Nuestra cotidianeidad sigue atrapada en una cadena de calamidades que cada día hunde más a nuestra región en la improductividad, en el hastío y en la apatía general.
Este lunes gran parte de las estaciones de servicios de San Cristóbal no abastecieron combustible, lo que de inmediato se refleja en un ya hace más de año y medio en el decadente desenvolvimiento del transporte público.
Mientras tanto los pasajes suben y suben, al antojo del sector transporte y casi que al antojo del chofer que haya tomado una ruta durante un flexible horario de trabajo, nada de esto ha garantizado la mejora del enfermo.
Aunque ninguna zona residencial y comercial, ninguna población se escapa a ser afectado por el problema, quienes deben cubrir grandes trayectos por razones laborales, financieras o de salud especialmente resultan los más afectados, y ahora con especial saña en sus bolsillos.
En las adyacencias del Terminal de Transporte se veían muchas busetas paradas, la mayoría de las cuales cubren rutas suburbanas, y una que otra que simplemente esperaba llenarse de pasajeros, pues no iba a desperdiciar el viaje y el combustible con asientos vacíos.
Mientras tanto las paradas tanto en La Concordia como el Centro se iba atiborrando de personas que por hora y media se dirigían hacia Táriba, Cordero, Palmira, Copa de Oro. Muchos optan por bajar a pie hasta el Terminal de Pasajeros, así tengan que luchar varias cuadras con un día soleado, ya que si se quedan aguardando por el Centro, lo más probable es que la buseta ya al tope, pase por sus caras pero no les pare.
El aumento arbitrario del pasaje –ya no hay anuncios oficiales para confirmarlo o siquiera una reprobación así sea retórica- definitivamente ha colocado a más de uno en la disyuntiva de renunciar a sus trabajos. Tales aumentos de una semana a otra –para no decir de un día a otro- equivale al 100 por ciento, como lo pueden los pobladores de Copa de Oro o Vega de Aza que por un viaje a San Cristóbal pasaron de pagar 150 “soberanos” a 300. Lo mismo puede afirmar los vecinos de Palo Grande que deben desembolsillar 500 bolívares; los de Las Minas, 700 bolívares; los de Michelena, 800 bolívares…
Es decir que para un trabajador de alguna empresa en San Cristóbal que resida lejos casi todo el salario mínimo se iría en pagar pasajes.
En un principio las unidades “piratas” servían para compensar la escasez; pero hasta estas se han esfumado del mapa. Los que viven dentro del casco urbano de San Cristóbal, no es que corran con mejor suerte; pero si se quiere llegar a tiempo lo mejor es caminar, no obstante, ni el físico medrado por la desnutrición, ni los zapatos ya sin suelas, parecen tener la fortaleza suficiente para continuar el camino.
Este lunes, los transeúntes esperaban que las unidades de Transtáchira aliviaran la crisis como lo ha venido haciendo pero este lunes muchas de sus unidades estaban concentradas en la plaza Bolívar prestando apoyo a un acto cívico-militar que allí se realizaba, porque cuando estos “acontecimientos” están programados las prioridades varían.
Freddy Omar Durán