En gira por los estados de la región para establecer un contacto directo por todo el país con el empresariado que se mantiene en pie ante la crisis económica que agobia a nuestro país, y al tiempo brindar un apoyo al esfuerzo que viene desarrollando, el presidente de Conindustria, Adán Celis, en San Cristóbal, ofreció un preocupante diagnóstico de la situación actual del gremio por él representado; no obstante, con una perspectiva optimista de lo que sucederá en los meses por venir.
––La labor del empresariado venezolano -afirmó Celis- es titánica, ante todas las adversidades, ante la cantidad de errores que cometen las autoridades y los ataques que recibimos de su parte, los cuales son superados para seguir adelante, produciendo y generando empleos. Nuestro llamado es para que siga la esperanza de que pronto se producirán cambios y podremos trabajar en condiciones más favorables y en continuo crecimiento.
A través de algunas cifras estadísticas, el presidente de Conindustria dimensionó el deterioro del aparato económico venezolano.
—En este marco centralista, restrictivo, que no busca en ningún momento que se produzcan nuevas inversiones en el país, sino asfixiar a los empresarios que ya existen en el país, podemos ver que de 13 mil industrias que operaban hace 20 años en el país, hoy no operan más de dos mil seiscientos. Hace 20 años, el sector industrial representaba el 18 % del PIB y hoy apenas lo representa el 8 %, y de los 600 mil puestos de empleo que generaba, hoy se redujo esa cantidad a 250 mil puestos de trabajo.
Mil y un problemas que sortear
— A pesar de estas cifras, ustedes siguen optimistas de que la situación va a cambiar a mejor.
—Totalmente. El empresario es de por sí un ser optimista, porque si no, no hubiese nunca montado su negocio. Nosotros pensamos que tiene que venir un cambio de los actuales actores, que no representan la confianza que se requiere, y del marco legal para desarrollar las inversiones, para que se establezcan nuevas empresas y haya competencia.
— Pero los empresarios se quejan de mil y una dificultades, y están en un dilema, si continuar o no con su actividad productiva. ¿Cuál sería ese cuadro de dificultades que deben sortear?
— Son innumerables todos los problemas que tenemos que sortear los empresarios venezolanos. En otros países, los empresarios solo deben ocuparse de tener sus costos al día, de estar en mejores condiciones para la competencia. Aquí nos enfrentamos a condiciones adversas, como las dificultades en el servicio eléctrico en los estados Táchira y Zulia, que a veces solo cuentan con 6 horas para producir, conllevando esto una serie de costos adicionales. También, por ejemplo, en el estado Táchira tenemos el desabastecimiento de combustible, que no solo afecta el transporte de personas sino de productos hacia los centros de consumo, teniendo que pagar cantidades exorbitantes por ese combustible. En el estado Aragua, los problemas de seguridad obligan a los empresarios a pagar “vacuna” a los grupos delincuenciales. Tenemos los problemas en los puertos, que son absolutamente ineficientes, tanto para importar como exportar bienes. Además, actualmente se está dando una voracidad fiscal increíble, donde hay un desorden en el cual cualquier municipio, o cualquier ente quiere cobrar impuestos en moneda dura. Vivimos en una total anarquía, en todos los aspectos, donde ni siquiera las decisiones oficiales se expresan por Gaceta Oficial, sino mediante un tuit. Debemos ir a un marco legal en el que todos sepamos cuáles son las reglas del juego, e ir creando las condiciones de una economía limpia, una economía de mercado, una economía donde haya oportunidades para todos.
— El presidente Maduro siempre en sus cadenas reitera el llamado a producir y muestra, como modelo de producción, una serie de proyectos socioproductivos, financiados por el Estado venezolano a través de las grandes misiones socialistas…
— Ese es el gran problema: el modelo. Un modelo, digo yo, pasado de moda. Un modelo económico como de los tiempos de la televisión en blanco y negro, cuando ya tenemos televisión en 3D. Un modelo anclado en el pasado, que ni los países que se hacen llamar socialistas aplican, pues prefieren una política de mercado, con mayor o menor énfasis en el gasto social. Este es un modelo arcaico, que vuelve al conuco, en vez de una producción en masa. El venezolano que está allá, afuera, está requiriendo productos. El venezolano lo sabe, las empresas que están en manos del Estado son empresas ineficientes, ni con la cantidad ni la calidad que se requiere. En Venezuela, el Estado controla a las empresas del sector privado; pero las empresas que están en manos del Estado son las que menos están controladas. Requerimos un país donde la libertad sea el control: la libertad de precios, la libertad de invertir, la libertad del emprendimiento, donde haya miles de empresarios en el país, pequeños, medianos, grandes… todos produciendo, creando bienes de calidad para el consumo de los venezolanos.
— El Gobierno asegura que está en permanentes conversaciones con el empresariado
— No existe el trabajo coordinado. Tal vez hacen algunas conversaciones con empresarios, de manera aislada. Aquí hay que sentarse, como se sentaba antes en Venezuela: se sentaba el Gobierno, se sentaban los empresarios -agrupados en sus respectivos gremios- y los trabajadores. El Gobierno debe promover las tripartitas y no lo hace, porque cree en un modelo donde el Estado debe producir todo, y eso lo único que trae es miseria.
— Esta “dolarización implícita” en que estamos inmersos, qué efectos trae para la economía.
—Eso es lo increíble: que un gobierno que está en contra de un modelo que requiere de apertura a la divisa extranjera, está dolarizando un país. Llegar a esto es nefasto para Venezuela, porque el tener que depender de la economía de otro país para regir la nuestra, no se le puede llamar independencia. La independencia es que tengamos una moneda fuerte, que se represente. Hoy en día los valores de las monedas se sostienen sobre el valor de la economía de un país. En la medida en que estés en una economía próspera, tendrás una economía próspera.
Freddy Omar Durán