“Bienvenido el error, para reconocerlo, combatirlo y convertirlo en una nueva invención; mal venido el engaño, porque es mortal para un proceso revolucionario”.
Hugo Rafael Chávez Frías (Palacio de Miraflores, 6 de enero de 2006)
En días recientes, a nuestro regreso de un viaje por las tierras del estado Guárico (San José de Guaribe), volvimos a atravesar por carretera los linderos entre los estados Anzoátegui y Monagas, en especial el municipio Ezequiel Zamora, cuya capital es Punta de Mata, muy cercana a la población de El Furrial, parroquia perteneciente al municipio Maturín.
Toda esta zona rica en producción petrolera y gasífera es también, a su vez, un gran escenario de producción agrícola y pecuaria, donde a ambos lados de la carretera (espectacular paisaje) podemos también apreciar, al lado de los taladros petroleros, amplias sabanas pobladas de ganado vacuno y grandes sembradíos de maíz y soya, frutos de una tierra productiva y de gracia en el oriente venezolano.
Desde nuestro arribo a esta magnífica región, allá por la década de los años noventa (año 1992), por nuestro trabajo en la industria petrolera, en la desaparecida Lagoven, integrada luego por sinergia junto a las demás filiales a la actual Pdvsa, pudimos familiarizarnos con su gente y este hermoso paisaje, caracterizado por su luz y la intensidad de sus mechurrios.
Igualmente, fuimos atrapados por la impresión de la deslumbrante irradiación, iluminación y el calor que en la zona – por muchas décadas – produce una indiscriminada quema de gas (mechurrios), que en los actuales momentos nos llaman a la reflexión, por resultar un hecho contradictorio y un derroche de energía en una Venezuela en crisis.
En el recorrido reciente observamos -a ambos lados de la vía-, sobre todo en el trayecto desde la población de El Tejero, pasando por Punta de Mata y los desvíos de las entradas de Musipán, Potrerito, Jusepín y El Furrial, el mismo espectáculo de la quema de gas.
En ambos lados de la carretera también pudimos ver – una vez más – los eternos mechurrios (enormes antorchas) que queman gas asociado (crudo y gas), lo que además representa una enorme riqueza que desperdiciamos, por razones técnicas (según algunos expertos petroleros) y que representan una pérdida millonaria en divisas para el país, gracias a los millones de pies cúbicos que son quemados y lanzados a la atmosfera.
Muchas son las explicaciones que se han presentado para justificar la quema irracional del gas, el cual hasta los tiempos de Álvaro Uribe y del comandante Hugo Chávez, resultaba todo un negocio en puerta.
Ahora el panorama cambió y dicha crisis se pone de manifiesto por la baja de las reservas de este importante producto energético (petróleo y gas), en la hermana república de Colombia.
Mientras nosotros nos hemos dado el lujo de quemarlo por muchos años y en el occidente del país, hasta hace muy poco tiempo -lo que parece una contradicción-, le comprábamos el gas a la vecina república neogranadina.
Mientras esto ocurría, en el oriente venezolano seguimos botando por la borda esta irrecuperable riqueza -recurso no renovable-, que todavía sigue a la espera de un uso racional y comercial, sobre todo como generador de una gran cantidad de divisas para el país.
En este nuevo recorrido por el cinturón gasífero y petrolífero del norte de Monagas, recordamos nuestra participación como funcionarios de Pdvsa en un acto organizado en los tiempos del Virrey “rojo rojito”, al presidente Hugo Chávez, donde se le ocultó, por ejemplo, cómo en el pozo El Furrial (hoy en declinación) se quemaban diariamente más de 500 millones de pies cúbicos de gas. (Ver trabajo de Raúl Párica, Aporrea, 28 de agosto 2008).
Ya desde aquellos años, cuando el Comandante realizaba eventos (como Aló Presidente en Wilpro), veíamos la presentación de enormes plantas compresoras de gas y se le vendía la idea que dichos volúmenes de gas que se quemaban serían muy pronto transformados en energía, ya que se construirían allí grandes estaciones termoeléctricas, las cuales garantizarían el servicio eléctrico, no sólo a la industria petrolera sino a todas las ciudades del oriente del país.
