La sobrepesca sigue asfixiando a más de la mitad de las poblaciones de peces del Mediterráneo, que junto al mar Negro tiene el triste honor de mantenerse como el más sobreexplotado del mundo pese a las promesas de cambio de los países ribereños.
En esos dos lugares, el 62 % de las poblaciones de peces se capturaron en 2015 de forma insostenible, muy por encima de la media global del 33 %, comprometiendo la productividad a largo plazo y la recuperación de las especies.
Las últimas cifras de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), difundidas esta semana, son una llamada de atención al estado de los recursos pesqueros en el mundo y, en especial, en el Mediterráneo.
Frente a los dos millones de toneladas de pescado que llegaban a los puertos de la región (mar Negro incluido) a mediados de la década de 1980, en 2015 se descargaron 1,3 millones.
Entre las especies capturadas, la merluza, el salmonete, el rodaballo, el lenguado, la anchoa y la sardina siguen siendo objeto de sobrepesca.
En 2017 fue aprobado un plan regional de acción contra la pesca ilegal, para el que han empezado por evaluar el alcance real del problema, según el responsable.
La ONG Oceana les ha puesto sobre la pista de al menos 41 casos sospechosos en tres áreas protegidas del Canal de Sicilia, de Santa María de Leuca (sur de Italia) y del Golfo de León (sur de Francia).
Para eso ha documentado las miles de horas que han pasado allí distintas embarcaciones, que según los registros poseen redes de arrastre a pesar de que está prohibido emplearlas en el fondo de esas áreas.
Oceana también denuncia la presencia de barcos pesqueros europeos en las aguas de siete países mediterráneos con los que la Unión Europea no tiene acuerdos bilaterales de pesca (solo ha suscrito uno con Marruecos), exigiendo más transparencia sobre los acuerdos de embarcaciones privadas con terceros países para verificar si sus actividades son legales..
Una funcionaria de la Unión Europea mostró su confianza en adoptar “mejores medidas de gestión para que las poblaciones de peces puedan volver a niveles saludables y que los pescadores tengan una fuente suficiente de ingresos en el futuro”. EFE