Por María Teresa Amaya
Esta es una enfermedad que no distingue de sexo, se presenta en hombres y mujeres; pero la condición del género si le confiere a la enfermedad características muy particulares.
Anteriormente no se consideraba enfermedad –dice la psiquiatra Olga Suárez- se veía como un vicio, era algo que la persona adquiría como voluntaria y al alcohólico se le decía vicioso.
“Desde que la Organización Mundial de la Salud determinó que esto es una enfermedad la cultura ha cambiado y hoy día las ciencias médicas han reconocido la existencia de una enfermedad en donde el individuo de alguna manera es víctima de una situación mental y física que le lleva a esto”, explicó.
¿Qué pasa con la mujer?
Culturalmente vivimos en una sociedad que todavía tiene rasgos de ese patriarcado en donde al hombre se le trata distinto, entonces culturalmente y socialmente se tolera más que un hombre tome.
Si en una fiesta tu vez un borracho, de repente te resulta más soportable que el borracho sea un hombre que haga el ridículo y que se vomite o haga todo el espectáculo que pueda producir una persona intoxicada; pero si es una mujer a lo mejor ya no lo considerarías igual.
Esta enfermedad le confiere a la mujer como una carga mayor. Las mujeres alcohólicas son víctimas del estigma de la enfermedad.
Socialmente antes las mujeres eran menos propensas a consumir alcohol, sin embargo en la actualidad ellas toman tanto como los hombres y algunas más. Al igual que los hombres consumen por muchísimas razones, tal vez una de las razones más frecuentes es el placer social. El uso de la bebida como un medio para el disfrute y se ve desde temprana edad.
Las mujeres con el paso del tiempo han ido cambiando y socialmente, han adquirido mayores espacios y por eso hoy día se nota con preocupación ese fenómeno. Por lo que se ve atacada su dignidad y es catalogada como borracha e irresponsable.
Cuando una mujer tiene la enfermedad, no cumple a cabalidad con los roles culturales como madre, como esposa, porque la enfermedad hace que descuide a sus hijos, a su esposo, descuida su casa, entonces la juzgan peor.
“Muchas veces cuando hay parejas que toman y los hijos crecen en un hogar donde papá y mamá se emborrachan terminan ellos asumiendo los roles principales para medio ordenar esa familia o terminan perdiéndose también ellos en el alcohol”.
La parte clínica
Las personas asisten a la consulta revelando otras enfermedades, y en muchos casos esos son problemas derivados del alcoholismo. “Al conversar con ellos uno va descubriendo que hay en el interior de este paciente. Otras veces el paciente llega solicitando ayuda y hay otro punto que es cuando sus familiares claman el respaldo y traen al paciente obligado o engañado y este debe ser sometido a curas de desintoxicación”, expresó Suárez.
En la clínica de Reposo Mental Virgen de Coromoto, frente a la Escuela Técnica J.A Román Valecillos en Barrio Sucre, se aplican esos tratamientos ya sean voluntarios o involuntarios, se desintoxica la persona y se le lleva a un nivel donde el paciente ya está en condiciones de darse cuenta.
Esas personas salen de la mencionada institución y se les recomienda entrar a Alcohólicos Anónimos A.A. para que mantengan esta herramienta a nivel comunitario y sigue con los controles médicos hasta que llega el momento que solo debe mantener su asistencia a los grupos que en el Táchira son varios.
Consultan más los hombres que las mujeres
Pareciera que hay más hombres alcohólicos que mujeres, cosa que no es así,-comenta Suárez- lo que pasa es que obviamente la mujer esconde más el alcoholismo porque la mujer se avergüenza mucho más de tenerlo que el hombre.
De acuerdo a las experiencias vividas en su profesión la especialista explica que en muchos casos la misma familia lleva más al hombre al tratamiento que a la misma mujer, también por cuestión de estigma. Muchas familias tapan la existencia de una madre alcohólica.
“Casi siempre las mujeres alcohólicas cuando son traídas al tratamiento vienen con hijos grandes que llegan a la conclusión de que la mamá necesita una ayuda, porque notan siendo adultos la enfermedad y se enfrentan a sacar a la luz que su madre tiene un problema de alcoholismo. Entonces las mujeres consultan menos por ese motivo.Las mujeres por lo general mantienen su condición de alcoholismo en un secreto y eso agrava más la enfermedad porque no se atiende”.
“Vivimos en una sociedad que indica que beber los fines de semana es normal; pero no es normal, hemos ´normatizado´ algo que no es normal”.
Hay que hacer conciencia que esto es una enfermedad –insiste la doctora- . Hay que entender que como enfermedad requiere tratamiento. Poder hablar de esto libremente sin temor sin vergüenza va facilitar a las personas hacerse conscientes de la enfermedad y al reconocerla es el paso fundamental para poder recuperarse.
Se debe ampliar la información y que las personas puedan acceder a una información útil y científica que aporte claridad al problema que no es fácil.
El alcohol es un monstruo de muchas cabezas, complejo en su dinámica y en sus repercusiones. Entonces es una enfermedad que requiere muchísimos recursos e información.
“Yo creo que las personas que logran traspasar la enfermedad son muy valiosas. Usualmente voy a las reuniones de Alcohólicos Anónimos y de verdad que me quito el sombrero ante personas que han logrado sobreponerse a sus propias dificultades, porque no hay nada más difícil para el ser humano que luchar consigo mismo”, expresó.
Aquellas personas que deseen recibir información de la comunidad de Alcohólico Anónimos, lo pueden hacer a través de las redes sociales: instragram @aatachira, twitter @AAtachira, en el edificio Los Mirtos piso 1 oficina 1-5 en la quinta avenida de San Cristóbal o llamar al teléfono a nivel nacional 0501 Sobrios.