Esta vez inclino mi respeto ante una figura de la historia de Colombia como Simón Trinidad (Ricardo Palmera), comandante de las FARC que hoy está preso en una cárcel de máxima seguridad de los Estados Unidos, a donde fue enviado por Uribe Vélez para castigarlo por su valentía y coraje de afiliarse a las guerrillas revolucionarias colombianas, a pesar de pertenecer a los sectores pudientes de ese país. Era Simón Trinidad el sucesor de Marulanda, pero fue capturado en Ecuador por el gobierno de un coronel oscuro y rendido al imperialismo y enviado a Colombia en seguida, donde Uribe, sin pensarlo dos veces, lo extraditó al país del Norte, y lo hizo por miedo al talento de Simón como comandante guerrillero y como expresión de odio de la burguesía a una de sus figuras destacadas, que escogió el camino de las armas para derrocar el dominio de esa burguesía que ha gobernado a Colombia por más de cien años. Simón Trinidad echa por tierra la tesis de que los que dirigen esa organización revolucionaria son orilleros, chusma, marginales, iletrados o lo peor de la sociedad colombiana. Simón Trinidad es doctor en Economía, graduado en la Universidad de Harvard, la más prestigiosa del mundo junto al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), y directivo bancario del vecino país. Con esas credenciales se decidió por el camino de la violencia revolucionaria para desalojar del poder a una clase oligárquica que ha mantenido su dominio basado en la violencia contra el pueblo colombiano y que se atrevió incluso a asesinar a un líder como Gaitán. Eso no se lo podían perdonar a Simón Trinidad. Él es un auténtico preso político de la oligarquía colombiana y del imperialismo yanqui. Por eso, con todas mis ganas de hombre que codicia el futuro y que aspira a tocar el escudo de los que luchan por los trabajadores, pido la libertad de Simón Trinidad, que ya es un clamor universal de los que han hecho de la solidaridad una prenda humana invalorable. Me acompaña la «Obreriada» de Luis Vidales para este pedimento sentido para un hombre de talento, académico destacado y reserva moral de Colombia, como Simón Trinidad. (Temístocles Salazar)