Regional

El compromiso del escritor es con su obra

30 de agosto de 2019

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El próximo 04 de septiembre, a las 6:00 p.m., hora de Colombia, presentará su poemario Tiempo de regreso, en la Fiesta del Libro de Cúcuta. Una invitación meritoria por sus 40 años de trayectoria literaria.

Cuando Luis José Oropeza entra en escena, se hace sentir. Su alegría, buen humor y jovialidad lo caracterizan adonde sea que él vaya. A veces, parece que una de sus misiones es, además de disfrutar plenamente la vida, dibujar sonrisas en rostros ajenos.

Así es el poeta, autor de distintas obras, como: Y hablo conmigo mismo: Por la vaciedad del humo; Bolívar nos quiere unidos; País de perro negro y Tiempo de regreso. Este, su último libro publicado, fue seleccionado por el comité organizador de la Fiesta del Libro de Cúcuta (FLIC) para su presentación.

Es la primera vez que Luis José Oropeza funge como invitado en la FLIC y, en medio de la crisis de Venezuela, este en un guiño a la victoria, cuando dice que “por muy difícil que esté la situación económica, vence el amor por la palabra, la poesía, la literatura, la música, las artes… en fin, por las cosas bellas”.

Sin duda, el escritor es un fiel apasionado de la cultura, afición que lo llevó a desempeñar cargos en pro de la promoción y difusión cultural como redactor literario del semanario Impacto Mirandino, productor del programa radial Onda de agua en la Radiodifusora Cultural del Táchira y director de la revista literaria Confluencia.

Sus inicios, su vida

Hoy, Luis José Oropeza es el protagonista. Él relata, de manera amena, amistosa y en un ambiente de camaradería, “entre panas”, sus inicios como escritor y lo que significa ser poeta en Venezuela.

— ¿Cómo despertó su pasión por la lectura?

— Siempre recuerdo a un amigo de mi infancia que tenía la posibilidad de adquirir libros y cómics sobre biografías de personajes importantes, como Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar y Mahatma Gandhi, él me los prestaba —cuenta una sonrisa—. Ahí comencé a interesarme por la lectura y la historia. En bachillerato, con La odisea de Homero conocí la poesía antigua y… ¡Comencé a leer libros! —dice mientras se ríe—, cualquier libro que caía en mis manos, lo leía. Recuerdo que agarré una fiebre por la lectura. Había una biblioteca en Miranda que frecuentaba mucho, ahí me empezaron a regalar libros y así fue como inicié mi propia biblioteca.

Recuerda, claramente, que en una ocasión recogió algunos libros que estaban botando de una casa antigua y fue entonces cuando conoció a Pedro Pablo Paredes, a través de su obra El Emocionario de Laín Sánchez. ¿Qué iba a pensar yo? —se pregunta alzando sus hombros—, que con el transcurso de los años conocería en persona al maestro Pedro Pablo. Ya en la biblioteca de la universidad comencé a frecuentar aún más la literatura.

— ¿Cuándo escribió su primer poema?

— Yo rayaba papeles y los tiraba en una caja de cartón de leche, de esos que vendían en la época; entonces, en una ocasión, llegó el poeta Víctor Salazar a mi casa —exclama sorprendido—. Mi mamá le dijo, “Mi hijo también es poeta”, y sacó la caja de cartón. Víctor comenzó a revisar y dijo, “¡Qué maravilla! Esto hay que publicarlo”. Así se llevó un paquete de papeles, como a los tres meses se comunicó conmigo para decirme, “Mira Luis José, ya tu libro está listo”. Recuerdo que le pregunté ¿cuál libro, chico? y me respondió, “¡Tu libro! Ya le pusimos nombre, se llama Y hablo conmigo mismo. Ya está impreso, cuesta 8.000 bolívares. Tú verás si lo vas a buscar”.

—En medio de nuestra pobreza, mi mamá me dio la plata, que eran, para ese tiempo, dos pasajes ida y vuelta a Europa. El dólar estaba como a 3.30, 4.30 o por ahí. Luego de tales acontecimientos, me trasladé a Caracas a buscar los libros en la imprenta. Eran diez paquetes y cada uno contenía cien ejemplares. Víctor se los llevó a El Nacional, El Universal, Últimas Noticias y a todas las revistas especializadas en literatura de ese momento. Mira, ¡Qué maravilloso! —exclama mientras aplaude—, todos los críticos hicieron juicios muy positivos acerca de la obra, entonces la gente comenzó a esperar otro libro y otro libro más… Así sucedieron las cosas y en eso ando.

—¿Vivir en Venezuela es un reto para los escritores?

—Ser escritor en Venezuela es como ser médico en un país donde la gente no se enferma. Ni la literatura ni el poeta tienen la culpa de esa situación. Le doy gracias a Dios porque tengo ese reto. Si los problemas no existieran, la vida no tendría sentido. Aunque la cosa es difícil, en la medida en que yo venzo los obstáculos, en esa medida, soy una persona exitosa, victoriosa y de eso se trata. Hay que ser feliz con las cosas pequeñas.

— ¿Qué les diría los nuevos escritores?

—A ese poeta soñador, que sueñe. A ese escritor, que escriba. Que le canten al mundo, a la vida, a las cosas hermosas de la existencia, porque son muchas. Si las tragedias se ciernen sobre nosotros y nos ponen una venda, ¡Hay que romperla!, para así ver las cosas bellas y empezar a escribir. Si bien por ahora no podemos publicar porque la situación lo impide, esa misma situación no nos puede impedir que escribamos, porque el compromiso del escritor es con su obra y no con la sociedad ni los sistemas de gobierno. Ese compromiso es consigo mismo, debemos cumplir nuestra misión de poetas escribiendo. (María Becerra, pasante/ULA-Táchira)

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