Internacional

La precarización saca a las chilenas a las calles en la revolución feminista

7 de junio de 2018

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Miles de mujeres salieron de nuevo este miércoles a las calles en varias ciudades en Chile para reivindicar una educación no sexista e igualdad de género, en el marco de una revolución cultural que parece haber venido para quedarse.

Con el lema «Precarización vivimos todas: a la calle estudiantes, migrantes, madres y trabajadoras», el movimiento pretende abarcar a la mitad de la sociedad que se siente víctima del machismo y la desigualdad, y no solo limitarse a las aulas de los centros educativos según Informe 21.

Con eslóganes como «Se necesita de forma urgente una educación feminista y disidente», pasando por «No nací mujer para morir por serlo», «Macho traidor con el útero que te parió» o «Colorín colorado la mujer se ha liberado», la marcha discurrió en ambiente festivo en un día soleado por la principal arteria de la ciudad, la Avenida Libertador O’Higgins ante la mirada de decenas de carabineros (policías).

No faltaron las coreografías de chicos y chicas al son de tambores, o las que prefieren radicalizar su lucha con el torso desnudo para «demostrar que tenemos libertad sobre nuestro cuerpo y no somos objeto de consumo», como aseguró la joven Catalina.

Otras prefirieron demostrar simbólicamente con una pequeña grúa la destrucción de un edificio de cajas que representan el acoso, la violencia, la desigualdad, el racismo o la lesbofobia.

«Nosotras hemos recibido el apoyo de gran parte de la sociedad, de las mujeres, las trabajadoras del aseo en las universidades, las académicas. A los hombres siempre les va a incomodar el feminismo porque les cuestiona», dice Amanda Mitrovic, dirigente de la Coordinadora Feminista Universitaria (Confeu).

Pero las nuevas generaciones parecen más conscientes de estas diferencias. «Tratamos de respetar lo más que se pueda a la mujer pero no todo el mundo hace igual», dice a la AFP Franco Carú, de 17 años, solidario con las chicas porque también tiene hermanas, dice.

La chispa feminista se propagó en Chile a raíz de la condena por la justicia española, a finales de abril, a nueve años de cárcel por abuso sexual a cinco hombres acusados de violar a una joven en España, en el caso conocido como «La Manada».

Desde entonces más de una veintena de universidades han sido tomadas por estudiantes que reclaman una educación no sexista y terminar con los estereotipos culturales que denigran a la mujer.

«Esta movilización explotó en la cara de todos, porque era mucho el resentimiento, mucha historia detrás acumulada», dice a la AFP Araceli Farías, vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica.

Según la Intendencia de Santiago, a la marcha asistieron cerca de 15.000 personas.

Camino de no retorno

«Es un camino de no retorno. Es un puntapié inicial que no va a pasar ahora pero voy a participar en la historia de Chile para que en el futuro, mis hijas y mis nietas puedan caminar libres por la calle», dice por su parte Paz Gajardo, presidenta de la Confederación Iberoamericana y vocera de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech).

El gobierno del conservador Sebastián Piñera anunció a finales de mayo una Agenda Mujer con 12 puntos para tratar de reducir la brecha entre hombres y mujeres, entre ellos una reforma de la Constitución para garantizar «la plena igualdad de derechos».

Pero la mayoría de las jóvenes que lideran este movimiento feminista sienten que es insuficiente porque no solo no ha recibido a las representantes de las confederaciones estudiantiles para dialogar con ellas sino que ni siquiera en las intervenciones públicas, como la de Piñera el pasado viernes en la que desglosó su programa de gobierno, se refirió a la educación no sexista ni habló del cambio social y cultural.

«¡La educación no sexista es el primer cambio que debemos hacer para un cambio social y cultural!», exclama Mitrovic, quien asegura que el cambio debe proceder «desde las bases».

Tampoco cree que se vaya a solucionar «con parches» como está haciendo el gobierno. «Es un problema sistémico. Creemos que los profesores deben de ser educados para que tengan una perspectiva de género», agrega.

Desde la primera línea de la marcha, esta estudiante de Pedagogía advierte: «El poder está en nosotras y tenemos que seguir usando ese poder hasta que el gobierno reaccione a nuestras demandas».

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