Regional
Karla Galvis y Merbis Orozco: Dos mujeres unidas por el lazo rosa
lunes 27 octubre, 2025

Más allá del diagnóstico, ambas transformaron su batalla contra el cáncer de mama en un propósito inquebrantable: Dedicar sus vidas a ser testimonio y pilares fundamentales dentro de la asociación
Cada semana, entre cuatro y seis mujeres tocan la puerta de Seno y Vida, en busca de medicamentos, una prótesis tejida, o simplemente desahogar su dolor con la certeza de que todo saldrá bien. Karla Galvis y Mervis Orozco las esperan con un fuerte abrazo. Ambas son dos mujeres cuyas vidas, completamente diferentes, fueron unidas por el lazo rosa.
La labor de Seno y Vida encapsula la misión esencial conmemorada en el mes de octubre: Brindar apoyo a aquellas personas que padecen o padecieron cáncer de mama, promover el diagnóstico temprano y honrar la historia de lucha de las sobrevivientes.
En aquel lugar acogedor, en la calle 14 de Barrio Obrero entre carreras 15 y 16, el miedo y la incertidumbre ceden ante la comprensión de quienes ya transitaron por ese camino. Los pacientes pueden transformar su diagnóstico en vocación de servicio, al encontrar allí una red de apoyo emocional.
Karla Galvis inicio hace diez años como voluntaria. Por su parte, Mervis Orosco comenzó como secretaria de la asociación, apenas cinco años atrás. El mismo diagnóstico puede ser completamente diferente en dos personas, más allá de su lucha contra la enfermedad, a ambas las unió la misma promesa: Transmitir esperanza en cada sonrisa.
El secreto de la vida es la fe
En 2016, la vida de Karla Galvis dio un giro radical al recibir el diagnóstico de cáncer de mama, con tan solo 38 años. Aquel momento no fue el final para ella, sino el comienzo de su misión.
Luego de la invitación de la doctora Nelly Carrero, presidenta de Seno y Vida, Karla Galvis decidió canalizar su lucha a través de un propósito mayor: Trabajar en beneficio de todas aquellas personas que acuden a la asociación en busca de apoyo. De esta forma, inició de su camino como voluntaria.
― A lo largo de su lucha contra la enfermedad, ¿cuál fue la prueba más difícil de superar?
― Cuando recibí el diagnóstico, yo no pensé en la muerte. Recibí 8 quimioterapias, 25 radioterapias, me hicieron una mastectomía radical en mí mama derecha. Para mí lo más difícil fue el vaciamiento de la mama, el perderla a los 38 años ― relató Karla Galvis, una señora de cabello corto y oscuro. Ella se llevó una de sus manos al pecho―. Del resto lo llevé bien, porque siempre he tenido mucha fe y optimismo.
Sentada firmemente en una de las sillas de la oficina de Seno y Vida, proyecta una calma imperturbable. Viste una camisa negra con el logo distintivo de la asociación y un corazón rosa sublimados. La mirada serena y el ritmo pausado de su voz, es un reflejo de su forma de afrontar la nueva batalla.
―Todo iba perfectamente, pero comencé a sentir un dolor extraño. Luego de varios estudios, me detectaron una metástasis ósea en el esternón. Ya tengo un año en tratamiento, pero psicológicamente no es fácil ―confesó, con su vista fija en la puerta y la voz temblorosa―. En esta oportunidad sí me asustó la muerte, porque los médicos no hablan de cura, sino de evitar que se extendiera a otros órganos. En mi caso, gracias a Dios está estable.
― ¿Qué la motivó a usted a salir adelante en los momentos difíciles?
― Mi motivo principal es mi amor por la vida, la fe en Dios ― ella mantenía su postura erguida. Mervis Orozco, sentada detrás del escritorio, la miraba con los ojos brillantes―. Además, cada ayuda que puedo dar en Seno y Vida me llena mucho. Aunque es triste cuando una paciente se va, también es muy satisfactorio cuando hay victorias.
“Ángeles terrenales” en Seno y Vida
Mervis Orozco fue diagnosticada en abril del 2018. A diferencia de Karla Galvis, la idea de morir sí cruzó por su mente desde el principio, era uno de sus mayores temores cuando comenzó su tratamiento.
Ella se sometió a una mastectomía radical, 6 quimioterapias, 18 ciclos de Herceptin, cinco años de hormonoterapia y cuatro ciclos de fijador de calcio.
La serenidad de Karla Galvis se complementa con el entusiasmo de Mervis Orozco, una señora risueña con lazos rosas en sus pendientes, uñas y camisa. Tan pronto como recibió la noticia de la enfermedad, sus médicos, Nelly Carrero y Stella Rivas, le presentaron Seno y Vida.
― ¿Cómo fueron sus inicios en la asociación y cómo impactó su proceso de recuperación?
― Desde el principio conseguí los mejores ángeles terrenales que pude tener. Las doctoras me invitaron a formar parte de las Damas Rosas. Yo asistí a conversatorios desarrollados en el oncológico con las pacientes que pasaban por su proceso de quimioterapia. Para ese momento, yo no había sido operada todavía, pero sentir ese acompañamiento me llenó de fe y esperanza.
― ¿Qué ha cambiado en su vida desde aquel momento del diagnóstico hasta ahora?
― Todo mi proceso fue de la mejor manera, siempre con la fe en Dios. La asociación y mi familia siempre me brindaron todo el apoyo necesario. Desde hace cinco años soy la secretaria de la sede de Seno y Vida, lo cual me permite dar mi testimonio y apoyar a las pacientes que apenas inician su tratamiento.
Después de siete años, Mervis logró el objetivo que se propuso en aquel primer encuentro de las Damas Rosas: Dar testimonio de vida para sembrar esperanza. Ella, sin saberlo, cuando venció su miedo, se convirtió en el ángel terrenal de aquellas mujeres que libran sus propias batallas ante la enfermedad.
Seno y Vida enlaza a aquellas mujeres cuyos diagnósticos pueden ser diferentes, pero tienen algo en común: El deseo de poder reescribir la historia para convertirse en testimonio de superación. El amor por la vida las une en una amistad inquebrantable, nacida entre las paredes de una oficina pequeña con adornos color rosa. (Mariangel Suárez/Pasante ULA)