En días recientes en conversación con un geólogo de Pdvsa, quien nos habló de trabajos que actualmente se realizan para una nueva planta de gas en Punta de Mata, nos decía que hoy se engañaba igualmente al presidente Maduro, tal como lo hicieron con el presidente Chávez, en la gestión de Rafael Ramírez, en relación al tema de la quema del gas.
El ingeniero de la industria nos señalaba -por ejemplo- cómo en la zona de El Tejero, Punta de Mata, Jusepín y El Furrial, es decir, al norte de Monagas, se quema una cifra aproximada de unos 1.600 millones de pies cúbicos de gas por día (no procesado), el cual podría ser casi el equivalente a la cantidad de gas que actualmente exporta Bolivia a países vecinos como Argentina y Brasil (aproximadamente, unos 1.767 millones de pies cúbicos, en su equivalencia a m3 de gas).
Igualmente, un informe realizado en el año 2003 ya nos refería que habíamos dejado de percibir 12.590 millones de dólares (debemos estimar las pérdidas de los últimos 16 años transcurridos). Esto debe ser investigado y, de comprobarse por parte del Estado un mal manejo, ello debería ser motivo para una actuación inmediata de la justicia y de la seguridad del Estado venezolano. (Aporrea, Contraloría/a168197.html)
Todo el anterior panorama de los mechurrios lo hemos observado desde nuestros primeros días en el oriente del país (Monagas) y también en los primeros años del período (a la muerte de Chávez) del actual presidente Nicolás Maduro.
En un evento en la población de El Furrial, el primer mandatario delegó una tarea y asignó una misión al actual presidente de la Asamblea Nacional Constituyente.
En aquella ocasión, el presidente Maduro nombró a Diosdado Cabello como “Jefe Supremo de la Comisión Presidencial para industrializar el gas”, y le reiteró, “puedes cortar cabezas, si es necesario”.
Recordamos que en el inicio de su mandato, el comandante en Jefe de la FANB y presidente de la República, Nicolás Maduro -desde El Furrial-, fue muy enfático al comisionar al diputado Cabello Rondón como máxima autoridad del gas en el oriente del país y allí lo autorizó para gerenciar los negocios del futuro en el mercado del gas (Ver Aporrea, “Diosdado, Gas y Pdvsa, 8 de noviembre de 2015).
En octubre del año 2013, el presidente Maduro inauguró una planta en El Furrial y nuevamente, así como lo hizo con el comandante Chávez, el prófugo virrey de la Pdvsa “roja rojita”, Rafael Ramírez, engañó también al presidente Maduro (Ver portal Pdvsa.com, 23 de oct. 2013).
En la actualidad y gracias a nuestro reciente viaje por las carreteras del norte de Monagas, especialmente en los tramos desde El Tejero, Punta de Mata, Jusepín y El Furrial, pudimos también observar cómo las tradicionales llamas encendidas queman una reserva natural no renovable.
Es por eso que pedimos al Gobierno venezolano, representado por el primer mandatario nacional, Nicolás Maduro, a la Asamblea Nacional Constituyente y a las demás instituciones del Estado, para que junto con Pdvsa se sumen definitivamente a apagar las antorchas de El Furrial y todo el norte de Monagas.
El ahorro del gas, que como energía del futuro quemamos diariamente por millones de pies cúbicos en el oriente venezolano, debemos aprovecharlo para fortalecer el desarrollo del país.
Esta fuente de energía debemos convertirla en un combustible para satisfacer no solo la demanda de gas a las principales industrias básicas, sino como materia prima para el gas doméstico, que abastecería a millones de hogares y también, al ser transformado y procesado, convertirlo en la principal fuente de energía eléctrica de la República Bolivariana de Venezuela.
Las plantas generadoras con sus turbinas de electricidad, alimentadas con el gas, son una alternativa válida y factible ante los recientes ataques electromagnéticos de los cuales hemos sido víctimas por parte del imperio norteamericano a nuestro principal Sistema Hidroeléctrico Nacional de Guayana, representado en las represas: El Guri, Caruachi, Macagua I y Macagua II, en el sur de Venezuela (estado Bolívar).
¡Amanecerá y veremos! (Marco Tulio Arellano)