Opinión
El despertar de la conciencia ante la influencia espiritual y el conflicto interior
domingo 9 noviembre, 2025
Pedro Morales
Introducción
Este artículo ofrece, para una audiencia católica, una lectura espiritual del presente: la erosión de la autonomía interior, la presión cultural que confunde los criterios y la exigencia de una respuesta a la vez contemplativa y práctica. En ese marco, el Aviso —o iluminación de las conciencias— se presenta como un juicio interior de misericordia y la Adoración Eucarística en Postración como cauce de preparación y de custodia, a fin de traducir la luz recibida en decisiones cotidianas.
I. Influencia espiritual negativa y autonomía interior
Bajo los titulares se libra un combate más hondo: “nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra principados y potestades” (Ef 6,12). Por “influencia espiritual negativa” entendemos toda presión que desordena los afectos, oscurece la conciencia y debilita la libertad para el bien. Hoy opera a través de dinámicas observables: economía de la atención, sobreexposición de estímulos, desinformación, cámaras de eco —entornos donde solo se oye lo que confirma lo propio— y segmentación algorítmica que premia lo polarizante. Estas inercias facilitan la instrumentalización de lo religioso —usar la fe, sus símbolos y discursos con fines políticos, económicos o de poder— y erosionan la libertad interior.
Para el católico, la defensa decisiva está dentro: “la conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre” (CEC 1776). Su recta formación exige verdad y gracia; se cultiva con la Palabra, la oración, los sacramentos y la caridad operante (CEC 1783–1785), de modo que el corazón se oriente con firmeza hacia la verdad y el bien.
II. Cuando la razón es desafiada
La escalada de confrontaciones y la fragilidad de las instituciones muestran que lo técnico no basta. Por “técnico” se entienden, entre otros elementos, las reglas, protocolos, planes de gestión, soluciones de ingeniería y algoritmos. Todo ello ayuda, pero no alcanza el fondo si falta una brújula moral. Cuando la razón se desconecta de la verdad y del bien, queda sin frenos ante decisiones peligrosas, y la división interna erosiona el sentido compartido. Este límite no invita al pesimismo: es una oportunidad para volver a las fuentes que integran razón y fe, libertad y bien, y discernir con lucidez y humildad.
III. El Aviso: juicio y misericordia
En la tradición espiritual católica se habla del Aviso —en el ámbito de la revelación privada (CEC 67)— o iluminación de las conciencias: un acontecimiento de gracia en el que la misericordia se convierte en conocimiento de sí ante Dios. En ese momento, cada persona se verá con absoluta claridad, reconocerá sus actos y sus consecuencias sin excusas y escuchará un llamado inequívoco a la conversión. Simbólicamente, se describe como un breve oscurecimiento seguido de una irrupción de luz que revela la verdad interior. “La ley está escrita en el corazón” (Rom 2,15); a la vez, “examinad los espíritus” (1 Jn 4,1): toda experiencia debe contrastarse con la fe de la Iglesia y sus frutos.
IV. Verdad interior y relatos reductivos
Tras una gracia así, es previsible que aparezcan no solo interpretaciones, sino también relatos mediáticos, diagnósticos académicos, marcos clínicos, encuadres periodísticos y estrategias institucionales que intenten explicarla únicamente en clave material o psicológica. No se trata de polemizar, sino de custodiar la verdad interior con criterios objetivos: conformidad con el Evangelio, frutos de humildad, paz y caridad, obediencia eclesial y perseverancia en el bien. Cuando una cultura desatiende sistemáticamente su dimensión espiritual, crecen el vacío y la polarización; no como “castigo” mágico, sino como consecuencia de ignorar lo que nos constituye.
V. Cauce de preparación y custodia: Adoración Eucarística
En este horizonte de preparación, “la adoración del Santísimo Sacramento es el culto debido a Cristo” (CEC 1378). La Adoración Eucarística en Postración ofrece un cauce concreto y silencioso: postrarse ante el Santísimo —arrodillarse o inclinarse profundamente— ordena la mirada interior, aquieta la prisa y dispone la conciencia a la verdad. No añade énfasis exteriores; más bien, prolonga en clave contemplativa lo celebrado en la Eucaristía y favorece que el examen del corazón se acoja con humildad, como ejercicio de gratitud, reparación y propósito de enmienda.
Llegado el momento, tras el Aviso, cuando la claridad recibida corra el riesgo de diluirse por la urgencia o por relatos, diagnósticos y encuadres —mediáticos, clínicos o institucionales— que intenten reducirla a lo meramente material o psicológico, la misma postración se convierte en custodia de la luz: un retorno a lo esencial que sostiene la conversión en la vida cotidiana y traduce la conciencia iluminada en decisiones concretas. Así, lo vivido no se desvanece en una impresión fugaz, sino que se prolonga en hábitos de agradecimiento, discernimiento y misericordia, en coherencia con la celebración eucarística.
VI. Conclusión sobre la autonomía espiritual y la esperanza
El conflicto decisivo se dirime en la conciencia. La respuesta cristiana es una autonomía espiritual anclada en la verdad, la oración y la caridad: elegir la transformación antes que la reactividad y la esperanza antes que el temor. La Adoración Eucarística en Postración no es un adorno piadoso: prepara el corazón para la luz y su custodia, y la traduce en decisiones concretas de gratitud, reparación y misericordia. Con María, maestra de silencio y prontitud, confiamos en el triunfo de la gracia que nace en lo secreto y fecunda la historia.
¡Al final, el Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María triunfará!
Misión Eucarística para la liberación espiritual “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”.
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