Apenas a una semana para las elecciones de gobernadores, fijadas para el 15 de octubre, la estrategia de la MUD de participar en los comicios luce cada vez más acertada y ajustada a la política correcta que debe seguirse para enfrentar con éxito a un gobierno en crisis, desesperado y enrumbado definitivamente hacia el absolutismo y la dictadura. Haber adoptado la posición contraria: la abstención, sin tener previstas otras formas de lucha, suponía, ni más ni menos, como lo advirtieron a tiempo destacados dirigentes democráticos, entregarle gratuitamente al régimen por lo menos 23 gobernaciones para que desde ellas continuara con más poder y fuerza el proceso de destrucción y ruina al cual nos pretende someter.
Participar en las elecciones regionales, pues, es la tesis correcta. Ir a votar masivamente y sin complejos no quiere decir que se olvidan y abandonan las manifestaciones públicas, ni que se desconoce que el gobierno hará todo cuanto le sea posible para quebrar la voluntad popular por los medios ventajistas y tortuosos que acostumbra. Frente a esas maniobras orquestadas desde un CNE que más bien parece el ministerio de elecciones del oficialismo, no queda más que concurrir de manera multitudinaria y entusiasta a las urnas y defender en cada mesa los votos obtenidos que seguro serán mayoritarios. No podemos perder de vista que de forma acelerada el gobierno ha ido perdiendo apoyo y simpatía en el exterior, y a estas alturas, en nuestra América, sólo goza del respaldo de Cuba, Nicaragua, Bolivia y los pequeños países del Caribe, movidos estos últimos por el único interés de seguir recibiendo descuentos y concesiones en la factura petrolera. Ese factor clave: la presión internacional, es el que ha llevado a Miraflores a convocar, al fin, a las elecciones, y también les hará pensar muy bien la conveniencia de desconocer abiertamente los resultados. Claro está, y nadie lo ignora, que aún tienen otras malas cartas que jugar: restarle atribuciones a los gobernadores por medio de la Constituyente, inhabilitar o perseguir a los ganadores, crear poderes paralelos u otras argucias de este tipo, pero en la medida que lo hagan corren el riesgo de seguir provocando el repudio mundial. Hoy en día, en un mundo globalizado e íntimamente interdependiente, no es posible ignorar olímpicamente ese elemento crucial.
Estemos claros y no perdamos el norte. La consigna de esta etapa es ir a votar el domingo 15 y convencer a familiares, amigos, vecinos y a todo aquel que se muestre indeciso, a que también lo haga. La participación es la clave. Todas las encuestas lo dicen: si se vence la indiferencia, el desaliento y la apatía, se tiene el juego ganado. El régimen no quiere que votes y por eso, con un año de retraso y después de cuatro meses de protestas y presión interna y externa cedió en sus posiciones. Ahora le toca al bravo pueblo sellar el triunfo.
(Tomás Contreras V.)