Internacional
Venezolanos de padres colombianos colapsan instituciones en Colombia
29 de abril de 2018
En las afueras del Instituto Nacional de Enseñanza Media Diversificada (INEM) “José Eusebio Caro” de Cúcuta, ciudadanos viven a la intemperie para tratar de obtener la cédula colombiana. Cartones y sábanas improvisadas son el único techo de los colombos-venezolanos que esperan hasta 7 días en las calles sin dinero ni comida. Ese colegio fue habilitado por la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia para descongestionar la sede principal de la localidad, luego del incremento de trámites producido por el éxodo masivo desde Venezuela.
No es un trámite para venezolanos. Los únicos que tienen derecho a solicitar el documento de identificación son aquellas personas de padre o madre colombianos que, en su mayoría, son hijos de emigrantes que en otra época fueron a vivir a Venezuela debido a los conflictos sociales y políticos que afectaron a Colombia. Ahora, la segunda generación se ve en la necesidad de dejar el país en el que nació y comenzar desde cero, igual que hicieron una vez sus padres.
Roque Martínez, delegado asignado de la Registraduría Nacional para el departamento del Norte de Santander, informó que desde Bogotá se debió organizar esa jornada especial para trámites de documentos en los departamentos fronterizos. “Nosotros estábamos trabajando en la Registraduría Especial de Cúcuta y en todas las registradurías que tienen frontera con Venezuela. Pero han sido tantas las personas que no fuimos capaces de atenderlas ni física ni tecnológicamente”.
Según datos de Martínez, durante el operativo que se habilitó desde principios de febrero se atendía a 500 personas diariamente. A pesar de los esfuerzos de las autoridades colombianas y de organismos internacionales, los operativos especiales no han resuelto de manera concreta el problema humanitario que viven quienes realizan el trámite.
“La Registraduría Nacional le pidió al gobierno central para que se hiciera una brigada que estuviera la Defensa Civil, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, por los niños menores desprotegidos y con necesidades de atención. Pedimos ayuda a la Secretaría de Salud porque vienen personas deshidratadas, muchos niños enfermos y sin vacunar. Tenemos también a la Cruz Roja internacional”, explicó el delegado.
Adentro del INEM el orden reinaba: en una cancha de concreto las sillas estaban ordenadas. Las personas esperaban pacientes en sus asientos. También tenían unas gradas que eran utilizadas para que los ciudadanos descansaran. Había refrigerios y equipos médicos de atención primaria.
Afuera del INEM el caos se percibía a simple vista: hombres, mujeres y menores de edad acostados en la acera, ropas sucias, poco espacio para caminar, caras cansadas.
“Nos ha tocado andar con cartones para dormir en el piso”
Wendy Castellano, de San Antonio del Táchira, tenía siete días esperando por una cita que le permitiera tramitar la cédula colombiana. Ella quiere trabajar en Colombia legalmente, sin embargo, desde que llegó a Cúcuta las circunstancias la obligaron a quedarse en la calle y a convivir con el resto de las personas que también necesitan el documento de identificación.
“Nos ha tocado andar con cartones para dormir en el piso. Es horrible dormir en el piso”. Los primeros días podían dormir en la periferia del INEM, pero con el pasar del tiempo la Policía local empezó a desalojarlos y debieron refugiarse en parques y plazas cercanas. Por orinar en los sitios les cobraban 500 pesos, por lo que la mayoría de los que pernoctaban en las adyacencias del colegio hacían sus necesidades en la acera.
Las autoridades colombianas, al percatarse de la situación, habilitaron dos baños portátiles dentro del INEM. Aunque después de las 6:00 pm las personas deben ingeniárselas para conseguir baños.
Roque Martínez, delegado asignado de la Registraduría Nacional para el departamento del Norte de Santander, calificó esta situación migratoria como una emergencia nacional. “Era un espectáculo grotesco ver personas durmiendo en las calles dos, tres días sin cambiarse, sin bañarse, sin comer. Era tecnológica y humanamente imposible”.
El efecto ha sido inversamente proporcional: en lugar de disminuir la problemática del éxodo de ciudadanos colombo-venezolanos, han aumentado con cada operativo los lugares donde se observa a más personas quedándose en las calles de Cúcuta.
En ese operativo especial trabajaban 10 funcionarios, mientras que en la Registraduría Especial de Cúcuta estaban 30 trabajadores. “Si viniéramos los 3.600 funcionarios de todo el país, no seríamos capaces de atender el éxodo que viene de Venezuela hacia Colombia a solicitar servicios en este momento”.
“Veo demasiada humillación en los operativos”
Colombianos también se quejaron de la atención durante el operativo de cedulación. Diana Zoraida González es originaria de Bucaramanga y vive en Venezuela, donde sus tres hijos nacieron hace más de 25 años. “Vengo a pedirle la nacionalidad a mis hijos tal y como les corresponde. Veo demasiada humillación en los operativos. Hay muy pocos funcionarios y solo atienden a 20 o 30 personas diarias. Yo como colombiana exijo mis derechos”.
González pidió a las autoridades de su país más organización. Considera que durante los operativos de trámites debería haber comida, refrigerios y un refugio para las personas que no tienen donde dormir, pues la inversión del gobierno de Colombia en los operativos le ha resultado deficiente ante las demandas humanitarias de los solicitantes.
La perspectiva de los voceros del Estado colombiano difiere con González. Representantes de las instituciones de ese país, como Roque Martínez, se quejan de los gastos públicos que debe implementar el gobierno en los colombo-venezolanos y venezolanos que son atendidos por los organismos estatales de Colombia.
“Acá en Cúcuta hay una emergencia porque tenemos un presupuesto en Colombia que casi no somos capaces de cumplir a los colombianos, entonces ahora, con todos los venezolanos que se están atendiendo, se han reducido los presupuestos a cero en los hospitales. Colombia no estaba preparada para recibir, más bien se iba gente de acá para otros países”, continuó el delegado asignado de la Registraduría Nacional para el departamento del Norte de Santander.
Inicialmente el problema migratorio que se vive en Colombia se limitaba a las departamentos fronterizos, pero actualmente se trasladó a todo el país. “Ya la migración es tan grande que cualquier municipio de Colombia, de los 1.122 municipios que tiene Colombia, está lleno de venezolanos”. Martínez aclaró, debido a diversos malentendidos, que los venezolanos que quieran tramitar la nacionalidad colombiana deben ir a Migración Colombia. La Registraduría Nacional de Colombia solo atiende a descendientes directos de colombianos y no está en la facultad de nacionalizar a extranjeros, como lo dicta la Constitución de ese país.
Muchos ciudadanos colombianos han ayudado con comida y hospedaje a las personas que van a Cúcuta para tramitar documentos. En otros casos, desconocidos los agreden física y verbalmente exhortándolos a que regresen a “su país” (Venezuela), tal vez sin imaginar que por derecho a ellos les corresponde tener las mismas oportunidades que cualquier ciudadano colombiano; las oportunidades que probablemente no tenían sus padres en Colombia hace décadas y que los impulsó a buscar una mejor vida en Venezuela.
El Nacional