Oscar Rondón vivirá por siempre en la mente y el corazón de quienes le conocieron en su largo trajinar por este valle de lágrimas. Y así quedó demostrado en el homenaje póstumo que se le rindió en las propias graderías del legendario estadio Táchira, de la Concordia, mudo testigo de glorias y sinsabores en su etapa de jugador, entrenador y dirigente de toda una vida.
Una misa de cuerpo presente, oficiada por el sacerdote Carlos Javier García, párroco de la iglesia Transfiguración del Señor del Barrio Libertador, fue el inicio de una ceremonia especial que se extendió por un par de horas, con la presencia de autoridades de la ciudad encabezadas por el Alcalde Gustavo Delgado, el vicepresidente de la Federación Venezolana de Béisbol, Alberto “Beto” Martínez, Evelyn Pineda, directora del ente federativo, Marilyn Pineda, presidenta de la Asociación Tachirense de Béisbol, amén de viejos dirigentes del acontecer deportivo del estado y de la región, amigos y familiares, con su esposa Carmen Teresa de Rondón y sus cuatro hijos a la cabeza.
La lluvia no fue óbice para que todos como uno solo, estoicos, entre sollozos y aplausos le dieran el último adiós al jugador, al dirigente, al hacedor de los peloteros del mañana, pero por encima de todo al amigo, al esposo, al padre, al abuelo.
César Semidey, presidente de la Asociación de Locutores y Periodistas Deportivos Del Táchira, amigo de siempre de Oscar Rondón llevó la batuta, fungió de maestro de ceremonias en un sencillo pero significativo acto de gran sentimiento y solidaridad.
El burgomaestre sancristobalense, en cortas pero emotivas palabras elogió la figura de Rondón, todo lo que hizo por el deporte tachirense, pues además que fue un hombre del béisbol, también estuvo ligado a otras disciplinas del acontecer del músculo.
Adolfo Caicedo, dirigente y entrenador deportivo hizo una especie de apología de la personalidad de Oscar Rondón, lo que fue su vida como atleta, entrenador y dirigente, sobrándose en loas hacia su amigo y colega, sin duda un hombre ejemplo de juventudes.
Gonzalo Fuentes Lacruz, locutor, periodista y dirigente deportivo, con garbo y emoción también habló de las bondades del recién desaparecido exdirigente del deporte de las cuatro esquinas, haciendo énfasis en la conquista del título mundial de béisbol alcanzado por la selección Juvenil de Venezuela, en Buenos Aires, Argentina en 1977, con Rondón como integrante del cuerpo técnico.
Destaco Lacruz, el paso de Rondón por las categorías menores de los Gigantes de San Francisco en el Béisbol de las Grandes Ligas, además que fue el primer tachirense en firmar con un club profesional venezolano, Pamperos, más adelante Tiburones de la Guaira.
Su sobrina, Nayarí Mora, médico Internista, elogió la personalidad de su tío, destacando que no solo fue el consejero oportuno para sus hijos, sino de todos y cada uno de sus más allegados, era un ejemplo vivo, un ser humano especial.
Alberto “Beto” Martínez, expresidente de la Asociación Tachirense de Béisbol y ahora en función de vicepresidente del ente rector de la pelota en Venezuela, con el rostro bañado en lágrimas tomó el micrófono, también se hizo eco del homenaje a Oscar Rondón: “fue mi padre deportivo, a él le debo todo lo que soy en el béisbol, me enseñó los secretos lo bello y lo divino de esta disciplina; no fue egoísta, ni tuvo secretos para dar a conocer todo lo que sabía del deporte rey en Venezuela”.
La Gobernación del Estado, Alcaldía de San Cristóbal, el Instituto del Deporte Tachirense, la Federación Venezolana de Béisbol y la Asociación Tachirense de Béisbol emitieron decretos y consideraciones por la desaparición física de Oscar Rondón, destacando la exaltación al Salón de la Fama del Táchira, la Condecoración “Arminio Gutiérrez Castro” y el duelo por cinco días en el seno de Asobéisbol.
Entre aplausos y lágrimas, a hombros de sus amigos y familiares fue sacado el féretro del estadio Táchira, para llevarlo hasta al Jardín Nuestra Señora la Consolación para el acto de cremación.
Como colofón: La muerte es el comienzo de una historia de amor que viviremos eternamente con Dios y con los seres que amamos. Muchas personas fallecen diariamente en el mundo, pero aquellas que por sus obras trascienden y nos reconcilian con la humanidad, son pocas.
Homero Duarte Corona