Por Misael Salazar
Diez días, con sus respectivas noches, equivalentes a 240 horas tuvieron que pasar antes que el cadáver del migrante venezolano César Alexis Blanco pudiera recibir cristiana sepultura en uno de los camposantos de la calurosa y bullanguera ciudad de Cali.
El caso parece insólito, pues las leyes eclesiásticas y los preceptos de la medicina sostienen que los restos mortales de un ser humano no puedendurar más de 48 horas sin ser inhumados. Lo dice la Iglesia y lo señalan los principios básicos que rigen la salud pública.
Pero con César Alexis Blanco se rompieron las reglas. Lo mataron a tiros el día 10 de diciembre de 2018, a plena luz del día, en el Barrio Puerta del Sol de la ciudad de Cali. Todos en la barriada conocían a la víctima, pues había llegado al sector desde hacía dos años cuando emigró con su familia desde el estado Aragua, en Venezuela. Y junto a su familia, vendía pasteles y empanadas y con eso se ganaba la vida hasta que las balas le pusieron punto final a su existencia.
Como suele suceder en estos casos, del asesino del joven migrante nadie supo nada. Es como si se tratara del propio Pedro Navaja: Nadie lo denuncia…nadie lo delata. El joven venezolano terminó se almorzar y se dirigió a una bodega en busca de un refresco y por el camino tropezó con el homicida. Los tiros fueron varios. Es lo único que se sabe. Todo lo demás es un misterio, como el largo camino de César Alexis antes de descansar en paz.
A más tardar al día siguiente, el cuerpo del joven venezolano debía ser trasladado hasta lo que los cristianos denominan su última morada. Pero no fue así. Sus parientes afirman que soñaron con la resurrección de César Alexis. Entones cambiaron todos los planes. “Dios encomendó que se trajera el cuerpo y se velara aquí (en la casa), entonces en eso Dios dice que va a hacer algo mayor: levantar al muchacho y que se va a glorificar aquí, en Puerta del Sol”, explicó Julio Blanco, padre de la víctima, a la AFP.
Como las señales divinas son cosa seria, la familia del muchacho optó por esperar a que se cumplierael milagro. En esa espera, los díasy lasnoches se fueron acumulando. Cada día por venir podía ocurrir lo esperado: La resurrección. Y como al día siguiente el muchacho no regresaba de la vida eterna, esperaban el otro día y el otro y el otro. La opinión de los habitantes de Puerta del Sol estaba dividida: Algunos se juntaron con los familiares y esperaron pacientes que llegara el milagro del Lázaro venezolano residente en Colombia. Otros, más preocupados por la salud de la comunidad, empezaron a preguntar por qué no enterraban el cadáver. Como pasaban las horas y los días y lasnoches y nada que enterraban el cuerpo de César Alexis, la noticia desbordó loslinderos del barrio Puerta del Sol y se regó por toda la ciudad de Cali. Luego traspasó los límites de lacapital del Departamento del Valle del Cauca y se convirtió en noticia nacional en Colombia. Medios decomunicación serios y de alto tiraje, como el Diario El Tiempo yla revista semana, publicaron sendos reportajes sobre el cuerpo de un migrante venezolano al que no le proporcionaban tierra en espera del milagro divino dela resurrección.
La Cueva de Adulam
La Cueva de Adulam es quizás la comunidad religiosa más pequeña del mundo. Hasta la muerte de Cesar Alexis, uno de sus integrantes, la comunidad estaba conformada por 14 miembros. Julio Blanco, el padre del joven asesinado, oficia como pastor de la congregación, cargo al que el mismo se postuló luego que abandonara su oficio de vigilante en su natal Venezuela. Tras la muerte del hijo de Julio Blanco, la Cueva de Adulam se redujo a solo 13 miembros. Todos ellos se juntaron al lado del cadáver en espera de la anunciada resurrección.
Un dato curioso contribuyó a alimentar las esperanzas en la Cueva de Adulam: El clima en la ciudad de Cali es muy caluroso, pues la urbe se halla sobre la costa pacífica colombiana. Aun así, el cadáver no se descompuso durante los 10 días y las nueve noches que duró expuesto en la casa del pastor Julio Blanco.
Algunos vecinos de Puerta del Sol dijeron que todos los días le inyectaban formol al cadáver para garantizar que no entrara enestado de descomposición. El padre del joven lo niega. Nadie mostró unsolo indicio ni una sola señal de queasí hubierasucedido durante los días que iban transcurriendo. Un médico, entrevistado por la revista Semana, dejó abierta la posibilidad de que el cuerpo hubiera sido sometido a un riguroso proceso de embalsamamiento para garantizar su permanencia sin que empezara el proceso de descomposición.
El hecho de que el cadáver no emitiera malos olores a pesar del tiempo y lasaltas temperaturas de Cali, contribuyó a incrementar la creencia en la posible resurrección. Pero ésta nollegaba. Tampoco la familia se decidía a darle cristiana sepultura.
La palabra final la proporcionó la alcaldía de la ciudad de Cali. El día miércoles, 9 de diciembre, el despacho, con la asesoría de su división de salubridad pública, emitió un decreto donde ordenaba a la familiadel difunto inhumar el cadáver y le dio de plazo hasta el día jueves, 20 de diciembre de 2018, a las 3 dela tarde. Ni un minuto más ni un minuto menos. Pero antes de entregar ala familia la copia del respetivo decreto, las autoridades hablaron con los deudos para conciliar el entierro del joven migrante, sin recurrir a las medidas legales en protección de la salud pública.
Finalmente, el joven fue sepultado el día jueves, 20 dediciembre, antes del plazo que había otorgado el ayuntamiento municipal.
El muchacho aragüeño no resucitó, al menos hasta el momento que se cumplió el plazo otorgado por la Alcaldía. Y es probable que no lo haga nunca, pero César Alexis Blanco quedará registrado como el joven migrante venezolano al que le proporcionaronel velorio más largo jamás visto en la historia de la ciudad que respira salsa por los cuatro costados y la Cueva de Adulam, a la cual pertenecía, podría convertirse en la congregación religiosa más pequeña del mundo, pues sus integrantes no llegan a docena y media.
Misael Salazar Flórez