Reportajes y Especiales
Venezuela: de estar entre los más ricos a estar entre los más pobres de América
28 de abril de 2019
La tragedia económica de Venezuela es tan grande y acelerada que cuando termine 2019 este será el segundo país más pobre de América y el Caribe, después de Haití, según proyecciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y cálculos de economistas. El desastre se gestó mucho antes de las sanciones de Estados Unidos contra Nicolás Maduro.
Por Omar Lugo
Caravanas de vehículos de la Cruz Roja Internacional distribuyendo ayuda humanitaria, centenares de personas haciendo filas en pos de unas pastillas para desinfectar agua de beber; miles de desplazados y refugiados allende las fronteras, ciudades completas hundidas en la oscuridad y el calor, familias comiendo de la basura; campos abandonados; fábricas y centros comerciales enteros cerrados, son hoy la viva estampa de un país que parece fue arrasado por una guerra.
La mala noticia, es que de acuerdo a las evidencias, esto no es un escenario temporal, coyuntural, sino que es apenas la entrada a una nueva fase en el hundimiento del sueño americano del sur, cuyas estructuras comenzaron a naufragar con el populismo chavista.
“La caída del producto en Venezuela ha sido uno de los más grandes registrados en la historia. Tenemos -18% para el año anterior, -25% quizás más para este año”, señaló recientemente el economista Alejandro Werner, director del Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, en una rueda de prensa sobre las perspectivas de la economía global.
“Ha sido una caída tremenda de la producción petrolera, el sector no petrolero también está colapsado”, agregó para observar que aparte del factor de inmigración, no se esperan mayores impactos en la región, “ya que el comercio y todos los demás flujos están ya absolutamente casi a cero”.
Este es un país aislado, con poco intercambio comercial y económico con sus vecinos y antiguos socios tradicionales.
Desde 2018 Venezuela ya está entre las cuatro naciones más pobres del Hemisferio, seguida por Nicaragua, Honduras y Haití. Pero con el nuevo colapso del Producto Interno Bruto (suma total de riqueza generada por una economía cada año) previsto en torno a 30% en 2019, a la fecha es inevitable que continúe el desplome generalizado.
El desplome de la otrora Venezuela Saudita
Mucho antes de las sanciones comenzó este desplome de unas bases de barro. Su máximo responsable se llama Nicolás Maduro, pues desde que en 2013 comenzó el mandato, el heredero de Hugo Chávez ha dicho públicamente que él en persona es el responsable del manejo de la economía y del diseño de la reformas que han sido aplicadas.
Después de una expansión que duró hasta 2012 gracias a un boom sin precedentes en los precios del petróleo, y después de que fueran dilapidados más de un billón (millón de millones) de dólares en ingresos petroleros durante el gobierno de Chávez, la economía apenas creció 1,3% en 2013.
En 2014 caería -3,9%; otro -6,2% en 2015; -17% en 2016, -15,7% en 2017 y -18% en 2018, según datos recopilados por el FMI que van en línea con los de economistas independientes.
Es una caída acumulada de 60% que se sumará a la de este año 2019, con lo que la ex cuarta mayor economía de América latina habrá perdido más de cuatro quintas partes de su tamaño.
No hay país en el mundo, en tiempos de paz o de guerra con una caída tan vertical de su economía, de manera sostenida durante tantos años en la historia reciente.
Todos los principales indicadores económicos disponibles a la fecha revelan el deterioro sin freno. Más allá de los números, la brutal realidad es que este colapso está matando a miles de personas por enfermedades que se hubieran podido prevenir y tratar en un país en condiciones normales; por desnutrición crónica, o por el deterioro general de las condiciones de vida.
Ya en 2017 la tasa de muertes de niños menores de cinco años en Venezuela fue de 30,9 por cada mil; casi el doble que en Nicaragua (17,2) y Honduras (18,2). Sólo Haití estaba peor, con 71,7 muertes por cada mil. Son datos del Banco Mundial.
“Las importaciones de alimentos y medicinas de Venezuela, reportadas por sus socios comerciales – habían caído más de 80% antes de las sanciones, causando – esas sí – cientos de miles de muertos y refugiados”, replica el economista Miguel Angel Santos a un informe encabezado por el economista Jeffrey Sachs que pretende culpar en retroactivo a las sanciones por el colapso de Venezuela.
En realidad el derrumbe comenzó con el desmoronamiento de la industria petrolera, que desde 1998, con la llegada de Hugo Chávez, ha venido en declive hasta ver reducido en un tercio su producción al cierre de 2008 con respecto a los valores de apenas cinco años antes.
Poder adquisitivo
Mientras, el valor del salario ha sido liquidado, millones de trabajadores están desempleados y se agrava la crisis humanitaria que ha generado el peor flujo de refugiados en el mundo hoy después de la de Siria.
Pero con el inicio de las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos al régimen de Nicolás Maduro, a partir del 28 de abril, este negro panorama de Venezuela se oscurecerá aún más, porque ya el país está quebrado.
Venezuela no tiene fuentes externas de financiamiento, su aparato productivo interno fue destruido por los controles e intervenciones del chavismo, la industria petrolera está arruinada, y los servicios públicos colapsados.
El salario mínimo, que ya es el más bajo del mundo, con 3,4 dólares por mes hasta ahora, apenas subirá hasta 7,6 dólares al cambio actual.
En Venezuela el ingreso formal ha perdido todo su valor, no hay sistema de crédito, la banca está técnicamente quebrada y solo vive de comisiones; las personas en general carecen de seguro médico, a menos que tengan la fortuna de comprar una póliza en dólares.
Los seguros a la propiedad también son insignificantes, pues las primas y las sumas aseguradas son barridas cada día por la hiperinflación.
“Esperamos que el Producto Interno Bruto venezolano caiga 37,4% en 2019. Este sería el sexto año consecutivo de decrecimiento”, señala el economista Francisco Rodríguez, cuyo escenario es más pesimista que el del FMI.
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