Liberan al joven cucuteño Andrés Patiño
24 de noviembre de 2024
Cuenta la leyenda que alguna vez existió un producto animal de color amarillo y contextura gelatinosa, conservado en un frágil contenedor, que era la alternativa de los hogares cuando otros productos cárnicos resultaban inalcanzables al bolsillo.
Hoy muchos hogares en las mañanas suspiran por él, y en la noche también, como fiel compañero de la tradicional arepa al desayuno, o en la expresión más elemental de un almuerzo coronando un montón de arroz, o pasando por el sartén en la cena.
Hoy se le busca frenéticamente por abastos, supermercados e incluso ventas en la calle, donde el “peso” manda como divisa oficial, pero los esfuerzos resultan casi infructuosos… a menos que se disponga de alrededor de 900 bolívares soberanos, lo que equivale a medio salario mínimo, aunque en muchas partes supera los mil.
Y si tomamos como patrón los precios oficiales que aparecieron en Gaceta Oficial de finales del mes de agosto –aproximadamente dos meses y medio- vemos que el sobreprecio –a pesar de que la inflación siguió un proceso que ninguna sujeción oficial lo amedranta- estaría por encima del mil por ciento.
Lo que era un producto de cierta abundancia –así sus precios fluctuarán al alza- en las calles y en los abastos, hoy en día está casi extinto. Ni siquiera en los abastos se encuentra si quiera un solo, como para solventar alguna emergencia gastronómica.
Mercados desabastecidos
Uno de esos lugares donde el consumidor iba mucho a buscar su cartón de huevos, ha sido el mercado de los Pequeños Comerciantes y sus alrededores. Este lunes las calles estaban despejadas de ventas y también de compradores, en parte por el control que está ejerciendo en la sector Politachira, y en parte porque ya no hay mucho que ofrecer.
Allí muy tímidamente se asomaba uno que otro ofreciendo azúcar, harina de trigo y harina de pan entre dos mil y tres mil pesos, de una manera muy discreta previniéndose de la “raqueta”. Pero las montañas de cartones de huevos exhibidas ya sea en las afueras de los negocios, o en mesas apostadas en plena vía pública de repente, -si lo comparamos a un mes atrás, mas o menos- se esfumaron. Incluso sucede en negocios donde el fuerte han sido este rubro.
La soledad el lunes en la vía pública se replica al interior de los Pequeños Comerciantes, donde la carne y el pollo también sufren una situación similar. Apenas en una carnicería había cierta cola de clientes, esperando adquirir un kilo de pollo a cambio de 5 mil pesos, o en su defecto, 400 bolívares soberanos.
Muchos de esos negocios, bajo tinieblas, prefirieron no abrir, mientras que los otros que sí lo hicieron apenas si ocupaban sus estantes con unos cuantos artículos.
La incertidumbre era el tono general de la respuesta entre vendedores y compradores, cuando se les preguntaba si está semana podían reaparecer los cartones de huevo. Aunque no hay un pronunciamiento oficial del sector avícola, muchos dicen que los expendedores prefieren no ofertarlo antes que se le imponga un precio, que según ellos no corresponde a su esquema de costos.
Sea como sea, ya para consumir cualquier producto de origen animal, a la semana, un solo salario mínimo para una familia de máximo 4 personas, resulta insuficiente –adjetivo muy timorato- quedando pendiente el resto de la cesta básica en la que, por ejemplo, un kilo de fruta o verduras ronda entre los 50 y 150 bolívares fuertes… y pare de contar.
Freddy Omar Durán
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