Cuántas historias, anécdotas, contratiempos y percances pueden haber ocurrido en un evento como la Vuelta al Táchira en Bicicleta cuya edición N° 54 acaba de concluir. Deben ser innumerables, algunos de ellos sin registro documental, desdibujados por el paso del tiempo y muchos definitivamente olvidados. No es cosa fácil contar después de más de medio siglo, lo que ha ocurrido en una competencia que conmovió en sus inicios y sigue interesando a toda la región y, sin duda, cumplió la tarea de proyectar nuestro gentilicio a los diversos espacios del planeta. Por tales razones, relevantes sin equivocación, debemos celebrar la publicación del libro “Vuelta al Táchira 53 Años de Historia”, obra del periodista y amigo –que importante ser amigo de los autores- Misael Salazar Flórez, bajo el calce editorial de Letra y Media Editores.
El texto que presentó Misael en días previos a la edición 2019 de la Vuelta, es fruto de un trabajo de años además de enjundioso y “por etapas”, como afirma el autor. Son 54 crónicas, 53 dedicadas al relato de las incidencias de cada una de las citas del evento ciclístico hasta 2018 y 1 que da entrada al libro, dedicada a quienes abrigaron el sueño de crear la Vuelta al Táchira en Bicicleta. Relata aquellos días de ilusión y proyectos de los fundadores anhelantes de crear una competencia ciclística que superara la Vuelta a Venezuela, iniciada en 1963, alcanzara el nivel de las más importantes del continente y lograra, al paso del tiempo, parangonarse con las grandes del mundo. No fueron pocos los obstáculos e incomprensiones de aquellos momentos, pero la tozudez tachirense los rescataba del desaliento y antes que abandonar, doblaban los esfuerzos por hacer verdad sus esperanzas. Sin duda fue un proyecto fraguado y echado a andar por un peculiar liderazgo regional que lució su decisión e impulso para sobreponerse a los más disímiles contratiempos. Trabajo encomiable el de los pioneros Pedro Maximino Pérez, Lucidio Martínez, Roberto Trujillo, Abel Becerra, Pio Gil Moreno, Amenodoro Suárez, Luis Eugenio Correa, Félix Sánchez y Benjamín Suárez, entre otros.
Llegó la mañana del 25 de enero de 1966, cuando frente al Gimnasio Arminio Gutiérrez Castro de La Concordia, 43 pedalistas de la región y varios estados de Venezuela, así como equipos de diversos departamentos de Colombia, se ubicaron en la raya de partida para darle formal inicio a la Vuelta Grande de América, como se le llamó al poco tiempo. La presencia multitudinaria y la alegría de los sancristobalenses agolpados a lo largo del circuito inaugural que llevaba hasta el Hotel Tamá, límite este de la ciudad de entonces, sellaron el nacimiento y vigencia del hermoso evento. Desde entonces, gracias al trabajo de los medios de comunicación, especialmente la radio con sus transmisiones “en la carretera y en movimiento” mediante sus unidades móviles, en aquel momento primigenio camiones de la empresa eléctrica dotados con equipos de transmisión que permitieron seguir la vuelta a través de la emisora Ecos del Torbes, en la voz del narrador colombiano de origen costarricense Carlos Arturo Rueda Calderón. A partir de esos instantes iniciales de la competencia, los tachirenses comenzamos a escuchar e incorporar al léxico cotidiano expresiones referidas a las incidencias de la carrera como las “escapadas”, la persecución, la “cacería”, los “pasistas”, los “escaladores”, la “caravana multicolor”, las metas volantes, los permios de montaña, las zonas de alimentación, los “caballitos de acero”, las “caramañolas”, “chupar rueda”, y “la palida”, entre otras.
El autor va desgranando relatos, anécdotas, victorias, fracasos y vicisitudes, en cada crónica cuyo título refiere y destaca alguna referencia al triunfador de cada edición, comenzando con el colombiano Martín Emilio “Cochise” Rodriguez primer campeón, finalizando con el Larense Pedro Rodríguez, campeón de la versión 2018.
Un buen trabajo que vale la pena leer y conservar. Allí hay una parte muy importante de la historia del Táchira, no solo la deportiva, porque se trata de una competencia que ha conmovido la fibra de los nativos y foráneos y además, nos ha dado a conocer en el mundo. Felicitaciones, Misael. Te queda el encargo de las crónicas que vienen. (Gustavo Villamizar D.)