El viejo polvorero del pueblo juraba y aseguraba que lo había visto. -Es como un murciélago gigante, de alas enormes y de vuelo silencioso, decía. Nadie le creía semejante mentira. –Arbonio es así, dice Teotiste. -No puede empujarse un lavagallo porque empieza a desvariar y a asustar a los muchachos, quienes se le pegan hasta altas horas de la noche a escuchar ese mentirero. -Lo mismo decían cuando les conté lo del sepulturero y ya ven que no era mentira. -¿Qué pasó con el sepulturero, Arbonio? Era la pregunta de todos. –Si no le traen una botella de miche bueno, del que vende Cotofio, pueden pasar semanas sin que pronuncie una palabra. Parece que esa vieja vive con Arbonio antes del asunto del cementerio. Lo conoce muy bien. También es una eminencia para el miche claro, señores.
Compramos unos chicharrones de puerco azul para ir en conversa y masticando pedazos tostaditos. Crocantes, le dicen los que han ido a Caracas. –Creo que nos vendieron una correa vieja frita. –Se me desencajó la mandíbula, dice Lucho. Hasta los perros de la calle le sacaron el cuerpo y prefirieron aguantar hambre que poner en riesgo sus caninos. Imaginen a un canino cuidando sus caninos. Ah, bárbaro el pesero.
Va cambiando la vida, compadre Cosme. Ahora va uno tranquilo a tomarse un miche a cualquier parte y se lo sirven sin los nervios que producían los guardias nacionales, quienes perseguían a las dueñas de las cocinas donde el expendio era privado, muy privado. Hoy día se habla de bebidas artesanales y hasta dan premios al mejor alambique de la zona. Sufrimos en mi casa con esas requisas perversas.
La selección de Volley-ball quedó por fuera del Suramericano realizado en días pasados en Chile. Un juego sin incentivos y falto de motivación de nuestros atletas. En cambio, el equipo de baloncesto nos mostró que estamos en el grupo de los grandes a nivel mundial. Me gusta esa actitud deportiva de lucha y perseverancia para lograr estos niveles de renombre internacional.
El hambre hereje que sufre el maestro venezolano no le permite enseñar a los muchachos que compiten por conseguir un pancito en casa antes de salir a la escuela. Ya lo aseguraba un docente en días pasados. -Estoy comprando medio cartón de huevos a crédito, carretico. El maestro con hambre no enseña y los niños con hambre no aprenden. Sencillo eso, colegas.
Nuestro lanzador Carlos Carrasco retorna a las Grandes Ligas y a sus Indios de Cleveland por estos días. Estamos muy contentos. Dios lo saque de este problema de salud tan delicado, como es la leucemia.
El profesor Gerardo Mora, excelente tenor gritense, prepara su traje de mariachi para entrarle a unas rancheras de marca mayúscula. Estamos a punto de soltar un repertorio con los temas de José Alfredo y Pedro Infante. Pendientes, pues.
Carlos Orozco Carrero