Sucesos
“A José García Orozco lo asesinaron, no murió en un enfrentamiento”
31 de mayo de 2018
“No era un delincuente, como lo calificaron, y tampoco se enfrentó al Cicpc, ese 5 de mayo, en La Grita. A él lo mataron, a pesar de pedir que no lo hicieran. No estaba armado, por lo que rechazamos que se le llame ´presunto delincuente´ y que murió en un enfrentamiento, porque eso no fue así. Los vecinos son testigos de eso, pero temen hablar”.
De esta manera se pronunció Lisbeth García, quien junto a su progenitora, Carmen Aurora Orozco, niega que su hermano, José Germán García Orozco, de 32 años de edad, haya sido dado de baja durante un intercambio de disparos con las autoridades policiales; “tampoco se resistió al arresto y no era un antisocial, como lo quisieron hacer ver”.
“Tenía una solicitud por robo y hurto, por lo que pasó en el Seniat de La Grita durante las guarimbas de 2017. Mi papá pagó cárcel por eso, pero le dijeron que, igual, su hijo sigue solicitado”, expresó.
Narró que todo se originó cuando ese día, como a las 2 o 2:30 de la tarde, en la avenida Cáceres de La Grita, “mi hermano chocó con su carro la moto en la que iban un adulto y un niño, como de 11 años. Mi hermano se bajó para ver qué les había pasado y a recoger al niño, y le dijo al señor de la moto que se haría responsable de los gastos de la clínica. Sin embargo, José Germán se vio obligado a huir del sitio cuando un grupo de personas se le fue encima, con intención de agredirlo. Cuando trató de salir de ahí, al dar la vuelta en ‘u’, golpeó sin querer un Aveo de un PNB que estaba allí y este policía lo empezó a perseguir; incluso le disparó al carro de mi hermano”.
Agregó que José Germán logró llegar a la aldea Guanare, a casa de unos amigos, con la intención de esconderse, por cuanto, entre otras cosas, estaba consciente del requerimiento judicial que tenía desde el año pasado.
“Él llamó por teléfono, explicó lo que había pasado y les pidió a mi mamá y a mi papá que por favor se ocuparan del niño y del señor de la moto. Les dijo que fueran a la clínica y que estuvieran pendientes de lo que ellos necesitaran. Mi hermano estaba muy asustado, sabía que lo iban a matar”.
Lo ubicaron
“Como a las 5 o un poco antes, cuando lo ubicaron, que llegó también el Cicpc con la PNB a la casa donde estaba, un amigo de él trató de negociar con los funcionarios para que José se entregara y no le hicieran daño. Incluso el amigo le dio el número celular de mi hermano a un PTJ y, cuando hablaron, quedaron en que se entregaría, que no le hicieran nada. Pero lo emboscaron. Lo engañaron, porque cuando él salió confiado del barbecho donde se escondía, lo primero que hicieron fue golpearlo”, dijo.
—Él murió mucho más abajo, detrás de una casa, lo único que los dividía es una pared. Y nos dijeron que desde ahí se escuchó todo lo que le hicieron. José les suplicó por su vida, les dijo: “no me maten, que yo me estoy entregando”. Mi hermano no tenía armas, ahí no hubo enfrentamiento. Después que lo mataron, le “sembraron” un arma. Lo mataron de la forma más vil y cobarde -precisó-.
Piden justicia
Las damas dijeron no temer por represalias en su contra, pues lo único que buscan es justicia, “que se esclarezca todo”.
“Lo tildaron de delincuente, como persona de alta peligrosidad, y eso no es cierto. Él tenía derecho a la vida, derecho a un proceso, si es que debía algo a la sociedad. En el entierro de mi hermano fue innumerable la cantidad de personas que lo acompañó, porque lo querían. ¿Si hubiera sido un delincuente, hubieran salido a acompañarlo?”, se preguntó Lisbeth.
Finalmente, dijo que su hermano recibió entre ocho y 10 tiros y que su teléfono, así como los zapatos de marca, nuevos, nunca se los entregaron a la familia.
Miriam Bustos