La presión externa sin una correspondiente presión interna, es insuficiente. Y la presión interna, sin una decidida presión externa, también lo es. Lo que toca, entonces, es una combinación de la presión interna con la presión externa. Una doble presión.
El debate sobre Venezuela planteado y llevado a cabo en la OEA, demuestra que la presión externa sobre la hegemonía roja va muy por delante de la presión interna. Y por ésta entiendo la movilización –participación– popular para exigir un cambio de fondo que pasa, inexorablemente, por la apertura de nueva etapa en la vida venezolana, inspirada en la democracia y legitimada por la voluntad social expresada libremente.
Pero la presión externa no sólo proviene de la región, incluyendo las sanciones a funcionarios específicos del régimen venezolano por parte de Washington y Ottawa, sino también las sanciones contra el poder despótico que impera en el país, por parte de países europeos e incluso, desde instancias formales de la Unión Europea. En importantes países de América Latina aumentan los decibeles de las críticas al régimen bolivarista, pero aún falta por recorrer el trecho que separa del dicho al hecho…
Maduro y los suyos se burlan de esta situación, al menos de la boca para afuera, porque de la boca para adentro están muy preocupados al respecto. En particular por las sanciones patrimoniales a los jerarcas y sus testaferros, que complican el manejo de sus intereses de una manera aguda. Ya era hora, por cierto, que la depredación masiva de los recursos nacionales, recibiera algún tipo de sanción en cuanto se refiere a su “inversión” en los mercados financieros internacionales.
Los aliados de la hegemonía roja en la auto-denominada “nueva oposición”, que ni es nueva ni es oposición, declaran que las presiones externas no tendrán eficacia, y que más bien equivalen a un desierto estéril… Llama la atención como algunos de sus voceros, repiten la palabra “desierto” para descalificar el tema de la presión externa. Eso, desde luego, no es casual. Y lo repiten tanto los voceros directos que se identifican con la “nueva oposición”, como otros que declaran desde una postura de expertos, pero cuyos señalamientos también colaboran para el referido intento de descalificación.
Ahora bien, más importante que la presión externa es la interna. No se trata de repetir lo de la “calle, calle, calle”, como un fin en sí mismo, lo cual conduce a la frustración, sino como un medio para alcanzar un fin determinado, que esté claramente señalado. Y ese fin, en mi opinión, es la superación de la hegemonía por las puertas de la Constitución, y luego la legitimación de la nueva etapa política que se abriría.
Una combinación de la creciente presión externa con una naciente presión interna sí puede ser eficaz, para que se camine hacia ese fin, o la reconstrucción de Venezuela, desde sus cimientos. ¿Es seguro que ello acontecerá? No, no es seguro. Pero hay que promoverlo al interior del país, con todas las energías democráticas de la población venezolana.
Las condiciones están más que dadas, en lo social, económico y político. Falta acuerpar la suficiente suma de voluntad política, para que surja una conducción acorde con las extremas necesidades de Venezuela. Como dos dimensiones inseparables, debemos apreciar a la presión externa y la presión interna. No por separado, o una sin la otra. Las dos juntas, sabiendo que la presión interna es todavía más necesaria. Lo indispensable es la doble presión.
(Fernando Luis Egaña) /
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