Con aplicaciones «inteligentes», coranes electrónicos y otros dispositivos piadosos, la gran peregrinación a La Meca acelera su mutación tecnológica iniciada hace varios años y se proyecta cada vez más como un evento religioso 2.0.
En la cima del monte Arafat, numerosos peregrinos se recogieron el sábado, con la mirada puesta en sus teléfonos o tabletas donde leían versos coránicos, reemplazando a los libros religiosos.
«Por supuesto que leo el Corán en mi teléfono […] es mucho más simple», confiesa Ahmad Salim, un profesor egipcio de 46 años venido a Arabia Saudita para el hach, que es uno de los cinco pilares del Islam.
Por primera vez este año, el 5G (quinta generación de estándares de comunicación móvil), una tecnología que permite hacer circular más rápido grandes volúmenes de datos, se desplegó en La Meca (oeste) y sus alrededores.
Las empresas de telecomunicaciones Zain y Nokia anunciaron una «demostración de realidad virtual avanzada» para «permitir a los visitantes vivir el hach a distancia, como si estuvieran ahí», pues el 5G puede transmitir «flujos de videos 360 grados de alta definición» en tiempo real.
Los peregrinos comparten multitud de video sobre su peregrinación con sus allegados que se quedaron en sus países.
Cerca de 2,5 millones de fiele de todo el mundo se desplazaron para el hach este año.
La tecnología también facilita la logística para la que es una de las mayores concentraciones del mundo. El ministerio saudita del hach envía a diario a los fieles mensajes de texto con todo tiop de consejos.
Los creyentes cuentan aplicaciones que les ayudan a encontrar su camino, obtener cuidados médicos de urgencia o seguir los ritos sin problemas.
«Facilita el hach»
Este año, la gran novedad es la entrega de todas las visas del hach de manera digitalizada. Una persona que vive en un pueblo o una ciudad sin consulado ni embajada saudita puede hacer su solicitud por internet para imprimir su visado.
«Es un éxito», considera un responsable del ministerio del hach, Hatem bin Hasan Qadi.
«Es muy práctico, sobre todo para los que viajan en familia», confirma el jordano Abderramán Shdaifat, de 44 años, que hace el hach por primera vez.
Pero lo que más concentra la atención de los ingenieron y poderes públicos es la mejora de la seguridad. Trabajan en soluciones informáticas capaces de prevenir dramas como el que marcó el hach en 2015, cuando un estampida costó la vida a 2.300 fieles.
Desde entonces, las autoridades dan a los peregrinos una pulsera electrónica que almacena sus datos personales.
«Todos los datos se almacenan ahí, un poco como un carné de identidad […]. La tecnología facilita el hach», estima Sami Abdelaziz, un peregrino saudita de 37 años.
«Si un peregrino se pierde, su grupo podrá conocer su ubicación. Es muy útil», abunda el jordano Abderramán Shdaifat que se cubre con su paraguas de las fuertes lluvias que cayeron el lunes en el valle de Mina, cerca de La Meca.
Este peregrino muestra una segunda pulsera que da acceso al metro que une los diferentes sitios del hach alrededor de La Meca.
Y, asegura el egipcio Ahmad Salim, «casi todos los peregrinos tienen» un dispositivo electrónico llamado alarma o despertador islámico, que suena a la hora de cada una de las cinco oraciones diarias. AFP