Regional
Sin un refuerzo militar significativo en Tienditas crecen las expectativas
8 de febrero de 2019
Este jueves la movilización migratoria por San Antonio era rutinaria en la mañana, menor a la de los días críticos
(Cúcuta)Si bien al otro lado del puente hacia Colombia la algarabía y la presencia de medios de comunicación internacionales, funcionarios policiales y representantes del gobierno colombiano y otros países era evidente, la mañana del jueves Tienditas seguía siendo un caserío solitario, con una presencia militar discreta propiamente concentrada en el punto fronterizo, que permanece bloqueado.
Si bien ni San Antonio, ni Ureña han experimentado en su casco urbano una movilización de tropas ostensible, o se habían dispuestos puestos de control adicionales sobre vías suburbanas, la vigilancia se reforzaba en los puentes internacionales Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar, sin causar mayor traumatismo al abundante flujo humano que por allí pasa todos los días, aunque se retuvo a la espera de las pesquisas a aquellas personas que cargaban maletas de gran peso.
De San Cristóbal a la frontera igual el transporte no se estancó en colas ni en el puesto de control de Perecal, ni en el Antiguo Peaje de San Antonio.
La movilización migratoria por San Antonio era rutinaria en la mañana, menor a la de los días críticos. Fluía con cierta libertad, y por supuesto se contenía cerca del toldo en donde operaban los funcionarios colombianos sobre el puente Simón Bolívar. Por los caminos verdes, con un río Táchira algo seco y ciertos signos de contaminación, los caminantes eran contados.
Mientras tanto más medios de comunicación de España y Estado Unidos se instalan Puente Internacional, en la intención de recabar más testimonios de los venezolanos que por una u otra razón cruzan el puente, y estar alertas a una posible tensión fronteriza que se suscite por la recepción en Cúcuta de la ayuda humanitaria.
Rumores de concentración
En la vía que comunica a Tienditas con San Antonio, más que vigilancia militar, lo más frecuente de observar eran los “pimpineros”, que hacían señas a cada carro que pasaba.
Todo aparentemente era un día normal en este caserío que apenas si ha crecido. Como comentó uno de sus pobladores, la economía subrepticia que allí opera, les permite hacerse de unos pesos, e ir a hacer un mercado en La Parada de Cúcuta, pues en Venezuela, todo les parece más caro.
Aunque actualmente ha merecido la atención internacional, por el bloqueo con cisternas, contenedores y otros obstáculos que buscan impedir la entrada al país de la ayuda humanitaria ofrecida por el gobierno norteamericano con el apoyo del estado colombiano, no creen que eso mejore la pobre calidad de vida de sus habitantes, ni que lo salve del abandono en que se encuentra. Para llegar hasta allá desde San Antonio o Ureña es necesario tomar un carrito por puesto que cobra alrededor de mil pesos, o esperar un buen rato a que aparezca la buseta. De agua apenas si pueden surtirse cada 15 días, insufrible donde el calor no tiene clemencia, y los apagones se han hecho reiterativos. Gas, cable y otros servicios, se cancelan en pesos. La sombra de la inseguridad les recomienda que lo mejor consiste en resguardarse en casa, y no merodear mucho por el camino.
Esa zona ha cobró cierta relevancia mediática hace un año aproximadamente por la masacre de tres hombres; hoy las razones son distintas, en una mezcla de esperanza y desconcierto. Aunque no prefieren opinar mucho sobre la ayuda humanitaria, ya se ha hablado entre las mujeres la posibilidad de formar un grupo de “damas de
blanco” para solicitarles a los militares, se levanten los obstáculos y se permita el paso de la ayuda humanitaria.
Pero hasta los momentos
no se ha concretado la idea. Mientras tanto una autopista y un íngrimo puente se extienden ante ellos como una especie de “escalera al cielo”. Están conscientes que si las relaciones entre Venezuela y Colombia algún día llegaran a mejorar, y tal puente se activara, una prosperidad sin igual los beneficiaría, e igualmente se transformarían las relaciones comerciales binacionales de un modo insospechado.
Sobre lo que pasaría si la ayuda humanitaria intentase cruzar el retén venezolano, muchos rumoran en la frontera que ya hay dispuestos algunos containers en los que la misma sería custodiado, descartando algún choque violento entre fuerzas militares. Aunque en realidad, todo se mantiene en el terreno de la especulación, pues más allá de los pronunciamientos presidenciales de rechazo a la ayuda, no se conoce oficialmente la actitud que tomarán las fuerzas militares, más allá de la colocación de barreras.
Freddy Omar Durán