Nuevamente la tradición del Domingo de Ramos se reafirmó en el inicio de la Semana Mayor, con las iglesias plenas de feligreses, mientras una ciudad en silencio se desenvolvía a su alrededor.
Un silencio apenas perturbado por el fragor musical de las iglesias evangélicas que por todos lados han proliferado, e igual que en los templos católicos celebran por igual la gloria de Jesucristo.
En San Cristóbal Monseñor Mario Moronta, acompañado de un séquito católico, previo a la misa celebró una procesión que partió de la plaza Bolívar, y llego a la Catedral, donde alrededor de las nueve de la mañana se celebró la primera de las eucaristías.
Muy cerca de la Catedral permanecía la cola de vehículos que se extendía hasta la estación de servicios de la plaza Sanmiguel, una de las pocas que ese día estaba operando, cuando se supone que se atendía a los vehículos con cualquier terminal de cédula.
Los “ramos benditos” ha sido una costumbre que a su manera ha sobrevivido a la crisis que afecta el país. En las entradas de las iglesias estaban apostados los vendedores en un oficio, que ha pasado de generación en generación.
El creyente puede simplemente llevarse un fajo de ramos –en contraste con las inmensas palmas de otros años, y con las cuales se abarrotaban los templos- o llevarse bellos tejidos con el mismo material vegetal en variedad de formas, o simplemente trenzados en cruz. Los precios partían de los 500 bolívares; eso dependía de la cantidad y de calidad artesanal.
Sin embargo, admiten que no ha sido una temporada muy halagüeña, porque los feligreses están cortos de presupuesto, o no quieren soltar el efectivo, y aún así, todos quieren un ramo así sea el más humilde, así tengan que regatear, ya sea para guardarlo en su casa –para algunos como señal de buenos augurios-, ya sea para regalárselo a algún familiar o persona cercana. Las ventas han sido calificadas como “suaves”, y no representan ni la cuarta parte de otros años. Si bien en la mañana fue tímida la clientela, esperaban que para las misas del mediodía y la tarde, se hiciese sentir un poco más. Otro factor adverso para los vendedores de ramos fue la escasez del material, producto del ardiente verano de los últimos meses, que ha conllevado incluso la quema indiscriminada de palmas
El mensaje fue similar para el día de hoy en todas las homilías del Táchira que el Domingo de Ramos es el preámbulo de un tránsito de gloria que debe pasar por el dolor y la traición de los hombres hasta al final convertirse en un canto triunfal que ha derrotado a la muerte.
Freddy Omar Durán