Farándula y Espectáculos
Plácido Domingo, una leyenda de la ópera cuestionada por el #MeToo
14 de agosto de 2019
Más de sesenta años de carrera en la que interpretó 150 papeles distintos habían convertido al tenor español Plácido Domingo en una leyenda mundial de la ópera, ahora en cuestión por las acusaciones de acoso sexual vertidas contra él.
Las denuncias de ocho cantantes y una bailarina contra el artista de 78 años de edad podrían conseguir lo que ni la edad ni los recientes problemas de salud habían podido: retirar de los escenarios al patriarca de la ópera.
«El escenario es mi vida» o «si descanso, me oxido», había dicho en entrevistas de los últimos años donde seguía compaginando sus actuaciones musicales con el cargo de director de la ópera de Los Ángeles.
Pero tras el escándalo, la Ópera de San Francisco canceló un concierto suyo, le retiraron la invitación a un concierto en Filadelfia y la institución que dirige desde 2003 anunció una investigación por las «preocupantes» acusaciones.
«He sido bendecido y privilegiado de haber tenido una carrera de más de 50 años, y me ceñiré al más alto estándar», aseguró Domingo en un comunicado, añadiendo que pensaba que sus «interacciones y relaciones siempre fueron bienvenidas y aceptadas».
De México al mundo
Nacido en Madrid el 21 de enero de 1941 en una familia de cantantes de zarzuela, Domingo tenía ocho años cuando sus padres se mudaron a México, donde estudió piano, dirección de orquesta y canto.
El que más tarde sería descrito por la prensa internacional como «el rey de la ópera» o «el más grande artista de ópera de los tiempo modernos» debutó cantando zarzuelas con sus padres como barítono para después convertirse en tenor.
A los 18 años, interpretó un pequeño papel en Rigoletto, de Giuseppe Verdi, en la Opera Nacional de México. Pero su primer gran papel fue a los 20 años en Monterrey, el de Alfredo en La Traviata.
En 1965 comenzó realmente su carrera internacional, bajo la batuta de grandes directores de orquesta como Herbert von Karajan, Riccardo Muti o Claudio Abbado.
En 1972, dirigió él mismo La Traviata de Verdi en el New York City Opera, tras lo que se produjo como director de orquesta en todos los continentes.
También fue director musical y posteriormente director general de la Ópera de Washington, de 1996 a 2011, y director general de la Ópera de Los Angeles a partir de 2003.
Pero el canto siguió siendo su gran pasión: en 1990 formó el trío de «los tres tenores» con Luciano Pavarotti y José Carreras, que contribuyó a popularizar la ópera con su inmenso éxito de público.
Cantaron en Roma, en 1990, durante la inauguración de la Copa del Mundo de Fútbol, al pie de la Torre Eiffel en París y de las pirámides de Egipto en El Cairo, así como en la Ciudad Prohibida de Pekín para apoyar la candidatura de China a los Juegos Olímpicos de 2008.
Poco después, Pavarotti falleció de un cáncer.
«Operaholic»
En 2009-2010, Domingo volvió a los papeles de barítono, demostrando una excepcional longevidad vocal que él atribuía a su prudencia a la hora de elegir el repertorio.
«Aunque canto muchísimo, y trabajo muchísimo, he tenido una buena técnica, una buena organización y se ve que lo he hecho cuidadosamente», decía en septiembre de 2012, con 71 años, durante una entrevista con la AFP.
Algunos problemas de salud, como una embolia pulmonar en 2013 o una operación de vesícula en 2015, lo obligaron a parar temporalmente su actividad, aunque siempre acabó volviendo a los escenarios.
A principios de este año celebró su actuación número 4.000 y en mayo interpretaba su 151º papel en una carrera de 60 años con más de 100 álbumes y 14 premios Grammy.
Calificado como «operaholic» por la prensa estadounidense, este mismo verano actuó en Francia, Alemania, Madrid, Praga y Verona.
Y, según su web, tiene actuaciones previstas hasta noviembre de 2020, ahora en vilo por las acusaciones que han llevado a Plácido Domingo a engrosar la lista de personalidades señaladas por el movimiento #MeToo. AFP