En Venezuela hay dos tipos de oposición: la oposición radical al régimen y la oposición estilo MUD. La primera es la respuesta instintiva de millones de venezolanos que comprenden que el fin de esta pesadilla pasa por el derrocamiento de la tiranía y la ruptura innegociable con el Estado chavista. Es espontánea e insolente. Es la oposición que ha madurado y aprendido, luego de diecinueve años de engaños y desesperanzas con una dirección política “opositora” que siempre ha colaborado y traicionado.
La otra es la oposición de siempre, negociadora y colaboracionista con el régimen. Ha sido la responsable de promover la ilusión electoral que atornilló al régimen chavista, al inmovilizar al pueblo y descartar la confrontación directa. Esta es la oposición que intenta cubrir su rastro con maniqueos llamados a protestar en horas de oficina y una insincera proclama por la abstención electoral.
Mientras la semana pasada el Frente Amplio de la MUD convocaba una protesta tipo “arbolito de Navidad”, como lo dijo un anodino diputado de Primero Justicia, Venezuela ya tenía más de doce semanas con vigorosas protestas en la calle — continuas y
espontáneas—, las cuales no ha podido detener el Gobierno.
Estas protestas que se salen del guión de la MUD recorren toda Venezuela, y son el resultado de un aprendizaje social y la convicción de que al chavismo se le expulsará del poder solo por la vía de la fuerza. Seguirán, aumentarán, a pesar de la represión del régimen, y de la falsa oposición con su “arbolito de Navidad” como icono de la banalidad y la hipocresía política. Humberto González Briceño) /
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