Cultura
Billo Frómeta: ‘el novio de Caracas’ nacido en República Dominicana
5 de mayo de 2018
Todo aquel que escuchara cantar a Billo Frómeta habría jurado que se trataba de un músico venezolano, sensación reforzada por las melodías y versos que le compuso a una ciudad que amó con la misma pasión que se le dedica al primer amor juvenil.
«Es que yo quiero tanto a mi Caracas / que solo pido a Dios cuando yo muera /en vez de una oración sobre mi tumba / el último compás de alma llanera», reza la letra de uno de sus himnos dedicados a la capital.
Esa última voluntad, de partir con música venezolana en los oídos se cumplió literalmente:
El 27 de abril de 1988, sobre el escenario de la recién creada sala Ríos Reyna, la Orquesta Sinfónica de Venezuela afinaba los detalles para la presentación del día siguiente. El maestro Frómeta llevaba la batuta, con ese honor celebraría 50 años de trayectoria artística en nuestro país.
La pieza un cubano en Caracas cautivó a los músicos pero esa emoción se vería rápidamente empañada, cuando su autor se desplomó e medio de los aplausos. El día del esperado concierto, los periódicos informaron que Billo Frómeta había sufrido un derrame cerebral.
Tras unos días en estado de coma, «el novio de Caracas» se despidió de su amada un 5 de mayo. El alma llanera concluyó el sepelio de Frómeta, como si se tratara de otra fiesta que llegaba a su fin.
El merenguero Ely Mendez se refiere a la «caída del maestro Billo», como uno de los peores recuerdos de su trayectoria musical, a él le tocó interpretar el conocido canto a Caracas, junto a la Orquesta Sinfónica de Venezuela», en el homenaje que se realizó un año después.
«Cuando volví al lugar, no pude contenerme y rompí a llorar», confesó Mendez en entrevista con globovisión».
Un homenaje más
El sábado 12 y domingo 13 de mayo, La Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV), y la «Billos Caracas Boys», se reunirán una vez más para recordar a Billo Frómeta, que se hará presente en el Aula Magna de la Universidad Central, para poner a bailar a las madres en su día.
Bajo la dirección de Alfonso Chollet, el repertorio incluirá temas emblemáticos como: “epa Isidoro”, “Ariel”, “toy contento”, el infaltable “canto a Caracas” y “ni se compra ni se vende”, que prometen una fiesta sin desperdicio.
«Mosaicos» del cantor
Por increíble que parezca fue Santo Domingo la ciudad dónde Luis María Frómeta Pereira, abrió sus ojos por primera vez, un tibio día de día de septiembre en 1915.
La teoría musical y el solfeo era una materia más de su escuela: primero aprendió a tocar el clarinete, le siguió el piano, y posteriormente la guitarra bajo la tutela de su tía, figura fundamental de su crianza y la primera en llamarlo «Billo», sobrenombre común en los niños dominicanos.
A nadie le sorprendió, cuando el joven Luis María abandonó sus estudios de medicina para formar un grupo. En esos menesteres conoció al pianista puertorriqueño «Nono Morales», que había dirigido la orquesta del dictador Venezolano Juan Vicente Gómez y prometió conseguirles un contrato.
República Dominicana estaba oprimida bajo el régimen de Leonidas Trujillo, cuando Billo y su orquesta, «La Santo Domingo Jazz Band», son requeridos en Venezuela para presentarse en el Roof Garden, club del Hotel Madrid, ubicado en pleno centro de Caracas.
Con 22 años y un saxofón prestado, Frómeta llegó a Venezuela el 31 de diciembre de 1937, por un improvisto de último minuto el conjunto dominicano fue rebautizado con su nombre: ahora eran los Billos Happy Boys.
Durante la Segunda Guerra Mundial muchos extranjeros fueron expulsados de Venezuela, la orquesta de Billos había quedado desecha. Para colmo de males el desanimado líder contrajo tifus.
Todo apuntaba al fin de su carrera, hasta el 31 de agosto de 1940 cuando completamente recuperado vuelve al Roof Garden, al frente de un nuevo conjunto: la Billos Caracas Boys. El resto es una historia de amor entre el cantante y la ciudad que lo vio surgir…
La Billos no tardó en Convertirse en la Orquesta más popular de Caracas, bajo el liderazgo de Frómeta quien con la precisión de un cronista describió la vida la pujante urbe de esos días. Su voz se adueñó las celebraciones caraqueñas.
No hubo rincón ni personaje de esta ciudad que se quedará sin su canción, Billo le cantó al Guaire, a las incipientes obras del Metro, y a Isidoro Cabrera, uno de los últimos cocheros de la capital, a quien le reprochó haberse «ido» en 1966, cuando Caracas cumpliría sus 400 años.
La Billos, fue uno de los primeros grupos venezolanos en presentar popurrís de sus éxitos bajo el nombre de «mosaicos», llegaron a girar por toda la región para presentarse a grandes nombres de la canción como la «Guarachera del Mundo» Celia Cruz.
Frómeta impulsó la carrera de muchos músicos al reclutarlos como sus Caracas Boys: Rafa Galindo, Víctor Pérez, Manolo Monterrey, Miguel Briceño, Felipe Pirela, Cheo García, Memo Morales, José Luís Rodríguez y Ely Méndez, fueron algunos de ellos.
Mendez, quien se mantiene al pie del cañon con la Billos Caracas Boys, recuerda con cariño a su maestro: como un director de orquesta riguroso «amante de hacer las cosas bien», que disfrutaba compartir con sus músicos y pasear por la plaza Bolivar.