Un impacto nocivo en la cultura general, y muy especialmente en la cultura política venezolana, promovido y ejecutado por el militarismo chavista lo constituyen la arbitrariedad, la vía de hecho, el abierto y/o manipulado desacato al orden jurídico. La destrucción de las instituciones. Vale decir la muerte del estado de derecho.
Someter la fuerza a la ley. A la ley justa. Subordinar a las formas del derecho toda conducta del poder, ha sido para la humanidad, y también para nuestra sociedad, una lucha histórica, cuya implantación ha costado la vida de millones de seres humanos.
El chavismo ha implantado la cultura de la ley del más fuerte, de imponer su voluntad por el solo hecho de detentar el poder. Podríamos escribir tomos, de cómo el desconocimiento del orden constitucional y legal se ha convertido en un permanente comportamiento de todos los agentes del poder ilegítimo y autoritario que ejercen. La burla a la constitución y a la ley fue una conducta siempre presente en la vida de Chávez y de la logia militar que le acompañó. Su sola pretensión de tomar el poder por las armas aquel cuatro de febrero de mil novecientos noventa y dos, ya lo retrató de cuerpo entero.
Pero luego al “purificarse con el voto popular” y acceder a la presidencia jura el cargo, con un desplante a la constitución vigente, llamándola “moribunda”, y no expresando su voluntad de acatarla.
Acto seguido, sin esperar que sus sastres constitucionales le diseñaran el traje por él deseado, violentó el mandato de la carta fundamental, al proceder a ascender al grado inmediatamente superior, a un grupo de oficiales superiores y generales, desconociendo al Senado de la República, quien tenía la atribución de autorizarlo.
De ahí en adelante la arbitrariedad, la simulación y la burda manipulación de lalegalidad, ha sido la norma, hasta llegar a las desvergonzada anulación de las normas y principios generales del estado de derecho.
Que ese comportamiento sea la regla en la camarilla gobernante, lo entendemos, aunque lo repudiamos profundamente. Y lo entendemos por la naturaleza autoritaria y primitiva del militarismo marxista que se tomó el poder en nuestro país.
Lo grave es cuando tal conducta se convierte, en patrón de comportamiento en el resto de la sociedad. Y a fe que esa forma tan perniciosa de vivir la vida social ha permeado, cada día, mayores segmentos de nuestra sociedad.
La sociedad política, académica, gremial, sindical, deportiva y cultural está obligada a frenar las tendencias autoritarias y ainstitucionales que se perciben en sus organizaciones. Debemos promover una conducta de respecto a los principios y a las normas del estado de derecho. Debemos frenar los comportamientos autoritarios.
Estamos asistiendo a un proceso de chavizacion de diversas organizaciones, en las cuales se ha hecho norma la voluntad unipersonal de quien detenta autoridad o representación. Son diversas las organizaciones, por ejemplo, nuestros partidos políticos, donde integrantes de los mismos, han perdido todo respeto por sus propias normas, y han saltado todo principio y ordenamiento, para imponer su voluntad, y para perpetuarse en su representación.
Organizaciones donde sus representantes impiden elecciones, realizan procesos plebiscitarios, o simulacros electorales para justificar sus cargos directivos. Donde se asumen las decisiones de manera vertical y autoritaria, se desconocen los derechos de sus afiliados, y se llega al extremo de sancionarlos sin el más mínimo respeto al debido proceso. Ya lo vimos recientemente en una organización partidista donde a un diputado se le destituye de una representación parlamentaria, sin formula de juicio, porque su comportamiento no agradó a la familia del líder fundamental de dicha organización. Su remoción lo comunica la familia por redes sociales.
En nuestro país todos los partidos, sindicatos y casi todas las formas organizativas de la sociedad civil han dejado de ser instituciones. Han perdido el sentido de comunidades reguladas por cuerpos normativos, y han derivado en estructuras personales al servicio de quien logra asirse de su representación.
Que el estado militarista o chavista haya involucionado a su desinstitucionalización y a la arbitrariedad, no puede justificar que el resto de la sociedad lo haga. Al contrario la sociedad que rechaza esa situación debe demostrar un comportamiento radicalmente distinto. Más, la sociedad política democrática.
El mundo moderno es el mundo de las instituciones. Son ellas, con todos sus defectos y limitaciones, las que permitan darle conducción a la vida social, aprovechar la capacidad de creación de la persona humana, difundir el conocimiento y limitar adecuadamente la ambición de poder y dominación que caracteriza al hombre.
Pudiera parecer anacrónico este tema. Para mi está en la esencia de la recuperación de la vida civilizada para nuestro país. Es más, constituye epicentro del debate en modernas corrientes del pensamiento universal.
El pasado domingo 17 de Junio de 2018 el diario El País de Madrid nos ofreció una magnifica entrevista con el reconocido escritor Steven Pinker, sobre el destino de la humanidad(https://elpais.com/elpais/2018/06/07/eps/1528366679_426068.html ),en la misma el psicólogo norteamericano coloca su énfasis en el valor de las instituciones, en la libertad, en el mercado con regulaciones, y el sistema de pesos y contrapesos de la democracia.
Pinker sostiene en dicha entrevista que “el énfasis de la ilustración en las instituciones parte de la idea de que, dejados a su naturaleza, los humanos acabaran haciéndolo mal, agrediéndose, luchando por el poder…Frente a esto, no procede cambiar la naturaleza humana, como siempre han buscado los totalitarismos, sino utilizar la propia naturaleza humana para frenarla. Como dijo James Madison, la ambición contrarresta la ambición. De ahí el sistema de contrapoderes…”. Y más adelante agrega: “Pienso que vencerán las instituciones…”
En Venezuela para vencer a la barbarie roja, necesitamos reconstruir nuestras instituciones. Requerimos retomar la cultura de la civilidad, de la modernidad, y el progreso. (César Pérez Vivas)