Ya sea por descuido de los operativos de limpieza, ya sea por inconsciencia ciudadana, lo cierto es que muchas zonas del centro a causa de la basura se han convertido en lugares vedados al tránsito peatonal.

Cada día son las quejas más de los transeúntes que deben sortear montañas de escombros cuya fetidez representa no solo un momento desagradable sino un riesgo para la salud pública.

En estos tiempos en que el andar a pie se ha convertido en la mejor opción para quien ya no cuenta con un servicio de transporte eficiente, o sencillamente ha tenido que dejar su automóvil en casa, porque no hay con qué hacer el mantenimiento, el problema de las aceras asquerosas ha cobrado dimensiones preocupantes.

Un ejemplo de ello lo vemos en lo que se llama el Paseo San Sebastián, un boulevar túnel por el que pasar por sus flancos constituye un reto, ya que si no se penetra por sus instalaciones solo se tiene dos opciones o tirarse directamente a la Quinta Avenida o caer en un pasadizo de basuras cuya soledad también se presta para otros peligros. La extraña ubicación de ese centro comercial, donde ya muy pocos puestos están ocupados, sobre toda la avenida, siempre ha sido polémica; y hoy en día se presta para dejar un reducto donde transitar  conlleva riesgos.

La desesperación o la indolencia –o las dos cosas- ha llevado al sector comercial a encontrar mejor forma de deshacerse de sus basuras que dejándolas donde mejor puedan y nadie salga a reclamarles, ya sea tras estacionamientos, en terrenos baldíos, o edificaciones abandonadas, bajo la creencia de que no le hacen daño a nadie, cuando en realidad los que pagan los platos rotos son los transeúntes.

Sortear obstáculos constituye una especie de reto, el cual debes procurar no ensuciarte, no arriesgar tu salud o no ser abordado por los malos olores.

A las  eternas esperas por el anhelada unidad autobusera que los devuelva a sus hogares o sitios de trabajo, se anexa el tener que soportar los malos olores.

Freddy Omar Durán