Internacional
Milenials británicos no quieren ver su futuro truncado por un Brexit «injusto»
8 de febrero de 2019
Estudiaba en Cambridge y le faltaba poco para licenciarse en Ciencias Políticas, pero Lara Spirit, de 22 años, lo dejó todo para luchar por algo más urgente: parar el Brexit, una decisión «injusta» que muchos jóvenes británicos consideran impuesta por «otras generaciones».
«Quienes más nos oponemos al Brexit somos quienes más tendremos que vivir con sus consecuencias», lamenta esta estudiante de profundos ojos azules y una complexión fina que contrasta con su enorme determinación.
Un estudio realizado por el gabinete Ipsos Mori tras el referéndum de junio de 2016 mostró que el 75% de los británicos entre 18 y 24 años votó en contra de salir de la Unión Europea.
Para su pesar, el Brexit se impuso por un 52%, un porcentaje que alcanzó un 61-66% entre los mayores de 55 años. Los expertos advirtieron que esto podía agravar la insatisfacción de los jóvenes con la política.
Ahora, ante la falta de acuerdo a menos de dos meses de la fecha prevista, algunos conservan la esperanza de lograr dar marcha atrás.
Lara reivindica poder vivir y trabajar en los otros 27 países de la UE: «que seamos despojados de esos derechos cuando nuestros padres y abuelos los disfrutaron es injusto».
Pero, sobre todo, teme las repercusiones económicas para «una generación que está entrando en el mercado laboral en un periodo de posrecesión, en el que recuperar las pérdidas salariales es difícil sino imposible».
La economía británica tendrá un crecimiento menor debido al Brexit, reconoció recientemente un informe gubernamental. Y numerosas empresas ya empezaron a suprimir inversiones y puestos de trabajo.
«Mi generación va a tener que limpiar el desastre», afirma Lara.
«Resaca de Brexit»
Pero no todos los milenials votaron en contra del Brexit.
«Era la primera vez que votaba y lo hice a favor de irnos porque pensaba que tendríamos un futuro mejor fuera de la UE, que podríamos comerciar más con aliados de todo el mundo como Australia y Canadá, que podríamos recuperar el control de nuestras leyes y ahorrar dinero», explica Will Dry, de 20 años, estudiante de Política, Economía y Filosofía en Oxford.
Sus padres y la mayoría de su familia eran de la misma opinión, admite.
Will habla muy rápido, pero mide cada palabra cuando explica cómo después se dio cuenta de que «muchas de esas razones son erróneas».
«Por ejemplo, no sabía que tenemos tanto comercio con la UE y que, en realidad, la mejor manera de comerciar con países que no están en Europa, países de todo el mundo, es a través de la UE».
Así que hace un año, como Lara interrumpió sus estudios para consagrarse al grupo Our Future Our Choice (OFOC, Nuestro Futuro Nuestra Decisión), que milita por un segundo referéndum con acciones llamativas.
Colaboraron con otra organización estudiantil, For Our Future’s Sake (FFS, Por el Bien de Nuestro Futuro) abasteciendo una tienda efímera en Londres que ofrecía productos como «Filete de vacuno con las mejores hormonas» o «Pollo fresco con cloro», para denunciar los peligros del fin de las reglas alimentarias europeas.
Y disfrazados de camareros recibieron, a las puertas de Downing Street, a los diputados invitados por la primera ministra Theresa May con copas de champán y una pancarta que decía «Este acuerdo nos deja con resaca de Brexit».
Valores e identidad
Para Femi Oluwole, de 28 años, la oposición al Brexit es también una «cuestión de valores».
«No vemos las fronteras de la forma en que lo hacían las generaciones anteriores», dice. «Nos gusta la idea de estar más cerca, cuando tuiteamos lo hacemos contra el presidente de Estados Unidos, cuando jugamos a FIFA lo hacemos con alguien en Japón».
«Nos sentimos a la vez británicos y ciudadanos de la UE y no nos gusta la idea de que nos quiten esa identidad», afirma este joven que tras estudiar Derecho y Francés en Notthingham hizo varias pasantías en instituciones europeas en Bruselas.
En marzo de 2016 volvió a Inglaterra antes del referéndum: encontró un trabajo en una pizzería y lanzó una campaña en las redes sociales.
«Mi vida era básicamente Domino’s Pizza y Brexit», recuerda.
Tenía 20 seguidores en Twitter, hoy tiene 133.000.
En dos meses reunió 12.000 libras gracias a una microfinanciación que le permitió lanzar OFOC. Ahora, con 70.000 libras y la ayuda financiera de otros grupos proeuropeos, su campaña recorre el país con un gran autocar azul.
«Es la primera vez en mucho tiempo que los jóvenes tenemos la oportunidad de impulsar la dirección que toma Reino Unido», dice Lara.
«Nuestra generación quiere hacer frente al cambio climático, a la crisis de los refugiados, a las empresas que no pagan los impuestos que les corresponden ¿Cómo lo vamos a hacer (…) si no podemos participar en la UE, el organismo para tratar estos problemas?», agrega Will. AFP