El desolador panorama de las colas de la gasolina en San Cristóbal continuaba este lunes. Kilométricas colas en la mañana, incluso en estaciones de servicio donde no se estaba despachando combustible, ya que el rumor dictaba que “la gandola va a llegar”.
Por los alrededores de La Concordia, Unidad Vecinal y avenida 19 de abril una serpentina de carros rodeaba las cuadras confundiéndose entre los que estaban estacionados, y los que sencillamente se encontraban atorados en un tráfico consecuencia de las mismas colas.
Otro mañana perdida para el trabajo, osea menos que llevar a los hogares, ya de por si diezmados por la inflación y la escasez. Otra mañana de no poder movilizar a familiares, amigos o clientes, que tendrían que “optar” por un transporte público inexistente, o contar con su salud y sus pies.
Edgar Mora tenía desde hace 15 días sin echar gasolina, pues su mujer tuvo que ser internada de emergencia por un paro cardiaco en el Hospital Central. El lunes le tocó madrugar a las cuatro de la mañana, y al menos luego de seis horas aproximadamente pudo cumplir su meta de llenar el tanque, para seguir atendiendo su crítica contingencia.
Si Edgar Mora tuvo que madrugar otros han esperado desde la noche anterior en las estaciones que aun se encuentran sin combustible, y no se desplazan a las que sí lo tienen pues ellos prefieren garantizarse un puesto ahí, que andar peregrinando de un sitio a otro.
Orlando Pérez no accedió a igual suerte, y luego de salir espantado por las colas infinitas que en otras partes se formaron, se resignó a esperar en una estación de servicio por la cual se rumoraba una gandola se asomaría con la ansiada carga.
En su concepto, en lo relativo a la gasolina “la ciudad ha colapsado” y no ve asomo de solución. La situación el fin de semana no fue distinta, y muchos suspendieron su descanso reglamentario, para instalarse un buen rato dentro de sus carros, en tránsito hacia alguna de las pocas estaciones que estaban en funcionamiento.
–Yo me dedicó a la mecánica de motores disel, –afirmó Pérez– si no me movilizó, no como. Debo estar de arriba para abajo, y si no es con mi camión ¿con qué?
Angel Perdomo es taxista y apenas los 30 litros le alcanzarán para dos días, así que se le va más tiempo en la cola que trabajando.
–Ya no se puede –dijo con amargura Perdono—ni hablar de esto, y de lo malo que se está poniendo. Esperamos solo que la voluntad de Dios contribuya a cambiar esto. No tenemos ni para comer… ¿y el resto? (FD).