El fin de semana anterior, con la presencia del Ministro del Poder Popular para la Educación, el Protector del Táchira y otro grupo de autoridades, se realizó una jornada de asistencia a las escuelas de frontera en la población de La Fría, en el norte del estado al sur del Lago de Maracaibo. Debo confesar que todo lo que se proponga fortalecer la educación en cualquier parte y más en la frontera, me parece bien de arrancada. La jornada se caracterizó por la entrega de insumos para la labor educativa a las escuelas, los estudiantes y los maestros. Sin embargo, no quedé satisfecho y no crean los amables lectores que es por simple capricho o por llevar la contraria. A no ser por el discurso del ministro, insistiendo en invocaciones a una educación liberadora y de calidad, lo pedagógico brilló por su ausencia. Nada se dijo del estancamiento de los procesos de transformación de la educación inicial, primaria y secundaria general y técnica y mucho menos, la transformación específica que requiere la educación en una frontera tan dinámica y últimamente tan conflictiva.
A partir de allí, pensé que era mi obligación de educador y tachirense meter la cucharada en esto, como lo hice cuando en el cierre de la frontera en agosto de 2015, el entonces gobernador Vielma Mora hizo llamados a presentar ideas para construir una frontera de paz en todos los aspectos. Fue así como utilicé dos artículos de esta columna para cumplir con el intento, tanto en lo que tiene de específica la frontera y su consideración más allá del mero criterio espacial y cartográfico, como a la singularidad de la educación que en ella debe impartirse. Pero, aunque quise responder a la invitación del otrora gobernador, la cosa no llegó a nada como casi todo en su gestión.
De manera que creyendo en la vigencia de las propuestas formuladas y la necesidad de un tratamiento urgente a la educación de esas áreas, vuelvo a meter la cucharada confiando que ahora pudiera conseguir audiencia. En primer lugar, propongo extender a todo el estado Táchira la condición de frontera, no solamente los cinco municipios escogidos por desconocidas razones. Luego, intentar la modificación del modelo educativo actual caduco y agotado, hacia una educación integral de calidad, que active en los discentes funciones intelectivas superiores a partir de operaciones mentales complejas, sobre temas y problemas que desafíen su curiosidad y conocimiento. Debería decretarse desde el ministerio del ramo un proceso de carácter experimental en las diferentes etapas hasta la secundaria, en las zonas de frontera. Ello permitiría introducir algunas modificaciones, aunque pequeñas muy significativas, en los saberes a enseñar y aprender, es decir, en los programas de estudio, alentadas desde la necesaria superación del aula y su rutina como espacio único de aprendizaje, así como la instrumentación del aprendizaje cooperativo como modelo básico. Igualmente, será necesario asumir la propuesta de Celestine Freinet del “tanteo experimental” como proceso fundamental en la búsqueda y adquisición del saber, sacando el mayor provecho al potencial tecnológico de las “canaimitas” y al recurso bibliográfico de la Colección Bicentenario, trasponiendo al mismo tiempo, el cerco disciplinar de la asignatura para abarcar procesos inter y transdisciplinarios.
El carácter experimental permite romper la rigidez de los programas de estudios de algunas áreas como las de geografía, historia, lengua y literatura, facilitando un abordaje integracionista de ellas, convirtiéndolas en ejes transversales presentes en todos los niveles, lo cual propiciaría un conocimiento mayor de lo local sin soslayar los demás saberes y menos que se niegue o limite el conocimiento universal. La fórmula sería activar lo “Glocal”, es decir, acercar convenientemente lo global con lo local, lo universal con lo cercano.
Incorporar el estudio de la historia y la geografía de la zona: la conquista, la fundación de las ciudades, el surgimiento de los límites fronterizos, la lucha independentista, la Campaña Admirable, el Congreso de la Villa del Rosario, la Gran Colombia y tantos otros que explican la especificidad de la zona. Igualmente, los sistemas montañosos y cuencas hidrográficas, el intercambio, las migraciones; así como conocer las lenguas de las tribus ancestrales, los procesos lingüísticos actuales, los acentos, sociolectos, leyendas, música, literatura, artistas y escritores.
Será necesario igualmente, extender el horario de labor escolar en todos los institutos, no solo para garantizar una mayor permanencia de los muchachos en lugar seguro e incentivar la convivencia, sino alentar la actividad deportiva y cultural, grandes propulsores de la cultura de paz. Asumir la Paz y el respeto a la vida como valores fundamentales, junto a los muchos otros en los que debe insistirse en el día a día de la escuela. (Gustavo Villamizar D.)