Reportajes y Especiales
Por qué Venezuela no se beneficia del aumento del precio del petróleo
7 de junio de 2018
Mientras la mayoría de países productores disfruta del alza de precios del petróleo y ya piensa en enfriar el mercado, Venezuela es incapaz de sacar provecho.
El barril de crudo Brent, el de referencia internacional, se cotizó este miércoles, 6 de junio, a unos US$75 y el crudo venezolano cerró la pasada semana a US$66.
Son cifras muy parecidas a las de 2014, cuando los precios empezaron a caer, detonante -pero no causa única- de la crisis que vive Venezuela.
Desde que la OPEP (Organización de Países Productores de Petróleo)acordara reducir la producción, los precios están al alza. Y la declinante extracción de Venezuela es una de las causas principales de ese aumento.
Los 1,5 millones de barriles al día (mbd) que produce el país, según los datos de la OPEP, son el registro más bajo en tres décadas.
«Es mejor que suba el precio para el gobierno a que no suba», dice a BBC Mundo el venezolano Francisco Monaldi, experto en políticas energéticas en América Latina y profesor del Instituto Baker de la Universidad Rice de Houston, Estados Unidos.
«Pero el promedio (de aumento) del año no ha compensado la caída de la producción», matiza.
«En términos netos para Venezuela, a pesar de que sube el precio, los ingresos son más bajos que el año anterior», agrega el experto.
Cumplidor por exceso
En noviembre de 2016, la OPEP acordó reducir la oferta de crudo en los mercados y sumó al acuerdo a Rusia, el mayor productor del mundo.
Se estableció que Venezuela, uno de los socios fundadores del cartel, redujera 95.000 barriles para quedar un poco por debajo de los 2 mbd.
De esta manera se reconocía la caída de producción de un país que llegó a extraer 3,2 mbd en 2008. Ni el gobierno ni la petrolera estatal PDVSA publican datos, aunque sí los comunican a la OPEP.
Los expertos aseguraban entonces que había dudas sobre si los miembros del cartel serían obedientes con lo requerido.
Pero Venezuela, uno de los garantes del acuerdo, cumplió muy por encima de los objetivos: unos 550.000 barriles al día menos que el límite establecido.
Eso permitió que otros países incumplieran los acuerdos sin reprimendas y sin alterar el objetivo final: el aumento del precio debido a una alta demanda y a una oferta más reducida.
El declive productivo de Venezuela y las pérdidas de México han supuesto la retirada del 40% del crudo que la OPEP y sus aliados buscaban sacar del mercado, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés).
El calentamiento actual del mercado, del que no se ha aprovechado Venezuela, hace que ya Arabia Saudita, líder de la OPEP, y Rusia estén estudiando aumentar la producción para compensar las pérdidas continuas de Venezuela y el posible impacto de las nuevas sanciones de Estados Unidos sobre Irán.
El 22 de junio se reúne la OPEP y se espera que se aumente el cupo de producción.
Un millón más
El gobierno del presidente Nicolás Maduro dice que el país debe salir del rentismo petrolero. El crudo supone aproximadamente el 96% de los ingresos del país.
Pero al mismo tiempo sabe que sólo el petróleo puede ayudar a sacar a Venezuela de la crisis económica que vive.
Tras la reelección presidencial hace dos semanas que buena parte de la comunidad internacional no reconoce, Maduro pidió que aumente la producción en 1 mbd.
Pero no parece fácil que ese objetivo se cumpla.
Según el profesor Francisco Monaldi, sólo para mantener ese nivel de 1,5 mbd se necesitarían unos 55 taladros activos en el país. Ahora hay apenas 36, según la compañía especializada Baker Hughes.
Para entender el estado de la principal industria de Venezuela (y de los ingresos del Estado), hay que desgranar esa cifra de 1,5 millones y ver cuántos barriles generan flujo de caja, es decir, dinero líquido para pagar las deudas y, sobre todo, para la importación de alimentos, medicinas y demás productos básicos que escasean.
Unos 400.000 barriles se destinan a consumo interno, que debido al irrisorio precio de venta al consumidor por el subsidio estatal no sólo no generan beneficios sino pérdidas.
También hay que restar los barriles que se envían a Rusia y China para el pago de deuda y a Cuba por acuerdos de colaboración.
Monaldi calcula que los barriles que generan flujo de caja puedan estar entre 450.000 y 650.000, es decir, algo menos de la mitad de la producción.
En abril venció además el periodo de gracia de dos años por el que China ofreció generosamente que Caracas pagara con petróleo únicamente los intereses de la deuda.
Si finalmente no se renueva, Venezuela podría tener que enviar al gigante asiático 320.000 barriles al día en lugar de los aproximadamente 70.000 actuales. Algo que parece imposible de cumplir actualmente.
Esta semana, medios especializados informaron de que PDVSA comunicó a ocho clientes que este junio no podrá cumplir al completo sus compromisos de suministro de crudo.
Y a todo eso hay que descontar el costo de los entre 120.000 y 200.000 barriles que Venezuela importa para el consumo interno y para diluir el crudo pesado que se extrae en parte del país.
«Problemas adicionales»
La desinversión es una de las causas de la crisis de la industria, pero también el financiamiento del déficit fiscal del país, la fuga de trabajadores, el impago a proveedores y contratistas, así como las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos que afectan no sólo al Estado, sino también a PDVSA.
La compañía no puede refinanciar su deuda ni emitir nuevos bonos a consecuencia de la presión de Washington al gobierno de Maduro, al que exige elecciones libres y liberación de «presos políticos».
El gobierno de Donald Trump incluso sopesa sanciones al sector petrolero venezolano, lo que tendría un gran impacto económico: Estados Unidos es, junto a India, la principal fuente de dinero líquido para las arcas de Venezuela.
En noviembre del año pasado, Maduro encargó la reestructuración de PDVSA al mayor general Manuel Quevedo, un militar sin experiencia en la gestión petrolera.
Le encomendó la misión de aumentar la producción y de luchar contra la corrupción que ha supuesto en los últimos meses el arresto de decenas de directivos relacionados con el sector, incluidos dos expresidentes de la estatal.
«Es verdad, se dejaron de invertir los recursos», admitió este jueves Quevedo, que culpó de ello a las «mafias».
PDVSA prevé hacer una «inversión mayor» para recuperar la producción y llevarla a un nivel óptimo, dijo Quevedo sin ofrecer detalles de los montos a invertir.
Pero, según Monaldi, «no hay evidencia» de que efectivamente la producción de Venezuela vuelva a crecer.
«Por el contrario», dice el experto, que habla de «serios problemas adicionales».
Entre ellos, que la petrolera estadounidense Conoco Phillips haya embargado activos de PDVSA en el Caribe y que otros acreedores ya se estén organizando para entablar demandas en caso de impago.
«Este año tenemos que aumentar el millón de barriles. Si hay que pedir apoyo a la OPEP, pídalo ya, mayor general. Apoyo a Rusia, a China, a los países árabes, pidámoslo», instruyó recientemente Maduro a Quevedo, que desde su nombramiento hace seis meses no ha podido frenar la caída de la producción petrolera del país.
BBC Mundo