Regional

Se tomó el hampa el centro de San Cristóbal y sus alrededores

7 de marzo de 2019

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Es un secreto a voces que muy pocos locales en el centro de San Cristóbal han resultado indemnes a la acción del hampa, y son pocos los dueños que deciden denunciar ya sea por miedo, o porque lo consideran inútil.

La denuncia la han interpuesto ante Diario La Nación comerciantes y habitantes del sector, que prefirieron el anonimato ya que son vecinos de una movida delincuencial, que si bien ha sido común desde hace ya tiempo en esa zona, en lo que va de 2019 ha cobrado ribetes dramáticos.

Un drama del que hablan los inmuebles donde las huellas del pillaje están a la luz del día, y del que también dan cuenta los residentes, quienes desde la cuatro de la tarde prefieren encerrarse, y no percatarse de los gritos de socorro de quienes son víctimas de los atracos.

Si en el día la ausencia de personal policial se evidencia, en la noche las rondas apenas si se atreven a mirar por un visillo un panorama tenebroso en donde opera la unión delincuencial-prostitucional a sus anchas.

Ni las “casas de Dios” se han salvado al acecho criminal, y simplemente han hecho parte del plan de desmantelar la ciudad para venderla a pedazos.

Pero a la zozobra del crimen debe agregarse al triste cuadro que diariamente se hacen quienes transitan por la plaza Bolívar y sus alrededores, la obscenidad, la suciedad y el caos social de quienes deben esperar a que les llegue un transporte, una oportunidad de comprar o de vender o de lo que sea, una aglomeración que sirve para tentar aún más a la delincuencia.

Como denunciaron los vecinos del centro, así como la prostitución actúa descaradamente igual hacen los atracadores, los cuales sin empacho se abalanzan sobre sus potenciales víctimas, anden estas en vehículos particulares, en busetas o recorriendo las aceras. Ya ni disimulo hay para cometer sus fechorías. Los conductores se cuidan de tener el vidrio abajo o el seguro de la puerta arriba, y aun así en las horas de mayor soledad del centro la delincuencia se ha atrevido a abordar el vehículo para como sea obligar a sus pasajeros desembolsar sus pertenencias.

Muchos vecinos no ven con buenos ojos la proliferación del transformismo en el lugar, o el menos no aceptan que ese modo de vida se preste para conductas públicas escandalosas e impúdicas.

Denuncian que si cada día más la actividad comercial va en decadencia, el comercio de estupefacientes sí representa un negocio con tendencia al alza, especialmente en la plaza Bolívar, convertida en un símbolo deprimente de lo que ha quedado reducida San Cristóbal ante el abandono y la desidia de los entes públicos que deberían velar por ella.

En la mañana y parte de la tarde apenas si la actividad comercial, cultural, administrativa, de movilidad, en el centro de San Cristóbal apenas si cobra vigor. Ya a las cuatro de la tarde –cuando se supone que debería estar en su mayor auge- el ausentismo se apodera de todos los rincones del centro, y se respira peligro, aunque lo mejor es pasar rápido por el lugar y hacer lo que se tenga que hacer en lo poco que queda abierto. Después de las seis, el peligro no se sospecha sino que se experimenta en carne propia, y quien pase por allá lo hace a su cuenta y riesgo.

Por ejemplo, en el tramo de la calle 9 que comprendería desde el liceo Simón Bolívar hasta el parque Sanmiguel, prácticamente la depredación ha transcurrido en un “casa a casa”, aprovechando la complicidad de la noche, sea que la intrusión sea subrepticia por techos y fachadas, o abiertamente con arma en mano. De domingo a lunes de Carnaval tres negocios en seguidilla más abajo del Ateneo del Táchira –que también ha sido un lugar frecuentado por los amigos de lo ajeno- fueron objetivos de la inseguridad rampante. Recientemente ya a la altura de la Quinta Avenida, otro hecho más espectacular ocurrió cuando un conductor por maniobrar esquivando el cerco de los atracadores terminó estrellándose en la esquina, y evitó ser asaltado disparando al aire; pero no todos han contado con la misma suerte, quienes además de ser despojados de sus bienes, se les ha propinado puñaladas o balazos por su osadía de resistirse.

Víctimas sin asistencia

Muchas víctimas, inmediatamente ocurrido el hecho, han acudido a patrullas de la policía o la guardia nacional apostadas por esos lares, para ver si al menos se intenta una persecución o una identificación de los antisociales responsables del mismo, o al menos un reporte de lo que haya sucedido, solo han recibido excusas como que no tienen una orden superior para actuar, que sus funciones para estar emplazados allí no corresponden al combate del delito, que debe haber una denuncia formal previa para entrar en acción, que no cuentan con el equipo y el apoyo –ni logístico, ni legal- indicado para atacar a la delincuencia, y un largo etcétera. Algunas víctimas más esperanzadas concurren a las oficinas del Cicpc, de Politáchira, o de la Policía Municipal, lo que podría ser más una escenificación de una pieza kafkiana, que un medio para que la justicia y el resarcimiento de la víctima sea posible.

Sin embargo el centro de San Cristóbal apenas se incluye dentro de un gran territorio a merced del hampa. Se ha denunciado reiterados atracos por los alrededores del centro comercial El Samán, especialmente en el CDI de la antigua sede de Corpoelect donde sin temores las visitas de la delincuencia se ha hecho reiterativa, logrando en cada una de ellas un buen botín de celulares y efectivo.

Los atracadores que se movilizaban en moto nada les intimidó que una comisión de la PNB estuviera resguardando la estación de servicio diagonal a ella, ya que estos efectivos tenían como misión principal y única de que la distribución de combustible se cumpliese en orden.

Freddy Omar Durán