El pasado 30 de julio nuestro país vivió y experimentó un acontecimiento político de carácter histórico que demuestra que los procesos revolucionarios son la auténtica expresión y esencia de la política, porque los mismos determinan las verdaderas coordenadas de dirección de una sociedad y de un gobierno. Efectivamente, con la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, se reconfiguró un panorama político que viene a desmontar las falsas premisas y con ello todas las matrices comunicacionales, todas las patrañas individuales y colectivas, los análisis políticos falaces que hablaban de un final sangriento en Venezuela y donde la revolución chavista sería sepultada en los arenales de la tierra baldía. Sin embargo, nada de eso pasó, porque en realidad pasó lo que tenía que pasar.
¿Qué ocurrió? ¿Todo fue un mal cálculo de la oposición? ¿Engañó la oposición a su gente? Son interrogantes que surgen, tal vez buscando respuestas para entender lo que ocurrió antes y después de esa aventura terrorista que se trazó la oposición como forma de derrocar al gobierno, acabar con la revolución y desmontar el Estado. Precisamente, momentos cuando parecía triunfar la violencia y la irracionalidad opositora alentaba a los criminales de la “resistencia” a seguir matando; de repente, en el cielo azul e infinito de la política se cruza el relámpago constituyente proyectando rayos de luz y de paz. Toda la oposición y el espectro de patibularios contratados, quedaron encandilados, mientras el pueblo revolucionario –más de ocho millones de votos- apostamos por la propuesta de convocar el Poder originario. De verdad, la única forma de acabar con esa locura propiciada por la oposición venezolana era convocar a una Constituyente, tal como se hizo en una excelente estrategia política. La única forma de deshacer un enredo es buscar las puntas de los hilos y tirar de ellos con cuidado, dice Josep Esquirol, en su excelente libro “el respeto a la mirada atenta”.
Exactamente eso fue lo que hizo nuestro camarada Nicolás Maduro y en una jugada maestra de estrategia política, tiró de los hilos para acabar con el juego perverso de la miserable y detestable oposición. Una vez logrado ese objetivo, respaldada por más de ocho millones de votos, que más que eso son ocho millones de mujeres y hombres, que votamos con consciencia revolucionaria para desmontar la farsa que vivimos en una dictadura. Este hecho político debe ser estudiado con todas las herramientas de la ciencia política y determinar así el auténtico carácter y sentido de la política. Tal vez, las verdaderas teorías políticas están secuestradas por las falsas democracias infladas sólo de contenido y nada más.
Hemos podido vencer muchos obstáculos y también hemos ganado muchas batallas. En todas hemos votado con consciencia revolucionaria porque estamos convencidos que el proyecto revolucionario venezolano recoge los sueños de la verdadera libertad. La oposición ya demostró su odio, su violencia y su desprecio por la gente y este noble pueblo. La oposición está enferma, es ignorante y manipuladora y por ello hay que aplicarle la ley del ostracismo. La revolución nos llama a votar este 15 de octubre y debemos hacerlo con consciencia revolucionaria. Acá en el Táchira una gran mayoría apoya la revolución, por eso ¡vota por Vielma, vota por ti, vota por el Táchira! (Eduardo Marapacuto)
*Politólogo
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