Parte de la sociedad o del Estado debe estar sometida y sustentada por normas jurídicas, las cuales contribuirán para que el desarrollo y crecimiento del Estado se den dentro de un marco de paz y armonía.
El Estado de Derecho surgió como una necesidad contra la propuesta del Estado absolutista, en el cual el rey es la máxima autoridad y no existe poder que pueda hacerle sombra. Las ideas que lo sustentan son hijas directas del liberalismo alemán del siglo XVIII, encontrándose entre sus fuentes originales los trabajos de pensadores como Humboldt y Kant. Son ellos quienes plantean que el poder estatal no puede ser absoluto, sino que debe respetar la libertad de los individuos.
Una fecha clave en la historia del Estado de Derecho es el año 1789, cuando se produjo la Revolución Francesa. A partir de ese momento comenzaron a desarrollarse unas ideas según las cuales todos los ciudadanos son iguales y se abrió una perspectiva completamente nueva en las relaciones jurídicas futuras. La supremacía de la Constitución establece que el poder surge del pueblo, de los ciudadanos y que son estos en definitiva los que tendrán el poder de elegir quién los gobierne y facultar a quien pueda redactar o modificar esa Constitución.
Una consecuencia directa del advenimiento del nuevo orden fue la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En los Estados absolutistas, en la figura del rey reposan estos tres poderes. La separación de funciones en el ejercicio del poder está orientada a vedar la expansión totalitaria del Estado. El totalitarismo se caracteriza por la supresión de libertades individuales y públicas, incluyendo la proscripción de partidos políticos, de órganos deliberativos y de libertades de tránsito, reunión y expresión.
Otro elemento fundamental dentro de un Estado de Derecho es la democracia como forma de gobierno, en la cual el pueblo tiene la posibilidad de elegir a sus representantes a través del voto. La democracia no asegura para nada la supremacía de la Constitución. Un gobierno puede asumir el poder a través de vías democráticas y luego desoírlas y abolirlas, estableciendo un gobierno totalmente autoritario, tal es el caso de Adolfo Hitler y otros no tan lejanos.
Otra consecuencia del nacimiento del nuevo orden constitucional fue la libertad de expresión de los ciudadanos. Pero, como el resto de las libertades, se haya sometida a la ley. Lo que quiere decir que no se debe expresar o decir cualquier cosa: está prohibido hacer apología de la violencia, del terrorismo o del genocidio y debe respetarse la dignidad de los conciudadanos. En un Estado de Derecho, sin perjuicio de la libertad de expresión, la ley determina lo que es legítimo expresar públicamente.
Entonces, es fácil concluir que sin libertad de expresión no puede haber democracia. Por tanto, las agresiones a la libre expresión, tales como cierre de canales de televisión, emisoras de radio o periódicos impresos, hechos que ocurren consuetudinariamente en Venezuela, deben ser considerados como atentados contra la democracia.
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Noel Álvarez