Regional
Molestia en los usuarios por aumentos en pasajes a rutas sub e interurbanas
6 de noviembre de 2017
Angie Romero es una estudiante que se vino a la capital tachirense a continuar sus estudios y a trabajar al mismo tiempo. La última vez que fue a La Grita, su tierra natal, a ver a sus progenitores, fue hace dos meses; pero por la situación económica no había podido retornar.
Angie, a pesar de lo joven, pareciera más bien una adolescente; lamenta la situación, porque en esos dos meses el pasaje subió el doble.
“La gente que tiene que viajar semanalmente o una vez al mes, no puede hacerlo porque el pasaje cuesta mucho, la última vez que me vine estaba en 10 mil bolívares, ahorita está en 20 mil; en dos meses subió el doble, viajar todas las semanas no se puede, lo que usted gana en una semana se va con el pasaje”.
En la misma unidad de transporte que esperaba pasajeros para La Grita, una señora consideró: “La verdad es que el del pasaje fue un aumento muy fuerte, lo subieron bastante en poquito tiempo, hace poco lo habían subido a 13 mil, yo creo que hace menos de dos meses, estaba a 10 entonces”.
Gladys Arellano lo consideró “caro, pero igual tiene uno que pagar, a dónde se queja uno, todo está en las mismas manos, no hay defensa; a dónde va uno para que por ser de tercera edad le cobren la mitad del pasaje” –preguntó-.
Emeterio Bolívar por su parte, insistió en que “no hay acción, estamos de manos cruzadas, impotentes, no hay defensa para el usuario, todo está en las mismas manos, ¿qué puede proponer uno? Pronto nadie se va a preocupar siquiera por los pasajes, porque usted verá que esto en diciembre vamos a estar con la cara de África en todos nosotros, porque ese sueldo a pesar del aumento no alcanza ni para la semana de comida, menos para el pasaje, hambre es lo que va a haber y pasaje será lo de menos hasta que cambien las cosas”.
Y es que en el terminal de Pasajeros, unos usuarios dicen que todo subió hace ocho días, otros que subió hace quince días, es decir, que en dos semanas los pasajes han subido “considerablemente” según dicen.
Y es que según una encuesta, el pasaje a Socopó hace quince días estaba a 10 mil, antes de ese aumento estaba a 5 mil y ahora está en 12 mil bolívares; a La Grita, como lo dijeron los mismos usuarios, de 10 mil bolívares lo subieron a 13 y ahora a 20 mil; a Pregonero lo subieron a 30 mil de 20 y 25 mil bolívares que cobraban; a El Piñal, de 3 mil lo subieron a 4 mil; a Abejales, de 4 mil a 5 mil bolívares; a San Antonio, de 4 mil a 6 mil bolívares desde el primero de noviembre.
Un conductor dijo que el pasaje para San Antonio, en por puesto, está a 25 mil bolívares después que hace como quince días estaba a 20 mil, y argumentó que por el aumento constante de los repuestos e insumos.
A rutas fuera del estado, aparte de Socopó, también “sufrieron” el aumento de tarifa; y a Barinas, de 15 mil están cobrando el pasaje desde de San Cristóbal a 25 mil; a El Vigía lo aumentaron de 12 a 15 mil; a Mérida de 17 mil a 23 mil bolívares.
Los conductores y listeros, como Isaías Dávila, defienden los aumentos: “Es necesario, porque hay mucha buseta parada, sin cauchos y repuestos, y la gente no dice nada, pagan porque tienen que viajar y porque para ellos ya todo eso es normal, todos los días hay aumentos”.
Una usuaria del terminal comentó que en las diferentes líneas hacen lo que les da la gana y las autoridades, el Ministerio de Transporte Terrestre y el Instituto de Transporte Terrestre, no hacen nada para sancionarlos, establecieron una gaceta con tres aumentos en el año, pero una cosa es lo que pagan a la administración del terminal y otra la que cobran al pasajero, cuando quieren, se reúnen en las oficinas y deciden aumentar; de esa manera, a Caracas por ejemplo, el pasaje estaba a 45 mil y lo subieron a 65 mil bolívares”.
Se conoció extraoficialmente que al parecer, en la administración del Terminal aún no han actualizado el sistema con el nuevo aumento establecido en Gaceta Oficial nacional. Asimismo, que los pasajeros nunca han denunciado los aumentos, pues por lo visto, pagan por la necesidad.
Marina Sandoval Villamizar