Erick Obermaier
Entre los regímenes de la Europa comunista había variaciones latentes, mientras algunos lograron tener algún tipo de autonomía y una deriva propia como la Yugoslavia de Tito, otros fueron satélites perfectos de la vieja y estalinista Unión Soviética…algunos por elección; otros, como Checoslovaquia y Polonia, con tanques de por medio.
Una de las particularidades de la Alemania comunista o RDA, era que no funcionaba formalmente como régimen de partido único, si no que los viejos partidos democráticos, la CDU y el partido Liberal, fueron incorporados al sistema y convivieron sin estorbar con el partido Socialista Unido (el parecido con el nombre chavista PSUV no debe ser un accidente).
Tras la caída del muro de Berlín, los regímenes no democráticos mutaron en muchos países del mundo, abandonando el viejo estalinismo y las clásicas dictaduras militares, así surgieron los que se llamaron ¨neoautoritarismos¨, sistemas surgidos en muchos casos de las elecciones libres o parcialmente libres, pero con derivas autoritarias. Putin, Fujimori y el temprano Chávez son los ejemplos más claros.
Fueron y son lo que Steven Levitski definió como autoritarismos competitivos, en los cuales el poder se concentra y favorece el sostenimiento del gobierno en manos del mismo líder o grupo, pero se mantienen algunas instituciones, sobre todo las elecciones como fuentes de legitimidad, aunque con todos los vicios derivados de una elección sin libertades plenas.
Así iba Venezuela, hasta que dos eventos, la muerte del líder carismático y la quiebra total de la economía socialista, hundieron el sistema competitivo, pues el chavismo se dio cuenta de que cualquier margen de competitividad los iba a llevar a perder la elección y el poder. Desde ese momento, la nomenclatura del régimen ha estado dirigiendo el país en un modelo que mezcla elementos de las dictaduras en Estados fallidos y el totalitarismo (aunque parezca contradictorio).
Sin embargo, la oposición logró convertir el último espacio institucional que les quedaba, tras la última elección competitiva, en un espacio para la lucha fáctica por el poder, así la AN nombró a Guaidó presidente interino, con poder simbólico e internacional, poniendo en jaque la legitimidad del régimen durante el 2019.
Ante este nuevo escenario, el chavismo ha recurrido a una táctica que ya había intentado en el pasado, pero que hoy le es urgente, la construcción de una oposición dentro del sistema, inspirados quizá en el modelo RDA, o en la posición del Partido Comunista hoy en Rusia, le han dado piso instituido (mesa de diálogo) a una oposición a modo, plegada a sus intereses, para insertarla en el sistema y desmontar la institucionalidad de la oposición real y su poder simbólico. La idea final no es otra que convocar elecciones seudo competitivas para la AN, desmontar el sustento legal de Guaidó, dar espacio a la ¨nueva oposición¨ en ese parlamento e incluso en el poder, y así superar la crisis de poderes actual y sobre todo sus efectos internacionales, puesto que internamente el país parece controlado.
Si lo logran, a la historia pasarán los Eduardo Fernández, Timoteo Zambrano, Henri Falcón, Felipe Mújica y compañía, quienes se convertirán en los Gerald Goetting y Manfred Gerlach de Venezuela, son esos los nombres de los cabezas de los partidos en la RDA que estuvieron sosteniendo el régimen de Honecker traicionando sus ideales, con los años Gerlach jugó un papel de rebelde en el sistema que quizá sirvió a la democracia, pero esa es otra historia. (Erick Obermaier)