La capa de ozono u ozonósfera se denomina la zona de la estratósfera terrestre que contiene una concentración relativamente alta de ozono. El ozono es un gas oxidante de color azulado que se encuentra en la ozonósfera para proteger a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta emitida por el Sol. Su descubrimiento lo realizaron en 1913 los físicos franceses Charles Fabry y Henri Buisson. Posteriormente, el meteorólogo británico G.M.B. Dobson examinó sus propiedades y fabricó un espectrofotómetro para medir el ozono estratosférico desde la superficie terrestre. Entre el período de 1928 a 1958, estableció una red mundial de estaciones de monitoreo. El ozono es la forma alotrópica del oxígeno, el cual establece determinadas condiciones de presión y temperatura. Su composición es un gas compuesto de tres átomos de oxígeno (Ø3).
Al finalizar el siglo XX, unos cuantos científicos se preocuparon y alertaron al mundo una posible crisis global en la capa de ozono, como consecuencia de una progresiva destrucción de la misma por el uso inadecuado de sustancias químicas practicadas reiteradamente por el ser humano. Pasaron muchos años para que la humanidad analizara y decidiera en forma contundente las advertencias y consecuencias del deterioro continuo de la capa de ozono. Al fin, en 1985, un conjunto de naciones se reunieron en Viena para acordar una serie de medidas adecuadas, apropiadas y oportunas para proteger la salud de la humanidad y el ambiente de un conjunto de procedimientos y actividades de las personas perjudicadas y modificadoras de la capa de ozono. A partir de ese momento se estableció el Convenio para la Protección de la Capa de Ozono. A los pocos años hubo acuerdos internacionales en ese sentido, como el Protocolo Montreal, Canadá, en 1987, y luego las enmiendas efectuadas en Londres en 1990 Copenhague en 1992, Viena en 1995 y de nuevo Montreal, en 1997.
Según el cambio climático, no hay seguridad todavía de que, a pesar de esos esfuerzos ejecutados por organismos internacionales y por algunas naciones, la capa de ozono haya tenido una sustancial recuperación. Pero determinados científicos confían en la posibilidad de su garantía y buen estado, de acuerdo con los esfuerzos, medidas y previsiones desarrolladas por muchos gobiernos. Entre algunos de los efectos primordiales que conllevan la destrucción progresiva de la capa de ozono, sobresalen: aumento de los niveles de radiación ultravioleta-B, perjudicial para las personas, reino animal y la vegetación; incremento del cambio climático, que origina el calentamiento global; riesgos en la salud humana, como cáncer en la piel, reducción del sistema inmunológico y lesiones en la vista; destrozos en los bienes y personas, alteración de la atmósfera, intensificaciones de fenómenos naturales, como: huracanes, tormentas tropicales y otros fenómenos similares; efectos en los ecosistemas por la contaminación, tala de la vegetación y demás abusos, reducción de los caudales de mares, lagos, ríos y demás nacientes de agua, lo cual causa merma en la producción de alimentos y, por ende, sus derivados.
Entre las recomendaciones y ejecutorías para mantener la capa de ozono se destacan: evitar usar aerosoles con gases, no utilizar extintores que contengan sustancias nocivas para la capa de ozono, no usar material aislante contentivo de gases clorofluorocarbones (CFC), hacer mantenimiento periódico a los aires acondicionados, su mal funcionamiento provoca fuga de gases perjudiciales para la capa de ozono, limitar el excesivo uso de vehículos, compresores, máquinas de césped a explosión y demás aparatos afines.
Al considerar los efectos nocivos de la disminución de la capa de ozono para la humanidad y la naturaleza, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 16 de septiembre de 1994, como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en reconocimiento de la fecha de Montreal, en 1987, donde se firmó el Protocolo con el fin de eludir el uso de sustancias provocadoras de su agotamiento. Como resultado trascendental del Protocolo de Montreal, se obtuvo el establecimiento del Fondo Multilateral, que ha permitido a más de 130 países buscar y establecer la reducción, producción y el consumo de materia, en detrimento de ese gas. En muchos países en vía de desarrollo se han obtenido logros en obligaciones para obtener las metas deseadas. Entre tanto, en las naciones desarrolladas no se han alcanzado plenamente las políticas necesarias para fortalecerlo y consolidarlo.
En la oportunidad de conmemorarse esa efeméride vital para el bienestar de la población, así como del ambiente, los Gobiernos y los diferentes sectores de la sociedad están comprometidos y forzados a perfeccionar las condiciones del entorno para eludir la disminución de ella y en consecuencia esquivar nuestro futuro inmediato, mediato y a largo plazo.
Alejo García