hospital José María Vargas se trasladó al Hospital Central con los pacientes, para convertirse en su primer director. El centro médico inició con una capacidad aproximada de 560 camas, más tarde evolucionó a 660, para atender a una población de 246.000 habitantes del Táchira. Para octubre de 1958 casi 3.000 pacientes habían sido atendidos.
―En aquel momento era un hospital muy grande y tenía gran capacidad. Podía ayudar a mejorar la situación de salud del estado y sus alrededores. Recibía pacientes de Barinas, Mérida, Apure, hasta de Zulia, e incluso fuera de sus fronteras ― destacó la doctora Raiza Useche―. Para nuestros hermanos colombianos, este era un hospital importante, en Cúcuta no había centro asistencial como este.
Durante décadas el Hospital Central fue considerado como un centro de salud binacional. Era un puente de hermandad donde los colombianos y venezolanos eran cuidados por igual. Desde operaciones complejas hasta partos y consultas médicas, los ciudadanos de Colombia eran atendidos en el centro de salud. Cientos de bebés del vecino país nacieron en sus pabellones y un sinnúmero de personas que pasaban la frontera, en busca de atención, encontraban un refugio para calmar sus males de salud.
Conocido como el Gigante de La Concordia o el Monstruo, debido a su inmenso tamaño, se convirtió en cuna de avances tecnológicos y científicos del momento. Sus pasillos fueron testigos de hitos que marcaron para siempre la historia de la medicina tachirense, lo cual demuestra el compromiso de los médicos de la región con la vanguardia científica. El hospital fue un motor de innovación y punto de encuentro para la comunidad médica.
Sus profesionales, movidos por una ética y vocación inquebrantables, realizaron diferentes avances científicos. Tal es el caso del doctor Alexis Bello, quién marcó un hito en el Hospital Central, el 20 de agosto de 1976, con el primer implante de marcapasos en la entidad.
―Nuestro hospital es el guardián incansable de la salud tachirense, un centro de referencia― acotó la doctora Raiza Useche.
Desde sus inicios, el guardián incansable ha trabajado ininterrumpidamente. Diariamente puede llegar a atender un aproximado de cinco mil personas, entre tachirenses, visitantes de todo el occidente venezolano y del Norte de Santander. Ha sido el escenario de bienvenidas y despedidas, de alegrías y tristezas, de oraciones desesperadas y milagros realizados.
Hoy en día presenta la misma estructura de sus inicios: Diez pisos, tres alas y las emergencias. No ha dejado de ser el mismo laberinto de entradas, salidas, pasillos y salas que inició hace 67 años. Sólo se agregaron otros servicios y nuevas especialidades o subespecialidades de la medicina. Su entrada siempre se encuentra congestionada, personas entran y salen, doctores caminan a paso rápido con el peso de la vida sobre sus hombros.
Estudiantes de Medicina salen del auditorio Hugo Murzi, luego de una jornada académica. El Hospital Central es un centro médico universitario, es decir, cuenta con residentes de postgrado en diferentes especialidades, como medicina interna, anestesiología, obstetricia, pediatría, traumatología y oftalmología.
―El hospital aún es el principal centro de salud de todo el estado Táchira, continúa como referencia, gracias a nuestro equipo de médicos y residentes, quienes mejoran la calidad de la asistencia médica ―añadió Raiza Useche con tono firme―. Una gran cantidad de profesionales quieren venir para cursar su postgrado aquí. Incluso fuera de nuestras fronteras, hay muchos profesionales de Colombia que concursan para nuestros programas académicos de nivel superior.
Los verdaderos héroes de esta historia son los médicos, enfermeras, estudiantes y trabajadores, quienes con vocación al servicio dejan huella en cada paciente atendido. El área de emergencia del hospital es el epicentro de su incansable actividad. Es un área que a veces se abarrota con la llegada constante de pacientes.
―Es un espacio que a veces golpea por todo lo que sucede, pero también donde puedes encontrar las mayores satisfacciones ―explicó la Dra. Useche con la vista fija en el escritorio, en su mente recuerda todos los momentos que vivió en emergencia―. Es bien satisfactorio recibir un paciente y entre el grupo que está allí en emergencia, sobre todo los residentes de medicina, ver el caso, discutirlo, y salvar la vida.
En el área de consulta externa, la misión de sus doctores es clara: Ayudar, orientar y drenar las necesidades de los pacientes, en el menor tiempo posible. Por otro lado, en el área de quirófanos el equipo médico busca solucionar la situación y egresar al paciente de la mejor manera y con salud.
Muchos médicos, enfermeras e internos dejaron huella en su paso por el hospital. Por lo general, aquellas personas que laboran en sus instalaciones, desarrollan un gran amor por el Gigante de La Concordia. Varios doctores se destacaron: Francisco Ramírez Espejo, Gonzalo Vargas, Francisco Romero Lobo, Aron Toledano, Mario Rincón Dávila, Rodolfo Becker, Ricardo Benvenuto, entre muchos otros.
Incluso, muchos doctores le traen honores y reconocimientos al hospital, como el doctor Nelson Rosales Abreu, quien durante el Congreso Venezolano de Oftalmología fue el expositor del caso llamado: “Con un ojo al gato y con el otro al garabato”, sobre una patología que se da una vez entre 250 mil personas. Esta exposición ganó el primer lugar en el 8° Gran Round de Oftalmología Pediátrica para Residentes; además, hizo sobresalir el loable trabajo que se realiza en el Hospital Central.
“Yo en mis veintitrés años he podido conocer el Hospital completo en su estructura, desde el fondo hasta el último piso. Aunque se vea muy grande, a veces se queda pequeño para todo lo que debemos atender hoy en día”, expresó la doctora Raiza Useche.
El Gigante majestuoso de La Concordia sigue de pie, aún sobresale entre los edificios de la ciudad de San Cristóbal. Muchas personas concuerdan en algo: aún no existe en el Táchira una obra pública de semejante envergadura. (Mariangel Suárez, pasante ULA)